Cineterapia oncológica: Amarga Victoria (“Dark Victory”) EEUU.Edmund Goulding. 1939

“Amarga Victoria” (“Dark Victory”, en inglés) es una hermosa película de 1939 grabada en blanco y negro en la época dorada del cine norteamericano. Su cuidada estética, el glamour en el cuidado y elegante vestuario de la época tanto de actrices como de actores, así como una de las mejores interpretaciones que he visto en el cine de la mano de la gran Bette Davis, la convierten para mi en una joya cinematográfica tristemente desconocida.

La película narra la historia de Judith ìTraherne (Bette Davis) una mujer joven de éxito, deportista, amante de los caballos (aparece como una magnífica y laureada amazona) y rica heredera de Long Island. La protagonista en esta vida idílica, sin grandes preocupaciones y algo frívola, empieza a presentar síntomas que nos hacen presagiar que algo serio le está pasando. Así su síntoma guía es la cefalea intensa o dolor de cabeza que ella nunca había presentado y que atribuye a una simple jaqueca o migraña. Esta cefalea se va intensificando y empieza a tener diplopia (visión doble), dismetría (se ve como la protagonista no atina a la hora de encender con una cerilla un cigarrillo) y otros problemas visuales. Su médico de cabecera ya entrado en años, el Dr Parson se da cuenta de que algo le pasa a Judith tras una caída inexplicable de su caballo “Favorito” por lo que le explica la sintomatología al afamado neurocirujano, el Dr Frederick Steele encarnado en la figura de todo un galán de la época, George Brent. El Dr Parson que como él dice, trajo a Judith al mundo, se muestra preocupado, pues su ojo clínico le advierte que algo grave le pasa. Pero el Dr Steele está sumido en una crisis profesional, pues el ejercicio práctico de la neurocirugía le resultaba descorazonador. Está resuelto en abandonar la profesión médica y consagrarse a la investigación del comportamiento de las células tumorales que le parece mucho más motivador. Pero antes de que el Dr Steele se vaya a Vermont, el Dr Parson le suplica que la vea y establezca un diagnóstico.

La joven Judth es acompañada además de por el Dr Parson por su mejor amiga y confidente, Ann (interpretada por Geraldine Fitzgerald). En un principio Judith se resiste a ser examinada porque considera que su sintomatología no es relevante. Aquí el neurocirujano muestra su sagacidad diagnóstica y se da cuenta de una quemadura en la mano de Judith, así como en un ligero estrabismo que junto a la sintomatología que le explica la paciente le resultan lo suficientemente elocuentes como para establecer un diagnóstico de sospecha: un tumor cerebral. Resulta curioso ver la relevancia de una buena historia clínica y una buena exploración física como herramientas básicas diagnósticas, así como el trato cercano y humano que muestra hacia la paciente. Con estos datos y alguna radiografía (recordemos que estamos en 1939) se dispone a operar a la paciente.

A partir de ahí se obtiene un diagnóstico patológico: un glioma. Un nombre genérico para un tumor cerebral, pues probablemente estuvieran hablando de un glioblastoma multiforme; pues los gliomas de bajo grado tienen mucho mejor pronóstico que el de esta paciente. El Dr Steele se muestra dolido por haber acertado en su sospecha y reniega de su posición como médico. Busca incluso la opinión objetiva de otros colegas de prestigio, con el mismo veredicto: pronóstico negativo. Comienza a sentir algo más por esta peculiar y atractiva paciente. Ella se muestra agradecida por sentir que le ha salvado la vida y también siente algo más por el neurocirujano. El Dr Steele habla con su confidente Ann para rogarle que ella no sepa nada de su pronóstico y actúen con la máxima naturalidad, tratando en todo momento de que la vida de Judith sea lo más feliz posible. Una conspiración del silencio que se palpa, levantando sospechas y suspicacias en la protagonista.

A partir de aquí Judith que había mostrado unas ansias de vivir inigualables, bebiéndose literalmente la vida a tragos, entra en diferentes etapas anímicas: negación, rabia, ira, tristeza, desconsuelo y finalmente aceptación. El Dr Steele le pide en matrimonio, e inicialmente ella lo rechaza por pensar que es un acto de piedad. En el desarrollo de la película, ella acaba conociendo el alcance de su enfermedad y comprendiendo que el doctor le ama sinceramente deseando por encima de todo que sea feliz, accediendo finalmente al compromiso. Se traslada entonces de Long Island a Vermont donde el Dr Steele establece un laboratorio de investigación.

Tras un período feliz y con poca sintomatología neurológica, Judith se da cuenta de que va perdiendo facultades visuales. Las investigaciones del Dr Steele van muy avanzadas y los colegas le invitan a explicarlas públicamente. Judith se da cuenta de su final y empuja a su marido a que marche, al igual que a su mejor amiga. El final aunque abierto hace sospechar un triste desenlace.

“Amarga Victoria” es una gran película y tuvo 4 nominaciones a los Premios Óscar. El hecho de coincidir en la época con dos grandes filmes como “Lo que el viento se llevó” y “El Mago de Oz” hicieron que pasara sin pena ni gloria en la historia cinematográfica. También la temática, aunque está exquisitamente cuidada y alejada de cualquier escena morbosa, no era atractiva en aquellos dorados años del cine. Fue esta una de las películas preferidas de la gran Bette Davis. En esta película también aparecen grandes actores como Ronald Reagan, en un modesto papel y el irresistible Humphrey Bogart en un papel al que no nos tiene acostumbrados. Así que con este gran plantel de actores, actrices y mucho “glamour” les invito a verla. 

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Una respuesta a «Cineterapia oncológica: Amarga Victoria (“Dark Victory”) EEUU.Edmund Goulding. 1939»

  1. La considero una película genial, la actuación Bette David fenomenal, el espectador queda pegado de la pantalla , ese carisma, la tristeza hace que uno llore. Gracias por compartir, desde Venezuela.

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