Entró resuelta en el autobús. Tenía ganas de desconectar y descansar por un rato. El “jet lag” y la densidad de información de aquel congreso de la ASTRO la habían dejado exhausta. La organización había tenido a bien realizar una visita a un conocido centro comercial para así tener la oportunidad de llevar algún detalle a amigos y familiares a su regreso. Había sido un largo viaje hasta la costa oeste de EEUU.
Al arrancar el autobús, la guía que hablaba un perfecto castellano con acento mexicano, hizo las pertinentes recomendaciones y comentarios al margen. El resto de pasajeros parecía que tenían ganas de hablar. Se sentó a su lado un compañero que le preguntó en dónde trabajaba. Ella le contestó: “en Burgos”. Casi sin pensar él espetó: ” ¡Ah! ¿Pero hay Radioterapia en Burgos? Creía que un sitio tan pequeño no tenía….”. Ella no quiso ser maleducada por tal observación un tanto desacertada. Para los que trabajan en grandes urbes, el resto de ciudades consideradas “menores” simplemente no existen en su mapa mental. “Y ¿desde cuándo hay radioterapia allí?”, insistió. “Desde el año 95 y desde 2005 cuenta con un nuevo acelerador lineal” contestó ella. La ignorancia estaba siendo muy atrevida. Siguió hablando, pero ella prefirió hablar de cosas más banales. No merecía la pena hacerle saber que Burgos capital contaba con una población de unos 180.000 habitantes y que la provincia, muy extensa por cierto, contaba con casi 400.000, a los que había que sumar a los de Soria que no contaban en su provincia con este servicio en su provincia. Tampoco le explicó la carga asistencial que soportaban con casi 1.000 pacientes nuevos al año y otros tantos datos estadísticos que tanto les gusta dar a algunos de sus colegas para darse autobombo.
Estaba en su momento de asueto y no quería malgastar su tiempo. Al finalizar le trayecto, se levantó y se giró, aceptando bajo un guiño la invitación de unas colegas para encontrar el mejor regalo para sus hijas. Una nimiedad como aquella no iba a estropearle un buen día.
Muy bueno, me he visto en alguna situación parecida. Gracias.
Pues si es así te animo a relatarlo. La ignorancia, por suerte, tiene cura, la estupidez no. Un abrazo.
En muchas ocasiones, aunque no me hayan realizado tan explícitas preguntas, he sentido cómo infravaloran algunas personas el trabajo que se realiza en lugares pequeños, sobre todo en núcleos rurales. Esto, que al principio me molestaba, me ha sido útil para valorar a quien reacciona de esa forma y , por supuesto me ha servido para aprender.
En alguna ocasión, he podido comprobar cómo la vida ha llevado a situaciones aclaratorias al respecto, y casi de forma inmediata. Ignorancia atrevida y contestada; tal vez ignorancia o atrevimiento curado.
Esta sociedad necesita aprender, y con ella todos nosotros. Sí, la vida tiene remedios para estos aprendizajes. Tiene lecciones vivas y tiene silencios que hablan. El silencio, ese silencio que relatas tras comentar y aclarar, fue elocuente.
Bonitos relatos de verano.
Un abrazo.
Si te hubieras decidido a contarle cuatro cosas, podrías también haberle informado que, en Burgos, desplazan un mamógrafo a algunos pueblos para facilitar el screening. Nada que ver con otros lugares de este país, que podrían tomar buen ejemplo. Me lo has contado y aún lo estoy digiriendo.
En resumen, que todos podemos ser modelo en algo. Aunque los mejores no lo pregonen.
Un abrazo
Gracias Mª Jesús por tu comentario. Me alegra que te gusten mis relatos pues son fragmentos de una realidad cotidiana tal y como la vivo y percibo. Muchas veces esa realidad relatada sirve para reflexionar y extraer alguna moraleja. Un abrazo muy fuerte.
Gracias Gustavo. Siempre es agradable ver que hay gente que aprecia lo pequeño. Un abrazo.