La respuesta es un rotundo sí. El cáncer significa un antes y un después para la vida de muchos de los enfermos. Marca una diferencia porque te coloca psicológicamente en una posición de máxima vulnerabilidad o fragilidad ante la vida. Cambia tu perspectiva, tus valores, la propia visión que te habías marcado acerca de tu propia existencia. Al principio todo gira en torno a la enfermedad, las pruebas médicas, los tratamientos y los resultados derivados de ellos. Una vez superado el trance, toca recuperar la normalidad. Te conviertes en un superviviente de cáncer.
La palabra superviviente me gusta. Sobrevivir puede definirse como vivir después de la muerte de otra persona, después de un determinado plazo o después de un determinado suceso peligroso. También significa superar una situación difícil, arriesgada o dura. Personalmente me quedo con la segunda, pues implica ese reto alcanzado.
Gracias a los avances terapéuticos alcanzados en los últimos años y a una mayor concienciación del autocuidado por parte de los pacientes, estamos asistiendo a un escenario con un número importante de pacientes curados. Ello se traduce en la presencia de un mayor número de pacientes supervivientes de cáncer y sobretodo de largos supervivientes.
Se describen básicamente tres etapas en la supervivencia del cáncer:
1.- Supervivencia aguda: Vivir con cáncer.
Es el período que comienza desde el diagnóstico hasta la finalización del tratamiento oncológico.
2.- Supervivencia extendida: Pasar el cáncer.
Es el período que va desde la finalización del tratamiento hasta la curación
3.- Supervivencia permanente: Después del cáncer.
Es la fase de curación o supervivencia prolongada tras la obtención de la remisión de la enfermedad.
Esta nueva situación representa un nuevo desafío para todo el colectivo médico. Toda vez que ya hemos conseguido esa ansiada y buscada curación combinando de mil formas diferentes el arsenal terapéutico disponible en la actualidad, se nos presenta la oportunidad de dar un paso más. Es lógico pensar que los supervivientes demanden tratamientos específicos para combatir las toxicidades y secuelas que en ocasiones se derivan, amén de aprender a convivir o sobrellevar algunas de ellas (por ejemplo, las cicatrices).
Se nos plantea no sólo añadir años a la vida, sino vida y sobretodo calidad de vida a los años de supervivencia. Se estima que cada año habrá unos 100.000 nuevos supervivientes de cáncer en España. No se trata pues de una cuestión baladí. Se trata de una situación que exige en esfuerzo extra interdisciplinar. Se abre así un nuevo campo de desarrollo en la Oncología y que no es otro que la creación de nuevas estrategias que favorezcan la calidad de vida de los supervivientes que van desde los cuidados de la piel y las mucosas, la astenia o el cansancio, la infertilidad o las disfunciones sexuales, el deterioro cognitivo o problemas de memoria hasta el soporte emocional, psicosocial o de reinserción a la vida laboral.
Hagamos lo posible por entender esta realidad y hacer lo posible por procurar la necesaria y saludable normalización de las vidas de los supervivientes de cáncer.