El vestido del cáncer

Recuerdo en una ocasión, cuando trabajaba en el Hospital de Son Dureta de Palma de Mallorca, un paciente procedente de Ibiza y aficionado a la pintura, me preguntó cómo eran las células del cáncer. Era una pregunta poco habitual, pero traté de explicárselo de manera que él lo entendiera. Al finalizar la radioterapia, nos trajo un cuadro pintado por él y que parecía de arte abstracto. Según él había dibujado sus células cancerosas, al menos como él se las imaginaba tras mi descripción. Fue algo verdaderamente sorprendente.

Al hilo de esta historia, viene otra en la que la protagonista es Jacqueline Firkins. Ella empezó a diseñar sus primeros vestidos desde los 18 años, especialmente en el diseño artístico de vestuario para cine y teatro. Hace poco tiempo una beca para fomentar la investigación entre distintas disciplinas le dio la inspiración. Al explicar el proceso investigador se incluyeron una serie de imágenes de células tumorales vistas al microscopio. Tras esas imágenes histológicas llenas de tinciones de diversos colores, algunos incluso fosforescentes, las texturas y la armonía le puso de manifiesto que “tenían una belleza intrínseca a pesar de representar algo tan fatídico como el cáncer”.
Aquella primera visión del cáncer bajo el microscopio se acaba de traducir ahora en una revolucionaria exposición de vestidos, que puede verse en la Universidad British Columbia de Canadá, donde Firkins da clases en el departamento de Cine y Teatro.
“Inmediatamente supe que las imágenes de diferentes células tumorales facilitadas por el profesor Christian Naus podían transformarse en vestidos”, explica Firkins horas antes de la inauguración de Diseñando el cáncer: La relación entre Destrucción y Belleza. “Comenté la idea con tres de mis amigas que habían padecido cáncer (de pulmón, útero o mama) y de ahí surgió una de las conversaciones más fascinantes sobre la imagen corporal, la belleza y cómo había influido la enfermedad en su vida”.
Esta especialista en diseño es consciente de las sensaciones encontradas que puede generar su exposición, y admite que hay quien ha tachado sus vestidos de “frívolos, triviales o irrespetuosos”, pero también señala que ha tenido numerosos comentarios positivos de pacientes con cáncer, agradecidos por un vestuario que se aleja mucho del tradicional lazo rosa con que suele vestirse el cáncer. “Con esas imágenes no estaba tratando de mostrar el aspecto de degeneración maligna de la enfermedad, sino utilizar las células en un sentido de celebración y fuerza”.
Firkins está convencida de que sus vestidos son una buena manera de hacer llegar la ciencia al público, “y de representar la experiencia de las mujeres con cáncer que conozco”. Además, defiende, con sus diseños también trata de dar un respiro a las mujeres con cáncer que pueden ver su imagen personal afectada por las secuelas del cáncer: “Creo que actualmente hay mucha presión para que te sientas bella, independientemente de cómo sea tu cuerpo, y esto va tanto por los pacientes con cáncer como por quienes tienen alguna imperfección o unos kilos de más”, prosigue. “Pero se nos debería permitir decidir cómo y qué hace que nos sintamos bellos en cada momento, tanto si eso significa esconder algo (como una cicatriz) o descubrirnos y gritar al mundo nuestras inseguridades”.
Aunque inicialmente no descartó diseñar trajes también de hombre, esta profesora de vestuario admite que toda su relación con el cáncer es a través de las mujeres, “y puesto que no quería diseñar nada sin tener la impresión directa de los pacientes, finalmente me decidí por trabajar únicamente con vestidos femeninos”.
Tras la exposición está previsto que los 10 vestidos de fiesta se subasten con el objetivo de recaudar fondos destinados a la investigación oncológica (“aunque mis tres mejores amigas ya me han dicho cuál elegirían ellas”, bromea). “Los trajes están concebidos para generar un diálogo más allá del diseño, así que no sé muy bien dónde acabarán, pero creo que el mejor arte está abierto a la interacción con la gente. Espero que inspiren a las mujeres a discutir abiertamente sus historias personales”.
Firkins, que diseñó su primer vestido hace ya 20 años, confiesa que lo que más le ha gustado siempre es contar historias a través de los trajes (“nunca diseño solamente porque sea algo bello”) y por eso no descarta que el proyecto Fashioning cancer le da la oportunidad de generar nuevos diálogos en torno a otras enfermedades o cuestiones como la discapacidad, las diferencias de género o el envejecimiento.

Les dejo con el video de la colección 

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