¿Qué es el extraño efecto abscopal? 4/5 (2)

El término “efecto abscopal” fue acuñado por Robin Mole en 1953, y su procedencia viene del latín “ab” que significa “fuera de” y “scopus” que significa “diana o blanco”. Se define así como un evento radiobiológico que ocurre fuera del volumen o región irradiada en el mismo individuo. Generalmente hace referencia a la regresión tumoral en localizaciones corporales distintas a las que la radiación va dirigida de forma local, pero también puede hacer referencia a otros efectos a distancia en tejidos sanos.

Los efectos sistémicos de la radioterapia son un fenómeno bien reconocido por los especialistas radiooncólogos. En la práctica clínica observamos la fatiga o la astenia, la disminución del apetito o incluso cierta pérdida ponderal como efectos comunes durante la aplicación de la radioterapia a nuestros pacientes. Sin embargo, el efecto abscopal es un fenómeno poco conocido y por explorar a pesar de llevar más de medio siglo descrito. Desde la perspectiva científica quedan aún muchas incógnitas por responder sobre los posibles mecanismos que lo generan.

Existen casos fascinantes de regresión tumoral espontánea, siendo más frecuente en unos tipos de tumores muy concretos: los tumores renales, los linfomas y leucemias, el neuroblastoma, el cáncer de mama y el melanoma. De cualquier forma, esta situación es muy infrecuente, recogiéndose en el 0.3% de las series publicadas, por ejemplo, en cáncer renal. Se han sugerido una gran variedad de mecanismos de regresión tumoral: mecanismos de tipo inmunológico, hormonal, de necrosis (muerte celular) tumoral y epigenéticos (ambientales). Estos mecanismos parecen estar relacionados íntimamente con los responsables del efecto abscopal.

Se han documentado de forma metódica en la literatura algunos casos de “efecto abscopal” en pacientes que recibieron radioterapia local. En ningún caso los pacientes estaban en tratamiento citostático o sistémico durante la radioterapia o de forma adyuvante tras ella. La radioterapia asociada a este efecto abscopal fue dirigida al tumor primitivo en un 50% de los casos y a una metástasis en el otro 50% de casos restante. Habitualmente, la regresión del tumor debida al efecto abscopal ocurrió varios meses después de la radioterapia, con una media aproximada de seis meses. En los casos en los que se reportó dicho efecto, la mediana de duración de esa respuesta fue de alrededor de los veintiún meses.

Todo lo descrito es particularmente interesante. La tardanza en la respuesta puede deberse a una respuesta adaptativa humoral que es difícilmente explicable por un efecto celular directo, pero sí por una cascada de respuestas antitumorales de tipo inmunológico. Los datos clínicos parecen indicar que estos mecanismos de respuesta antitumoral subyacente son potentes e importantes, siendo capaces de regular un efecto antitumoral sostenido.

Desconocemos la causa real del efecto abscopal, aunque se supone que podría estar mediado por un mecanismo inmunológico dependiente de citoquinas (factor de necrosis tumoral alfa, interleuquina) y daño directo de los leucocitos o glóbulos blancos (linfocitos CD4 o CD8, células natural killer, células dendríticas) secundario a la radiación, que se traduciría en un incremento de la expresión antigénica y dotaría a las células inmunitarias de mayor capacidad de reconocimiento y destrucción de tejido tumoral. Traduciendo en palabras que puede entender todo el mundo, se produce un despertar en el sistema inmunológico en el paciente y que antes de la radioterapia no tenía capacidad para reconocer a las células tumorales y actuar sobre ellas.

Los recientes avances en el campo de la Oncología Radioterápica han renovado el uso de un menor número de sesiones con una mayor dosis por fracción en tumores o metástasis de pequeño tamaño, dando lugar a la SBRT o SART (Radioterapia estereotáxica corporal o ablativa, con siglas en inglés). Esta moderna técnica permite administrar dosis por encima de los 6 Gy de una a 5 fracciones y su uso se está ampliando en una gran variedad de tumores y localizaciones primarias o metastásicas. Este hecho ha sumado algunos casos de “efecto abscopal” secundario al uso de SBRT, con regresión completa de otras metástasis fuera de la localización irradiada y documentada por pruebas de imagen.

La radioterapia siempre ha sido considerada como una modalidad de tratamiento local o locorregional. Sin embargo, esto puede representar un concepto excesivamente simplista. Posiblemente la evidencia de éste y otros efectos sistémicos de la radioterapia establezca un cierto cambio de paradigma. Está claro que el “efecto abscopal” puede ser beneficioso en términos de control tumoral. Los mecanismos de estos efectos son multifactoriales y de naturaleza compleja, no del todo esclarecidos. Existe pues una necesidad de entender cómo se originan estos efectos sistémicos a partir de la aplicación de radioterapia local para incorporar nuevas estrategias terapéuticas en el futuro.  La incorporación paulatina de nuevas técnicas de irradiación como la SBRT ofrece la posibilidad de combinarse con otras estrategias sistémicas (como la inmunoterapia o la hipertermia) que potencien los deseados efectos antitumorales.

Despejar la incógnita de este efecto abscopal abre así nuevas líneas de investigación en el desarrollo de tratamientos contra el cáncer.

 

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El relato del cáncer desde la experiencia del paciente 5/5 (4)

Escuchar el relato de un paciente desde el preciso instante en que conoce la noticia de que padece un cáncer es un hecho conmovedor. El médico o el sanitario conoce la enfermedad, sus síntomas, el proceso diagnóstico-terapéutico en alguna de sus partes, los medios de que dispone para ello, etc. Pero a medida que me atrevo a escuchar los testimonios de los pacientes “off the record” me doy cuenta de todas las lagunas existentes y del largo camino que nos queda por recorrer en el campo de la comunicación.
El paciente vive la enfermedad en primera persona, la sufre o la padece puede que con síntomas o apenas sin ellos. Vive con angustia, con incertidumbre, con miedo y con una necesidad creciente de encontrar información de buena calidad que pueda guiarle o reconfortarle. Sospecha, piensa en sus allegados, siente la necesidad de ser fuerte para afrontarla y desea en el caso de que sus sospechas se confirmen poderla sobrellevar con naturalidad y una cierta “normalidad”. Esta misión se convierte en su bandera y forma parte de su jerárquica pirámide de necesidades
Desde mi perspectiva como sanitario no deja de preocuparme ser un espectador de muchas de las deficiencias y vacíos que el paciente encuentra a su paso en todo el proceso. El hospital se convierte en un medio hostil, frío y poco acogedor para el paciente. Son las personas las que le confieren calidez y seguridad, siendo ahí donde radica gran parte de nuestra responsabilidad.

Me atrevo a hacer una reflexión personal sobre el asunto, tras escuchar el relato de su enfermedad a tres mujeres que tuvo lugar en la Galería del Hospital Universitario de Burgos el pasado 27 de Abril a iniciativa de Burgos Vital una plataforma que pretende crear un foro que sirva de conciencia de nuestro entorno acerca de la salud, el bienestar y calidad de vida, difundiendo los problemas sociales y sanitarios, contribuyendo así a la promoción de la salud en la sociedad burgalesa.

En la grabación que van a poder ver al final de este post verán tres testimonios de tres mujeres: María Dios, Esther Cámara y Lou Matilla. María habla de su cáncer de mama reposadamente, con una sonrisa, relatando lo que le pasó hace ya unos diciocho años, con sus cicatrices, sus adversidades y cómo logró poco a poco superarlas para a su vez ayudar a otras mujeres que actualmente pasan por lo mismo. Esther habla de lo que supone el diagnóstico y periplo de una enfermedad rara, un pénfigo penfigoide el sentirse huérfana de cualquier tratamiento y de cómo, contra todo pronóstico, consiguió salir adelante e incluso fundar una asociación de pacientes. Finalmente, Lou habla en presente de indicativo, pues se encuentra todavía en tratamiento activo de un cáncer de mama a una edad temprana. Habla también y de una forma francamente emotiva de su experiencia como acompañante del cáncer renal de su marido.

Los tres testimonios ponen sobre la mesa las dificultades que van encontrando a su paso. La palabra cáncer curiosamente está ausente en el vocabulario inicial del médico que le da la noticia. Echan de menos que se nombre a las cosas por su nombre, porque ocultándolo no favorecemos su normalización. Los primeros gestos y las palabras son recordadas a fuego por las protagonistas: carcinoma o proceso maligno. Ambos aún siendo sinónimos no son interpretados con la misma claridad que la palabra cáncer. Primera reflexión: debemos hablar sin miedo del cáncer.

Una segunda cuestión es el apoyo psicológico. Reclaman, al igual que se hace en la intervención de catástrofes o accidentes con numerosas víctimas, la presencia de un psicólogo que les atienda y acompañe en el momento diagnóstico y no tengan que acudir voluntariamente a él a través de una tarjeta donde pone “Primer impacto”. El profesional que da la noticia tiene muchas veces que ejercer esa función. El sistema sanitario no dispone de psicooncólogos en la consulta médica y le derivan a la AECC que suple esa función. Una atención a “pie de consulta” serviría para cribar la necesidad o no de ese apoyo y hacer un seguimiento, especialmente entre la población masculina, reacia a acudir voluntariamente a este tipo de servicio. Tampoco estaría de más tener un psicooncólogo que ayudara a comunicar malas noticias o vigilara la salud psicológica de los profesionales sanitarios. Segunda reflexión: falta apoyo psicológico a un lado y otro de la consulta.

La tercera cuestión que se expone sobre la mesa son las esperas. Y no me refiero a las habituales esperas en las salas previas a la consulta. Las esperas para el diagnóstico y para acceder a los tratamientos. Un mes puede resultar eterno para un paciente que ya sabe que tiene un cáncer. La angustia que se le provoca en ese tránsito es inmensa. El puzzle sanitario se desencaja y el flujo de procesos burocráticos y también no burocráticos es a todas luces lento e ineficiente. Deberían imponerse unidades funcionales de gestión por patologías con consultas de alta resolución, con unos plazos de tiempo máximos y coherentes para los pacientes oncológicos. Tercera reflexión: falta coordinación y atención más temprana del paciente oncológico como norma prioritaria.

Por último, se pone sobre el tapete la falta de información y la necesidad de buscar fuentes de información aunque sea a través de Google. El paciente necesita información, sin excesos, pero clara y concisa. Desea tener una hoja de ruta que no obtiene, pues a medida que pasa por el proceso diagnóstico-terapéutico le explican las cosas en pequeños capítulos que el paciente trata de enlazar como buenamente sabe y puede. Necesita una figura que les acompañe, que les guíe, que les asesore y les ofrezca apoyo. A mi corto entender, un navegador en salud (Health Navigator) podría ser una solución, como ya he mencionado en otras ocasiones. Ayudaría al paciente a no perderse en el tratamiento multidisciplinar, le ayudaría a configurar una agenda personal de citas y pruebas, le resolvería pequeñas dudas sobre los pasos a seguir, le reforzaría positivamente y le serviría de puente entre el paciente y cada especialista. Sin duda le haría más liviano el camino. Cuarta reflexión: debemos hacer un esfuerzo a la hora de comunicarnos con los pacientes y sería bueno establecer una figura integradora que esté acompañando al paciente.

Les dejo con el video. Les advierto que dura alrededor de una hora, pero merece la pena visionarlo y escucharlo. Les ayudará a entender mejor todo lo escrito en este post. A mi me encantó y espero que sea de su agrado.

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Oncología y Redes Sociales

Esta semana he tenido la fortuna de poder hablar para el público general de un tema que me apasiona: “Oncología y Redes Sociales”. La conferencia tuvo lugar el pasado 19 de Abril en Ibercaja Patio de la Infanta de Zaragoza dentro del ciclo de conferencias sobre “Tecnología y curación. Nuevos avances en Tecnología Médica y Atención Oncológica” compuesto por 3 charlas semanales organizadas por la Asociación de Psicooncología de Aragón (APOA).

Tuve la suerte de contar con una excelente anfitriona, presentadora, moderadora, compañera de fatigas y sobre todo amiga, la Dra Reyes Ibáñez, Jefe de Sección del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Fue ella quien me invitó amablemente al acto en nombre de APOA e Ibercaja, haciéndome sentir como si estuviera en mi propia casa. No en vano nos conocemos desde hace muchos años y ambas tenemos ya nuestro recorrido profesional que sin duda nos une. El lugar escogido para ello no podría ser mejor, pues el auditorio dispuesto cuenta con magníficas pantallas y tecnología multimedia para una correcta visualización y audición de las conferencias. He de decir también a su favor, que el equipo técnico informático y de sonido funcionó admirablemente, ayudándome a que todo transcurriera sin demasiados sobresaltos.

Hablar de Oncología y Redes Sociales es todo un reto. Poca gente conoce el uso profesional y el potencial que tienen estas herramientas más allá del empleo ocioso y en ocasiones frívolo que se hace de ellas. Es habitual ver las caras de rechazo entre propios y extraños y captar un halo de cierto escepticismo a la hora de hablar de estos temas.  Eso lo convierte en un caldo de cultivo propicio para que se aprovechen personas que nada tienen que ver con el mundo sanitario, pero que se atreven a dar consejos con total impunidad a través de este medio que pueden hacer mucho daño. Para contrarrestar este hecho, eliminar la brecha digital existente y reforzar tanto la autoridad científica como la reputación de los profesionales sanitarios no caben excusas para no estar ahí y establecer las conexiones necesarias con nuestros pacientes.

Internet ha venido al mundo para quedarse y con él las redes sociales también. Ya no hay excusas para darle la espalda a esta nueva realidad que nos rodea. Médicos y pacientes tenemos una oportunidad de oro para reforzar la necesaria relación deliberativa entre ambos, reforzando los lazos de dicha relación y mejorando día a día en la necesaria y responsable toma de decisiones compartida. Nace una nueva generación de pacientes, los e-pacientes y con ella se adquiere de una forma paralela una nueva generación de médicos, los e-doctores. Con todo ello, se mejora la fluidez de la información entre colegas y estar al día gracias a las redes sociales se hace cada vez más útil y necesario.

La alfabetización digital y la adquisición de competencias digitales aplicadas a la salud está empezando a no verse como una cuestión baladí, dada la repercusión y la viralidad que pueden llegar a tener. Es posible que una gran mayoría las vea con recelo y hasta con cierto miedo o pudor por los peligros que a prioiri parecen desentrañar. Sin embargo, opino que utilizadas como buenas herramientas pueden ser una palanca magnífica para impulsar una buena Promoción y Educación para la Salud en el ámbito oncológico que redundaría en un mejor autocuidado, compromiso y responsabilidad por parte de la población general.

La prensa, la radio y la televisión siguen siendo medios naturales de difusión de contenidos en salud y en consecuencia de temas relacionados con el cáncer, pero muchos pacientes están ya en comunidades virtuales y en asociaciones que utilizan las redes sociales para comunicarse. Esto nos debe hacer pensar que nuestra presencia como médicos en general y oncólogos en particular, necesariamente debe incrementarse sin paliativos. 

 

La sede central de Ibercaja aloja en su interior una sorprendente y admirable joya arquitectónica aragonesa llamada Patio de la Infanta , un patio renacentista de estilo plateresco cuya historia me fue relatada y me pareció francamente impresionante pues tuve la suerte de contemplar pausadamente y fotografiarme junto a las doctoras  Reyes Ibáñez y Natividad Bascón.

Les dejo con la presentación de mi charla y un video sobre Oncología 2.0

Quiero desde aquí agradecer a la Dra Reyes Ibáñez, a la Asociación de Psicooncología de Aragón y a Ibercaja por invitarme a dar esta charla en Zaragoza. A la Dra Natividad Bascón y al Dr José Antonio Cuenca por acompañarme en el auditorio y al Dr Rodríguez Melcón por cederme prestadas algunas de sus diapositivas de la mesa de SEOR 2.0 en su pasado Congreso Nacional en Valencia.

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Arte enmascarado

En la Galería de Arte del Beachwood Community Center tuvo lugar en Octubre de 2015 una peculiar exhibición de obras de arte realizadas por pacientes con cancer, supervivientes y cuidadores.

La exhibición titulada “Transformaciones: Honrando el itinerario del cancer” se realizó en colaboración con el  Cleveland Clinic Taussig Cancer Institute, la North Coast Cancer Foundation, The Gathering Place y la University Hospitals Seidman Cancer Center,  que cuentan con arteterapia para los pacientes y miembros de sus familias.

Entre las decenas de obras de la exposición destacan los creados con máscaras termoplásticas utilizadas en el tratamiento de tumores de cabeza y cuello. Son mascaras personalizadas para cada paciente y se utilizan para inmovilizar la cabeza y obtener así un tratamiento lo más preciso posible. En la exposición también se han decorado bolsas y fotografías de la quimioterapia.

Tras la petición de un paciente de quedarse la mascara para su clase de arteterapia, la voz corrió como la pólvora. De este modo los terapeutas adoptaron la idea y la exportaron a otros lugares, así como ejemplo en sus sesiones de arteterapia. Hablaron con los pacientes de cómo trabajar juntos para poner en marcha una exposición que incluyera a pacientes, familiares y personal sanitario.

Una vez tuvieron planificada la exposición, todo el mundo se preguntó cómo no habían hecho antes algo así. Otros centros oncológicos han celebrado exposiciones conjuntas, pero siempre con artistas profesionales, apunta Barbara DiScena, una arteterapeuta de ocho años de experiencia.

Algunas de las piezas de la exposición “Transformaciones” fueron realizadas por personas con un fondo artístico profesional, pero la mayoría de los artistas no tenían capacitación formal. Eso hace que la exposición resulte tan increíble e inspiradora, pues demuestra una gran capacidad de resistencia.

Cuando un arteterapeuta preguntó a Theresa Cotton si quería participar en la exposición, ella no dudó en decir que sí. Su máscara se la había llevado a casa, pero sus hijos lo habían empleado como blanco de tiro de bolas de pintura, por lo que prefería utilizar la máscara de otro paciente. Ella se lanzó ante esta oportunidad para poder expresar sus sentimientos, ya que en febrero de 2011 recibió el diagnóstico en el día de su 50 cumpleaños. Después de una cirugía, tuvo que someterse a quimioterapia y radioterapia. Theresa cogió su colección de tarjetas de buenos deseos y notas enviadas a ella de sus amigos, parientes, extraños y estudiantes de tercer curso del aula donde ella había trabajado como ayudante de un profesor (unas 100 según la paciente). Durante varios días Theresa ordenó los mensajes, leyendo de nuevo todos ellos para recoger las palabras que a su modo de ver resultarían inspiradoras para otros. Pasaron varios días para que ella arreglase, decorase y pegase las notas de forma visible. Fue todo un reto para dejar de lado algunos sentimientos. Se sintió muy bien tras hacerlo. Atravesó y afrontó su enfermedad. Ella conoce a muchas personas que no lo hacen.

Esta máscara termoplástica de Theresa Cotton fue decorada con tarjetas de ánimo y frases inspiradoras que recibió durante su tratamiento en 2011
Conjunto de la exhibición “Transformaciones” que tuvo lugar en en Beachwood Community Center Art Gallery
Traducción libre del artículo “Cancer patients, survivors turn treatment masks into works of art” (Los pacientes con cáncer, los supervivientes convierten las máscaras de tratamiento en obras de arte). Les dejo con un video de cómo un paciente convirtió su máscara termoplástica para el tratamiento de un cáncer de laringe en una escultura. 

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Cáncer: Biografía de una supervivencia

Albert Jovell constituye siempre una figura inspiradora por muchos motivos. Primero, porque siempre tuvo muy clara su vocación médica y el camino que debía seguir, aunque en ese camino tuviera que renunciar a muchas cosas y hacer algunos sacrificios. Por otro lado, porque su coraje y determinación que tuvo frente a la enfermedad que hicieron de él un símbolo y un ejemplo a seguir. Albert tenía prisa, yo diría que una urgencia inaudita por vivir y así en los años que convivió con el cáncer trató de que su doble condición de médico-paciente no le mermara intensidad a las verdaderas emociones de la vida.
“Cáncer: Biografía de una supervivencia” es un libro autobiográfico cuyo testimonio alberga la enfermedad en un concepto amplio y dual, sin fisuras y real como la vida misma. En él describe su itinerario de supervivencia (fueron 12 años) con los obstáculos y retos inherentes a esa situación. Describe al cáncer como tres enfermedades en una: la física, la emocional y la social, ante las cuales se deben fabricar estrategias para combatirlas.     
Es un libro recomendable para todo el mundo, tanto si eres paciente como si no, porque el cáncer “siempre toca” aunque sea de forma colateral a lo largo de nuestras vidas. No es este un libro de autoayuda, ni tampoco ofrece ninguna fórmula mágica contra la enfermedad oncológica porque no la hay. Albert Jovell en su libro habla de su experiencia, de sus reflexiones, de sus necesidades, de su familia, de sus valores y por supuesto de su profesión de la que impera un espítitu autocrítico constructivo. Pone siempre de ejemplo a su padre que constituyó su principal referente en lo que él vino a llamar Medicina Basada en la Afectividad. El autor huye de la autocomplacencia y de los elogios recibidos, pues Albert cultivaba sabiduría y humildad a partes iguales. Comprendía que la ciencia sin conciencia poco podía contribuir a una Medicina mejor y se declaró claramente a favor de la presencia de más humanismo en nuestra profesión.
Inicia su “escritoterapia” particular hablando de su diagnóstico y de su necesidad de contarlo en un papel. Lo hace porque cree que transmitir su experiencia puede ser útil a otros, sean pacientes, familiares o amigos. Reconoce que la Medicina actual se acerca mucho al objeto (la enfermedad) pero se olvida del sujeto (el enfermo). Recrimina a las facultades de Medicina que hablen poco o nada de valores, pues en la enfermedad es donde se descubre realmente que los valores importan y sin ellos la Medicina se convierte en un trabajo mecánico y sin sentido. El apoyo psicológico y el cultivo de la solidaridad son dos estrategias terapéuticas complementarias al tratamiento médico clásico del cáncer que nunca deberíamos olvidar. “Si no eres afectivo ni empático con los pacientes no debes ejercer de médico” opina Jovell.  La receta que debe aplicarse siempre un médico es la de tratar a los pacientes como a él le gustaría ser tratado, recuperando así la artesanía del trato profesional con los pacientes. Un buen médico debe tener competencias técnicas y humanas con sus enfermos. El concepto “sus enfermos” no debe implicar un término posesivo, sino un concepto de responsabilidad con la condición del ser humano. 
Como médico especialista en Salud Pública nos habla también del valor relativo de las estadísticas publicadas. “Hay verdades, mentiras y estadísticas” apunta Jovell. Con respecto al cáncer que padecía su padre decía que su supervivencia era de apenas el 14%, pero si su padre sobrevivía, para él sería el 100%, lo cual nos hace entender el sentido que tiene la estadística cuando se aplica a un paciente concreto. 
Una de las cosas que me llaman la atención de este libro es su necesidad de tener a un tutor, navegador o consejero médico (health navigator) que le acompañe en el itinerario, le elabore un calendario de pruebas o citas y le ayude en la toma de decisiones. Descarga así también a la familia de algunas preocupaciones y hace el camino más llevadero. Es una figura que no se contempla en el actual y complejo tratamiento multidisciplinar del cáncer y a mi modo de ver, debería. Reconozco que sería un elemento cohesivo y enriquecedor que podría orientar al enfermo, pues éste siempre de un modo u otro se siente saturado o sobrepasado por las vicisitudes del itinerario que debe atravesar. Albert Jovell escoge a una persona de su confianza porque considera que está demasiado etiquetado y su condición particular como médico no siempre le ayudó. 
Otra de las innumerables frases que dan qué pensar es esta “A un médico especialista en Medicina Basada en la Evidencia le ha tenido que tocar una enfermedad sobre la que no hay investigaciones científicas de cómo se debe tratar”. Albert Jovell padecía un timoma, un tumor de la glándula del timo muy poco frecuente. La evidencia científica no tiene pues respuestas para todo y por ello personalmente no creo que haya que ser un “talibán” de ella. La actitud de Albert fue crítica ante ella pues el mismo reconoce que su diagnóstico fue incidental en un examen preoperatorio.
En el libro también aparece el Albert más íntimo y más familiar. Se hace fotos de forma impulsiva para dejar un testimonio gráfico a sus hijos, de la misma forma que nos confiesa que escribe para ellos también. Deja un legado impresionante, intenso y esperanzador para todos, con frases inspiradoras y llenas de contenido que siguen emocionándome, dando paso a un hombre memorable con mayúsculas. Les dejo con algunas de ellas:
“Mis padres me dejaron una sociedad mejor que la que ellos recibieron. Eso es lo que les debo a mis hijos”

“No todo es medicina en el tratamiento. No todo es razón. No todo es técnica y procedimiento. Lo importante es el enfermo, no la enfermedad”

“No basta con ser buen médico, hay que ser un médico bueno”

“Me siento orgulloso de pertenecer a una profesión donde aún es importante la ética, el compromiso con los demás y la capacidad de sacrificio”

“He tenido dos carreras de medicina: la vertical como médico y la horizontal como paciente. En la vertical, ves la enfermedad; en la horizontal la vives”

“Yo ya acepto que no me van a curar, pero me costaría aceptar que no me van a cuidar”

“Ser y ejercer de médico es un compromiso diario con la dignidad humana”

Video-canción: Carta Urgente (Rosana)

  

“Hay cosas que te escribo para no decirlas, hay cosas que que escribo en canciones para no repetirlas, hay cosas que están en mi alma y quedarán contigo cuando me haya ido. En todas acabo diciendo cuanto te he querido” 

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