Saber desconectar para conectar

He de reconocer que me siento atraída por las llamadas nuevas tecnologías, en lo que viene a llamarse una “geek” o “friki” tecnológica. La revolución tecnológica como cualquier revolución tiene sus claros y sus grises.
En una ocasión visitando el pequeño pero maravilloso Museo del Libro “Fadrique de Basilea” en la ciudad donde resido (Burgos) y que desde aquí animo a visitar, comprendí por analogía el momento, en cierto modo histórico, por el que estamos pasando. En él puede observarse la interesante evolución a lo largo de la Historia de la escritura, inicialmente en piedras como el caso de  los jelogríficos egipcios, para luego dar paso a los papiros, al papel, a los fantásticos libros incunables, a la imprenta y finalmente al libro digital. La imprenta de Gutenberg  a partir de 1440 supuso un avance cultural muy notable, pues a partir de aquel momento se democratizó en cierta forma la accesibilidad al conocimiento. La lectura de los libros estaba hasta entonces sólo estaba reservada al clero y a la nobleza. Tal fue el cambio por aquellos años que no faltaron voces para acallar a los libros. La imprenta dejaba impresas las palabras que podían expresar pensamientos, ideas, acercándolas a más personas, tomando conciencia del poder de la palabra escrita. De ahí surgió la Inquisición como un modo de control a ese bien preciado que es la cultura y que era considerado “peligroso”. Esta revolución  que supuso el libro impreso tiene ciertos paralelismos con la revolución tecnológica actual.
Las nuevas tecnologías nos abren la puerta a una gran cantidad de información, de oportunidades, de hacer visible lo invisible, de hacer posible otras formas de comunicación diferentes a los canales habitales hasta ahora establecidos, de socializarnos de una forma hasta ahora desconocida, aumentándonos nuestra realidad cotidiana. Se ha establecido así otro salto en la accesibilidad de la información, una nueva era digital en toda regla. También toda esta vorágine tiene una cara “B”: la falsa información no contrastada, la “muerte” por infoxicación y  la sensación de que toda esta tecnología nos roba tiempo para hacer otras cosas quizás más importantes, convirtiéndonos en un “homo distraidus“.

He escrito este “post” porque voy a tomarme un tiempo de sana y necesaria desconexión digital para coger carrerilla y empujar con ganas el nuevo curso que en septiembre se avecina. Aprovecharé estos días para inspirarme, para leer esos libros pendientes, para reconciliarme y fundirme en un baño con mi añorado mar Mediterráneo, para disfrutar de la compañía de mi familia, para el reencuentro con viejos amigos, para hablar otras lenguas que tengo algo oxidadas en mi cerebro y para poder dar, en definitiva, un 100% en cuerpo y alma.

Dejo en puntos suspensivos la posibilidad de publicar algún “post” liviano en lo que queda de agosto. No me echen de menos y disfruten por favor del tiempo libre. Que la vida son dos días y uno ya ha pasado….

¡FELIZ VERANO A TOD@S!

http://www.youtube.com/watch?v=wf_dzUamjwg

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2 respuestas a «Saber desconectar para conectar»

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