Arranca un nuevo año y con él multitud de buenas intenciones, que si se se quedan sólo en eso apenas son nada. Lo importante en realidad es materializarlas en todo lo posible, pasar a la acción. Así que conviene reflexionar con suficiente calma y ponerse manos a la obra. Recapitulemos.
El año 2016 ha sido un tanto convulso, pero entre una convulsión y otra se ha producido un reseteo necesario muy propicio para el cambio, así que recapitulemos:
– La pérdida puede tener su lado positivo y ser a la larga una ganancia. Aligeras el peso de tu mochila y caminar por el sendero se hace mucho más llevadero.
– Nunca subestimemos el poder de la ilusión, de las ganas y la pasión. Son la gasolina imprescindible para seguir hacia delante, sin pausa y sin prisa. Da igual la velocidad que tomemos en cada momento, lo que vale es avanzar paso a paso.
– Debemos llenar la vida de personas que sumen, que aporten y tratar de alejarse lo más posible de las que resten, nos consuman en exceso la energía o no nos hagan reír de vez en cuando todo lo que nos merecemos. La vida es muy corta para malgastarla.
– Dar a los demás y ser generoso sale más rentable de lo que en principio pudiera parecer. Es toda una inversión que vuelve hacia ti con creces. Con mis pacientes siempre tengo esa inquietante y agradable sensación. Recibo más de ellos que lo que yo de verdad les puedo dar. Servir y sentirse útil es siempre una tarea altamente gratificante.
– Dejar que la vida nos sorprenda, abrir los ojos y no perder nunca el sentido de la curiosidad. Es una buena aliada que hace todo más fácil. Mirar con ojos curiosos es un ejercicio que debe ser practicado con asiduidad. Si lo hacemos conseguiremos descubrir cosas que nos emocionen y nos maravillen.
– Hay veces que hay que arriesgarse, dejar la piel en aquello en lo que crees. Creer y crear distan una sola letra y cuando trabajas duro por aquello en lo que crees acabas por crear algo más grande de lo que tú mismo imaginabas. Así que ya sabes, dirijámonos hacia nuestros sueños.
– Es necesario de vez en cuando desconectar, tomarnos tiempo para pensar detenidamente, prepararnos para tomar aire y respirar. Hay veces que hay que tomar distancia, cambiar de perspectiva para entender todo mejor y obtener herramientas que nos ayuden de nuevo a conectar.
– Hay que disfrutar del tiempo de ocio como si fuera oro. Reirse mucho, a ser posible en compañía. La risa es contagiosa, alimenta nuestro cerebro y contribuye a mejorar nuestro estado de bienestar. El sentido del humor no debería perderse nunca y en los malos momentos tiene un poder analgésico incalculable.
– Si aprendemos algo nuevo, no quedárnoslo para nosotros solos. Difundir, compartir y enseñar lo aprendido debería surgir de forma natural. Los demás agradeceremos infinito ese regalo. Multiplicarnos por mil y permitir que los demás también nos enseñen algo de lo que no sabemos es algo muy grande. La inteligencia colectiva nos hace crecer a pasos agigantados y las famosas redes sociales pueden contribuir a ello.
– El valor de los amigos siempre vuelve, aunque hayan pasado treinta o más años desde la última vez que los viste. Lo he podido comprobar. Ha sido muy especial y francamente revelador reencontrarme con compañeros de fatigas de los que hacía tiempo que no sabía de ellos. Ha sido un salto en el tiempo con doble mortal hacia delante y han surgido momentos inesperados e inolvidables.
– Nos enfrentamos a muchos y grandes retos. El mundo y su forma de verlo está cambiando a una velocidad de vértigo. Ahora sobreviven los que son capaces de adaptarse al cambio, a los que salen de su zona de confort y expanden sus límites, a los que tienen pensamiento autocrítico. Si queremos mejorar y evolucionar debemos estar dispuestos a hacer las cosas de un modo distinto. La resistencia al cambio nos vuelve reos, nos arrastra y no nos permite crecer ni volar. Permitirse la licencia de acoger cambios en nuestra vida es una buena receta.
– Es preferible dar vida a los años que años a la vida. La vida con calidad, plenitud e intensidad es sin duda más vida. Merece la pena autocuidarse física y psicológicamente todo lo que nos sea posible. Los que tenemos el oficio de cuidar de otros también tenemos que aplicarnos el cuento. Si nos cuidamos podremos estar en mejores condiciones para seguir hacia adelante.
Y tras este reflexivo post les dejo con el video “El frasco de la vida”