La hormonoterapia es uno de los tratamientos indicados en determinados casos de cáncer de próstata. Conocemos desde hace años que la hormona responsable del crecimiento de las células neoplásicas en este cáncer es la
testosterona que en el varón se encuentra fundamentalmente en el testículo y en menor cantidad en las glándulas suprarrenales. Así pues una de las armas que tenemos para frenar la proliferación neoplásica es la utilización de fármacos que supriman esta particular hormona. Explicaremos brevemente los diferentes fármacos que existen en el mercado, su mecanismo de acción y sus potenciales efectos secundarios.
El antiandrógeno más frecuentemente utilizado es la
bicalutamida en forma de comprimidos vía oral a dosis de 50 mg/24h en combinación con análogos LHRH o a dosis de 150 mg/24h en monoterapia (tratamiento único).
La bicalutamida bloquea los receptores androgénicos, actuando de forma competitiva con los andrógenos circulantes obstruyendo así su acción.
Su principal toxicidad es hepática, por lo que es importante tener cuidado en aquellos pacientes con insuficiencia hepática moderada. También hay que tener precauciones es los pacientes con insuficiencia renal grave, en cardiópatas y diabéticos.
Los efectos secundarios más frecuentes son la ginecomastia (aumento del tamaño de las mamilas del varón) y la mastodínia (dolor en las mamilas). También son frecuentes los sofocos, las molestias óseas, articulares y la debilidad muscular. Pueden favorecer las diarreas. Asimismo este tratamiento favorece el conocido
síndrome metabólico: aumento de peso, alteraciones de los lípidos y la glucosa en sangre y aumento de la presión arterial.
Dentro de este grupo también se encuentran otros fármacos que están en desuso:
De reciente aparición e indicado en cáncer de próstata resistente a castración y tras la administración de quimioterapia está:
Aunque puede englobarse dentro de este grupo tiene unas características particulares. Su mecanismo de acción consiste el bloqueo de una enzima llamada CYP17, una enzima clave para la producción de testosterona que tiene lugar en diferentes partes del organismo del paciente como testículos, las glándulas suprarrenales e incluso (y esto es lo novedoso) dentro de las células del tumor.
Este medicamento debe tomarse siempre con prednisona (corticoides) para evitar una serie de efectos secundarios y también debe mantenerse el tratamiento con análogos LHRH.
Por su perfil de toxicidad debe monitorizarse la función hepática y está contraindicado en aquellos pacientes con insuficiencia hepática grave. También puede producir hipertensión arterial, hipopotasemia (niveles bajos de potasio en sangre) y edemas que se minimizan con la toma simultánea de prednisona. Aún así deben monitorizarse estos parámetros, muy especialmente la función cardíaca y renal, teniendo especial cuidado en los pacientes que ya presenten antecedentes de insuficiencia renal o enfermedades cardiovasculares previas. Aunque es un fármaco habitualmente bien tolerado precisa de una estrecha supervisión médica para evitar problemas graves.
Los efectos secundarios que puede presentar el paciente son similares a otros antiandrógenos.
En desarrollo y pendiente de comercializar en España está:
– Enzalutamida
- Análogos de la hormona liberadora de hormona luteinizante (LHRH):
Son análogos sintéticos de la hormona natural del mismo nombre. Dan lugar a una castración química reversible anulando así la secreción de testosterona. Puede administrarse sólo o en combinación con los antiandrógenos (llamado bloqueo androgénico completo). Su vía de administración suele ser subcutánea o intramuscular. En los casos de combinación con antiandrógenos no debe administrarse antes de 7-10 días tras la toma del antiandrógeno. Se puede administrar de forma mensual, trimestral, semestral e incluso existe una forma anual.
Su toxicidad principal reside en la disminución de la mineralización ósea (osteoporosis) por lo que deberá tenerse en cuenta en pacientes que ya la presentan o tienen factores de riesgo añadidos (tabaco, alcohol, otros fármacos como los corticoides, etc). Estos fármacos también pueden inducir el síndrome metabólico comentado arriba, por lo que deberán tenerse en cuenta los antecedentes cardiovasculares.
El efecto secundario más llamativo son los sofocos que pueden llegar a ser verdaderamente molestos para el paciente, pues van acompañados de una posterior e importante sudoración. El tratamiento con análogos LHRH produce impotencia sexual. El paciente también notará una considerable disminución del tamaño de sus genitales externos.
Los fármacos que tenemos a nuestra disposición de este grupo son:
– Goserelina
– Triptorelina
– Leuprolide
– Buserelina
– Histrelina
La hormonoterapia en el cáncer de próstata puede administrarse en los siguientes supuestos:
- Como tratamiento neoadyuvante a la radioterapia, es decir, se administra antes de la radioterapia, generalmente para reducir la carga tumoral y disminuir el volumen de la próstata, ayudando así a que la radioterapia sea más eficaz.
- Concomitante a la radioterapia, es decir, a la vez que la radioterapia con el mismo fin que el apuntado arriba y para aumentar la potencia terapéutica del tratamiento con radiaciones
- Como tratamiento adyuvante, es decir para ayudar a retrasar la evolución natural de la enfermedad
- Como tratamiento único en los casos de pacientes en los que la radioterapia o la cirugía se encuentren contraindicados.
- Como tratamiento paliativo en cáncer de próstata metastásico para aliviar la sintomatología y retrasar la evolución natural de la enfermedad.