Según la definición de la Organización Mundial de la Salud, la sexualidad es un aspecto central del ser humano a lo largo de toda su vida. La sexualidad incluye el sexo, las identidades, los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la propia relación sexual. La sexualidad se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas y relaciones interpersonales. Así pues, la sexualidad puede verse influenciada por factores biológicos, psicológicos, éticos o religiosos. La sexualidad es algo más que genitalidad o corporalidad. La sexualidad representa la forma que tenemos los humanos de expresar, de vivir y de pensar sobre el sexo.
Pero ¿qué ocurre con la sexualidad cuando se padece un cáncer? Habitualmente, y en especial en la fase diagnóstico-terapéutica, se produce un choque vital con el lógico instinto de supervivencia y en estos casos la sexualidad puede pasar a un segundo plano. En cierto modo, es perfectamente normal que en determinados momentos de nuestra biografía tengamos oscilaciones o altibajos en nuestra actividad sexual. Los cambios que se producen en el esquema corporal tras atravesar un cáncer pueden llegar a ser importantes a consecuencia de la enfermedad o los tratamientos. El entorno biopsicosocial y nuestro propio bienestar físico son factores que influyen a la hora de relacionarnos en la esfera sexual.
No hay una sola manera de vivir la sexualidad, tampoco cuando se atraviesa un cáncer. Los miedos e incertidumbres sobre la propia enfermedad o la situación personal de pareja van a irrumpir de un modo u otro sobre ella. No existe un patrón predeterminado o que pueda considerarse como “normal” a seguir, como tampoco se debe renunciar a una sana sexualidad por el hecho de padecer un cáncer. Normal es todo aquello que resulte placentero y agradable para los miembros que configuran la pareja y ambos estén de acuerdo. Lo importante es ser consciente de que es un aspecto que puede y debe retomarse adaptándose al nuevo escenario.
Hemos de pensar que la respuesta y el desempeño sexual varían de forma fisiológica a lo largo de la vida, por lo que no es de extrañar que también cambien con la presencia de la enfermedad. El ser humano tiene la capacidad de poder mantener su sexualidad viva hasta el final de sus días. Démonos entonces permiso para disfrutar de ella, también en la enfermedad.
Las disfunciones más frecuentes que pueden presentarse en los pacientes oncológicos son la falta de deseo, la disfunción eréctil, la incapacidad para eyacular o la eyaculación retrógrada, la dispareunia o dolor en el coito, dificultades para alcanzar el orgasmo y la pérdida de sensibilidad en algún lugar anatómico.
Sobre el deseo sexual se puede intervenir, ya que éste puede verse afectado a nivel físico por los tratamientos: alteraciones hormonales, mal estado general, astenia o cansancio, dolor, alteraciones sensitivas, etc. Sin embargo, sí es posible actuar sobre ella desde un punto de vista cognitivo en el momento que nos vayamos encontrando mejor. Nerea de Ugarte, terapeuta sexual chilena, nos da las claves en el siguiente video para estimular nuestra mente para aumentar nuestro deseo sexual.
Existen múltiples herramientas que nos ayudarán a mantener ese interés por nuestra sexualidad, desde la literatura erótica, la música, pasando por el cine, los juegos o incluso la lencería.
En aquellos casos en que exista dispareunia o dolor coital en la mujer por atrofia o sequedad vaginal, se puede recurrir a la utilización de lubricantes y dilatadores vaginales, o bien en su lugar, a juguetes sexuales que se adapten perfectamente a la nueva anatomía femenina.
Para la disfunción eréctil, existen medidas farmacológicas o bien dispositivos implantados quirúrgicamente que pueden paliar este problema. Es conveniente consultar con un especialista urólogo-andrólogo cuál es la medida que más se adapta a nuestras necesidades.
Pero, posiblemente la peor disfunción o problema sexual que padece el ser humano en la actualidad son las expectativas y la obsesión por un impecable desempeño sexual. Somos humanos, y de la misma forma que no siempre nos podemos encontrar en buena forma física aunque nos entrenemos, o no conseguimos siempre realizar algunas tareas simples de forma perfecta, tampoco en este plano alcanzamos esa perfección o satisfacción sexual que se “nos vende”. En el ser humano, la sexualidad reside en gran parte en nuestro cerebro. Pere Estupinyà, autor del libro S=EX2. La ciencia del sexo y conocido divulgador científico en el programa televisivo El cazador de cerebros, nos habla en este video lo que la ciencia nos aporta acerca de la sexualidad humana.
Así que invito a desterrar los mitos, a eliminar cualquier sentimiento de culpa, a descubrir, a atreverse, a hablar de sexualidad con mente abierta, a fantasear, a investigar, a leer y a experimentar en plenitud.
El contenido de gran parte de este post lo desarrollé en sendas charlas que tuvieron lugar en Miranda de Ebro, los días 17 de Marzo de 2017 en GIAFyS y el pasado 10 de Mayo de 2017 en el Programa Interuniversitario de la Experiencia de la Universidad de Burgos sobre Sexualidad y cáncer que me permito compartir aquí.
Una muy útil aproximación a la esfera sexual en la enfermedad.
Muchas gracias Gustavo. Encantada que de que este post sea una herramienta útil. Un abrazo!!!