Los profesionales del “coaching” dicen que para eliminar un pensamiento negativo de nuestra mente, hacen falta evocar entre cuatro y diez pensamientos positivos para contrarrestarlo. Yo diria que ocurre algo similar con los bulos o noticias falsas que recorren por internet acerca de temas de salud. Los bulos, las falsas esperanzas y todas la “noticias milagro” son tremendamente atractivas para los pacientes oncológicos que están ávidos por encontrar un remedio BBB (bueno, bonito y barato) para su mal. Mi consejo: no se deje seducir y extreme su prudencia cuando maneje este tipo de información.
Pero ¿cómo puede un paciente o su familia dar crédito o no a las múltiples noticias que circulan libremente por internet?
Aquí van algunos consejos útiles:
- Desconfíe de los rumores o mensajes orales “milagrosos”.
- Los mensajes deben estar avalados por publicaciones científicas basadas en la evidencia. Si son ciertos, deberían mencionar las fuentes de dónde han extraído los resultados.
- Verifique quién o quienes están detrás de esa información. Las personas que difunden la noticia deben tener autoridad acreditada o por lo menos debe poseerla la fuente de información de donde se ha sacado.
- Si es un médico el que está detrás de la noticia, sepa que tiene a su disposición una consulta pública a través de la OMC (Organización Médica Colegial).
- Existen sellos de calidad para las páginas web: WMA (Web Médica Acreditada) o el sello de principios HONcode. Son organismos que revisan periódicamente las webs.
- Todo lo natural no es “per se” bueno. Lo natural no es siempre sinónimo de mejor que el compuesto químico o sintético. Pensemos que hay venenos “naturales” como por ejemplo el de la seta “amanita phalloides” que como sabemos su consumo es mortal.
- Gran parte de la farmacología se basa en el estudio de plantas medicinales. La farmacología no sólo estudia las propiedades beneficiosas de dichas plantas, sino que extrae la molécula terapéutica. A través de un estudio concienzudo previo al consumo generalizado, ensaya cuál es la dosis más adecuada, su biodisponibilidad (la cantidad de fármaco que llega a la sangre y realmente tiene efecto terapéutico), su metabolismo, su tolerancia y su efectividad. Es un proceso de investigación laborioso. Posteriormente se sigue un proceso de farmacovigilancia para aquellos efectos adversos infrecuentes que puedan aparecer tras su comercialización. Las diferentes agencias del medicamento velan por la correcta indicación y por la seguridad de los fármacos.
- No se debe permitir que nadie haga negocio con el sufrimiento ajeno o la desesperación que en ocasiones provoca el diagnóstico de cáncer.
- Confíe en su equipo médico y ante cualquier duda sobre su tratamiento consulte.
- Hay remedios simples y consejos útiles que pueden ser buenos “coadyuvantes” o complementos de la farmacología clásica y están basados en la evidencia (pinche aquí y aquí). Su uso puede ayudar a controlar algunos de los efectos físicos y emocionales que los pacientes experimentan a lo largo del tratamiento y de su enfermedad. No convierta el complemento en una alternativa a su tratamiento.
Soy consciente de que éste es un tema espinoso, pero con la salud no debería jugarse. Entiendo que es posible que en demasiadas ocasiones los médicos no respondamos a todas las necesidades que tienen los pacientes sobre su bienestar. Presión asistencial, falta de tiempo, visión centrada más en la enfermedad que en el propio enfermo, desconocimiento o escepticismo por parte del médico o el propio paciente pueden ser algunas de las causas de ello. El médico posee el conocimiento y el paciente la experiencia de la enfermedad. En el diálogo entre médico y paciente debe obrar la sensatez y la cordura para conseguir el objetivo planteado.
Les dejo con este simpático video ilustrativo acerca del tema: