Radioterapia tiene nombre de mujer

No pretendo bajo este título entrar en ninguna guerra intencionada de sexos. Trato simplemente de hacer un guiño y manifestar la importancia que tuvo y tiene en la Historia de las radiaciones la figura de una mujer con mayúsculas: Marja Skłodowska, más conocida como Marie Curie. Con ella la Radioterapia tiene nombre de mujer.

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Cineterapia oncológica: Elegir un amor (“Dying young” EEUU, Joel Schumacher, 1991) 5/5 (2)

“Elegir un amor” (“Dying young” en inglés) puede parecer a simple vista un melodrama romántico. En cierto modo lo es. Hilary es una atractiva mujer interpretada por una jovencísima Julia Roberts que harta de su vida amorosa y no amorosa, decide ir a una entrevista de trabajo anunciada en el periódico cuyos requisitos eran ser una chica atenta y servicial. Enfundada en un corto traje de chaqueta rojo que recuerda a “Pretty Woman” acude a la entrevista donde se lleva un chasco inicial por parte del adinerado entrevistador. Victor (Campbell Scott) que es su hijo de 28 años, envía a su mayordomo a su encuentro y le propone a Hilary trabajar para él como cuidadora, ya que padece una leucemia desde hace 10 años. Ella acepta y le acompaña en los tratamientos de quimioterapia. Al llegar a casa aparecen los temidos efectos secundarios que producen un gran impacto emocional en Hilary, que por un momento le hacen dudar y casi está decidida a renunciar. 

Sin embargo, Victor se da cuenta de la situación y se le adelanta diciéndole que puede abandonar el trabajo siempre que ella quiera. Ella sufre una transformación y se “empodera”, pues aunque en aquella época a inicios de los años 90 donde no había acceso a internet, acude a la biblioteca pública en busca de información médica que pueda ayudar a Víctor. Cuida su alimentación y le proporciona los mejores cuidados. Victor reflexiona sobre su situación con Hilary. Como amante de la Historia del Arte intenta enseñarle sus conocimientos y le habla incluso de su tesis doctoral que quiere acabar pronto. 

Se inicia así una historia de amor en la que él desea estar lo mejor posible para disfrutar de esa vida robada. Le dice que ya ha finalizado el tratamiento (no es cierto, él ha decidido abandonarlo conscientemente) y le propone irse de viaje y alquilar una casa para acabar de recuperarse. Hilary entiende que su trabajo ya carece de sentido, pero él insiste en que se quede con él y disfruten del momento. Al cabo de un tiempo él vuelve a encontrarse mal, con dolores y sudores nocturnos. Ella descubre el engaño y finalmente llama a su padre para que le convenza de proseguir con el tratamiento. En la escena final él accede a volver al hospital y seguir luchando juntos gracias a la fuerza y el cariño de Hilary. 

Como podemos comprobar una vez más la leucemia hace aparición de forma muy significativa en el cine, probablemente por el impacto que produce ver afectados por esta enfermedad a niños y jóvenes que apenas han despegado en su ciclo vital. En esta película, como también sucede en otras se observan los estragos de la quimioterapia en unos tiempos en los que apenas había medicamentos eficaces contra el vómito. Al hacer vista atrás y mirar el presente soy consciente de lo mucho que hemos mejorado en el tratamiento de soporte de la quimioterapia y este efecto secundario se ha minimizado de una forma relevante.También en la película se ven los dolores que el protagonista padece y combate con mórficos, así como la típica sudoración nocurna signo de actividad de la enfermedad hematológica.

Es curioso cómo también me ha llamado la atención cómo fuman de forma natural y en lugares públicos los protagonistas en la gran pantalla. En eso también la sociedad americana y europea han cambiado. Ahora nos resulta chocante y políticamente incorrecto ver a un protagonista de película fumando compulsivamente. Las diferencias sociales de ambos protagonistas también se muestran muy patentes, pero afortunadamente el director logra encontrar un equilibrio que hace crecer a los dos.  

La mirada de Víctor es penetrante, llamativa, vital y con ganas de comerse el mundo y el final aunque lacrimógeno está abierto a la imaginación del espectador.

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25 de Octubre: Día Mundial de los Síndromes Mielodisplásicos





Un síndrome mielodisplásico en un tipo de cáncer hematológico en el que la médula ósea no produce suficientes células sanguíneas sanas y hay células (blastocitos) anormales en la sangre o en la médula ósea.
En una persona sana, la médula ósea produce células madre sanguíneas (células inmaduras) que, con el tiempo, se convierten en células sanguíneas maduras. Una célula madre sanguínea se puede convertir en célula madre linfoide o una célula madre mieloide. Una célula madre linfoide se transforma en los conocidos glóbulos blancos. Las células madre mieloide se transforma en uno de los tres tipos de células sanguíneas maduras:
  • Glóbulos rojos o hematíes, que se encargan de transportar oxígeno a todos los tejidos del cuerpo.
  • Plaquetas, que tienen un papel en la coagulación de la sangre ayudando a combatir las hemorragias.
  • Glóbulos blancos, encargados de combatir las infecciones y otras enfermedades.
En un paciente con un síndrome mielodisplásico, las células madre sanguíneas (células inmaduras) no se vuelven glóbulos rojos, glóbulos blancos o plaquetas sanas. Estas células sanguíneas inmaduras, llamadas blastocitos, no funcionan como debieran y mueren en la médula ósea o brevemente después de entrar en la sangre. Esto deja menos espacio para que se formen glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas sanas en la médula ósea. Cuando hay menos células sanguíneas sanas, se pueden presentar infecciones, anemia o hemorragias.

Los síndromes mielodisplásicos (SMD) son un grupo heterogéneo de cánceres de la sangre que afectan en más de un 80% a pacientes mayores de 60 años. Se estima que en España hay cerca de 10.000 pacientes con SMD, con una incidencia de aproximadamente cuatro casos por cada 100.000 habitantes y año.
 
La AEAL, Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia, conmemora hoy, 25 de octubre el III Día Mundial de los Síndromes Mielodisplásicos con el objetivo de dar mayor visibilidad a este tipo de cáncer hematológico y concienciar a los pacientes sobre la importancia del acceso a la información y a los tratamientos para mejorar su calidad de vida. Si bien la incidencia de los síndromes mielodisplásicos es relativamente baja, se prevé que se incremente en los próximos años debido, entre otros motivos, al aumento de la esperanza de vida de la población y a los avances en los tratamientos.

Los síndromes mielodisplásicos se diagnostican generalmente en personas mayores de 60 años, por lo que cada caso requiere un abordaje individualizado que tenga en cuenta las características personales del paciente, su voluntad, su estado físico y su calidad de vida. Por ello AEAL, en su firme convencimiento de que un paciente formado e informado influye notablemente en la mejora de su calidad de vida, lanzó en 2012 la campaña “Vive. No te limites” enfocada a aportar información a los pacientes mayores de 65 años sobre los recursos y tratamientos de los que disponen, y que la edad no sea un motivo de discriminación para el acceso a pruebas diagnósticas, terapias oncológicas y ensayos clínicos.
En este sentido, AEAL se publicó en 2012 una guía dirigida a pacientes diagnosticados de síndrome mielodisplásico y a aquellos que ejercen el rol de cuidadores informales. A diferencia de otras guías, “Viviendo con un Síndrome Mielodisplásico” está escrita siguiendo un modelo pregunta respuesta, con preguntas reales de paciente, no sólo relativas la enfermedad en sí, sino también intentando dar respuesta a los aspectos emocionales y sociales en el paciente y en su entorno.
Asímismo, en la página web de AEAL www.aeal.es puedes obtener más información sobre los síndromes mielodisplásicos, su diagnóstico y tratamiento. Además, cuentas con dos seminarios online a través de los cuales podrás conocer más acerca de esta patología:

Les dejo con un enlace a la guía española de diagnóstico y tratamiento de los síndromes mielodisplásicos y con un video explicativo sobre esta enfermedad del Dr Rubén Mesa de la Clínica Mayo en Arizona, informando (en español-americano) acerca del pronóstico y las opciones de tratamiento.

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    Lactancia y cáncer de mama

    Muchas veces nos olvidamos que los seres humanos somos mamíferos y como tales estamos perfectamente diseñados para alimentar a nuestras crías con leche materna durante los primeros meses (o incluso años) de su vida. Esto ha sido así durante miles de años en la existencia de la Humanidad. En el siglo XX y XXI esta tendencia natural heredada ha ido decreciendo, desgraciadamente, de forma paulatina. Esta situación, al igual que viene sucediendo con otros cambios sustanciales de nuestro estilo de vida, como por ejemplo ocurre con la obesidad o el sedentarismo, son ahora factores que demuestran su relación con el incremento de la incidencia de cáncer de mama.

    Son ya bien conocidas las bondades que tanto para el bebé como para la madre tiene el hecho de amamantar por lo que su práctica sigue siendo muy recomendable, no sólo desde un punto vista clínico, sino también desde un punto de vista humano. Pero al margen de estas consideraciones, este “post” quiere hacer hincapié en un aspecto que, aunque ha sido ampliamente estudiado y científicamente probado, no se le ha conferido la importancia que tiene: el efecto protector de la lactancia materna frente al cáncer de mama.

    En palabras del conocido Pediatra Dr Carlos González, por cada 12 meses más de duración media de la lactancia materna, se podrían evitar, en los países desarrollados, 50.000 casos de cáncer de mama al año, un 11% del total, según los resultados de 47 estudios realizados en 30 países por el Grupo de Colaboración sobre Factores Hormonales en el Cáncer de Mama.

    La lactancia es una “prevención primaria” de miles de mujeres que se evitarían así la biopsia, los efectos secundarios de los diferentes tratamientos oncológicos, los riesgos de una intervención y jamás tendrían un cáncer de mama. De momento parece ser una buena estrategia, junto a una dieta saludable y el ejercicio físico, todos ellos conocidos y aplicables para la prevención del cáncer de mama (tener muchos hijos también ayudaría, o adelantar la edad media de gestación pero hay que reconocer que esto ya no es tan fácil de aplicar).

    Sólo por eso, por prevenir el cáncer de mama, deberían adoptarse políticas de protección a las madres lactantes, impulsar los hospitales amigos de los niños, formar a los profesionales, alargar el permiso de maternidad, etc. Pero es que además la lactancia materna previene el cáncer de ovario, la osteoporosis y la anemia en la madre. Y todo esto es apenas nada comparado con los efectos sobre la salud del bebé. 

    Si ahondamos en las razones científicas, parece que tanto el embarazo como la lactancia tienen un efecto positivo en la diferenciación del epitelio mamario y en la reducción de los niveles relativos de estrógenos, cuyos efectos se han relacionado ampliamente con el cáncer de mama.

    Diversos estudios muestran una correlación significativa entre el tiempo de lactancia y la edad del diagnóstico del cáncer de mama, especialmente en pacientes con antecedentes familiares y personales de cáncer, pudiéndose observar una reducción de la incidencia en un 50%. Esto es especialmente importante en pacientes portadoras del gen BRCA1 (No se ha demostrado para el BRCA2).

    En una interesante revisión bibliográfica se ha observado que la leche materna posee un complejo de alfa-lactoalbúmina con ácido oleico (llamado HAMLET, bonito nombre ¿verdad?) que induce la apoptosis o muerte celular programada de las células tumorales. Traducido significa que este componente de la leche materna produce una segura y efectiva protección frente al desarrollo de tumores de mama.

    Creo que hay en la literatura científica suficientes argumentos para considerar a la lactancia materna como un regalo que nos ofrece nuestra naturaleza humana. Ese “oro blanco” es una alternativa económica, sostenible, respetuosa y altamente gratificante para cualquier mujer que ha pasado por la experiencia de la maternidad. Siempre que oigo al Dr Carlos González en su apoyo a la lactancia pienso en lo mucho que ha ayudado a las mujeres a disfrutar de ella y hacer salvables las múltiples dificultades que la mujer moderna encuentra a su paso. Aprovecho desde aquí mi agradecimiento a su contribución y apuesta por el sentido común.

    Oigámoslo en este video sobre el tema que nos ocupa:

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    Contigo, una app muy rosa.

    Otra iniciativa más que ha nacido fruto de la gran aceptación de las aplicaciones para dispositivos móviles es “Contigo”. Se presenta bajo el título: No estás sola, nosotras estamos ‘Contigo’. Las 16 protagonistas de esta app multimedia, gratuita e interactiva, han padecido un cáncer de mama y, ahora, intentan ayudar a otras mujeres que acaban de ser diagnosticadas o se encuentran en la mitad del camino.

    Vídeos con testimonios personales, infografías interactivas y un veraz contenido médico. Todo ello, avalado y dirigido por la oncóloga Laura G. Estévez, coordinadora de la Unidad de Mama del Centro Integral Oncológico Clara Campal (HM HOSPITALES).

    El contenido aparece organizado en 11 secciones o capítulos temáticos: los primeros días, el cáncer, los tratamientos (se incluye la cirugía, la radioterapia, la hormonoterapia), el primer día de la quimioterapia, los efectos secundarios, la dieta, la sexualidad, las emociones, el deporte, la reconstrucción mamaria y el final del tratamiento.

    Se puede acceder a ‘Contigo’ de dos maneras distintas, dos experiencias complementarias. Con la tableta en horizontal, visionando vídeo tras vídeo; y en vertical, donde además del contenido audiovisual se accede a los textos, infografías e incluso recetas y fichas de ejercicio.

    Tampoco falta una última sección dedicada a las preguntas más frecuentes que suelen realizar las pacientes y sus familiares.

    Con todo ello, los creadores de ‘Contigo’ pretenden apoyar a las enfermas de cáncer de mama y convertirse en una herramienta esencial con la que llenar los vacíos y aclarar las dudas que se presentan en el camino hacia la curación.

    Una nueva forma sencilla, gratuita y de rabiosa actualidad para divulgar testimonios y conocimiento.

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