Son ya bien conocidas las bondades que tanto para el bebé como para la madre tiene el hecho de amamantar por lo que su práctica sigue siendo muy recomendable, no sólo desde un punto vista clínico, sino también desde un punto de vista humano. Pero al margen de estas consideraciones, este “post” quiere hacer hincapié en un aspecto que, aunque ha sido ampliamente estudiado y científicamente probado, no se le ha conferido la importancia que tiene: el efecto protector de la lactancia materna frente al cáncer de mama.
En palabras del conocido Pediatra Dr Carlos González, por cada 12 meses más de duración media de la lactancia materna, se podrían evitar, en los países desarrollados, 50.000 casos de cáncer de mama al año, un 11% del total, según los resultados de 47 estudios realizados en 30 países por el Grupo de Colaboración sobre Factores Hormonales en el Cáncer de Mama.
La lactancia es una “prevención primaria” de miles de mujeres que se evitarían así la biopsia, los efectos secundarios de los diferentes tratamientos oncológicos, los riesgos de una intervención y jamás tendrían un cáncer de mama. De momento parece ser una buena estrategia, junto a una dieta saludable y el ejercicio físico, todos ellos conocidos y aplicables para la prevención del cáncer de mama (tener muchos hijos también ayudaría, o adelantar la edad media de gestación pero hay que reconocer que esto ya no es tan fácil de aplicar).
Sólo por eso, por prevenir el cáncer de mama, deberían adoptarse políticas de protección a las madres lactantes, impulsar los hospitales amigos de los niños, formar a los profesionales, alargar el permiso de maternidad, etc. Pero es que además la lactancia materna previene el cáncer de ovario, la osteoporosis y la anemia en la madre. Y todo esto es apenas nada comparado con los efectos sobre la salud del bebé.
Si ahondamos en las razones científicas, parece que tanto el embarazo como la lactancia tienen un efecto positivo en la diferenciación del epitelio mamario y en la reducción de los niveles relativos de estrógenos, cuyos efectos se han relacionado ampliamente con el cáncer de mama.
Diversos estudios muestran una correlación significativa entre el tiempo de lactancia y la edad del diagnóstico del cáncer de mama, especialmente en pacientes con antecedentes familiares y personales de cáncer, pudiéndose observar una reducción de la incidencia en un 50%. Esto es especialmente importante en pacientes portadoras del gen BRCA1 (No se ha demostrado para el BRCA2).
En una interesante revisión bibliográfica se ha observado que la leche materna posee un complejo de alfa-lactoalbúmina con ácido oleico (llamado HAMLET, bonito nombre ¿verdad?) que induce la apoptosis o muerte celular programada de las células tumorales. Traducido significa que este componente de la leche materna produce una segura y efectiva protección frente al desarrollo de tumores de mama.
Creo que hay en la literatura científica suficientes argumentos para considerar a la lactancia materna como un regalo que nos ofrece nuestra naturaleza humana. Ese “oro blanco” es una alternativa económica, sostenible, respetuosa y altamente gratificante para cualquier mujer que ha pasado por la experiencia de la maternidad. Siempre que oigo al Dr Carlos González en su apoyo a la lactancia pienso en lo mucho que ha ayudado a las mujeres a disfrutar de ella y hacer salvables las múltiples dificultades que la mujer moderna encuentra a su paso. Aprovecho desde aquí mi agradecimiento a su contribución y apuesta por el sentido común.
Qué bueno Virginia. Vaya dos enfoques del tema: humanista y científico. Te has superado.
Gracias Aurora! La verdad es que es un tema que me atrae en los dos aspectos.