Bajo la dualidad médico-persona navego constantemente en mi quehacer profesional. Me parece difícil separar mi “yo persona” de mi “yo médico”. Pienso en el momento que me enfundo en la bata blanca y el fonendo. Parece lógico entonces establecer el rol de médico y dejar de lado mi rol personal.
Puedo convertir mi bata en una coraza y la mesa del despacho en un espacio insalvable entre el médico y el paciente. Dicen que así soy más “profesional”, más objetiva y me impregno menos de sentimentalismo. Una forma de no llevarme los problemas de los pacientes a casa. Dicen que así es más fácil obtener el respeto. Así seré un buen médico y me tratarán todos de usted, rindiéndome pleitesía.
Sin embargo la experiencia me ha demostrado el error que eso significa. Porque antes de ser médico, soy mujer, soy madre y soy persona. Mis cualidades humanas, mis valores, mi maternidad, mis heridas, mi experiencia vital tanto personal como profesional, mis fortalezas y mis debilidades son parte indisoluble de mi misma. Están ahí para darle un valor añadido a mi profesión, son herramientas que me ayudan a ponerme en los zapatos del paciente. La relación médico-paciente es más fluida, más simétrica, más humana y más personal. El paciente lo agradece. El respeto y la confianza surgen de forma natural, casi sin querer. Para ser un buen médico hay que ser un médico bueno ¿o no?
El motivo de este “post” es la cuestión planteada por #CarnavalSalud de Septiembre bajo el título de “Marca personal-marca profesional, ¿juntas y revueltas?” Mi opinión es que si. El sello o marca personal ha de ir de la mano de la marca profesional. Es posible elegir separarlas. Es posible que sea lo recomendable por los expertos en la materia. Pero me pregunto que si se objetiva como positivo el concepto holístico del paciente, teniendo en cuenta además de su enfermedad todo su entorno personal, ¿por qué no se puede ser positivo el mismo concepto sobre el profesional sanitario? Creo sinceramente que hacerlo nos confiere un perfil más transparente, más auténtico.
De cualquier forma, mezclar ciertos rasgos personales a mi perfil profesional no significa que yo tenga que renunciar a mi intimidad. Eso es algo sobre lo que yo decido y sobre la que soy yo responsable. Yo también me debo al secreto profesional y a la confidencialidad de los datos más personales de un paciente. Soy consciente de que así corro el peligro de que me asalten en el supermercado haciéndome una consulta médica inoportuna mientras estoy mirando la lista de la compra. Pero siempre puedo contestar con una sonrisa y emplazarle a que venga a verme al hospital.
Les dejo con el conocido video TED del Dr Abraham Verghese: El toque de un doctor.
Sin duda persona!En mi experiencia como enfermera, he tenido que "traducir" muchas veces a los pacientes las consultas magistrales de "medicos muy profesionales". Y ahora como paciente oncologica, sin duda prefiero una sonrisa y un comentario cercano que me haga participe del tratamiento que no un "muy profesional" que me trate como un numero de historia.
Saludos
Muy buen enfoque el de tu entrada, Virginia. Otra vez más estoy de acuerdo contigo. Muy difícil separar la marca personal de la profesional. Me quedo con que el respeto y la confianza surgen de forma natural, ahora no se me hace extraño un abrazo de familiar o de paciente.
Es similar a los calendarios, ¿por qué tener dos calendarios o agendas si somos una sola vida/persona?
Un abrazo.
Gracias Nieves por tu tentimonio desde los dos lados: como profesional y como paciente. Un abrazo enorme!!
Gracias Aurora. Te animo a que partícipes en la iniciativa #CarnavalSalud. Me encantaría ver un post tuyo! Saludos