En este blog he tenido la suerte de contar con muchos “ángeles de la guarda”. Esta entrada está extraída de otro Ángel y su blog:
“El Lanzallamas” de mi colega del Hospital Ramón y Cajal,
Angel Montero Luis. Un trabajador incansable que no tiene miedo en llamar a las cosas por su nombre y que con sus reflexiones nos ayuda a crecer y ser mejores profesionales. Yo, que poseo una escueta formación en gestión, aunque trate de hacerla con el mayor sentido común posible, he encontrado en el artículo al que hago referencia, algunas pistas de por dónde deberían ir los tiros. Sorprende que un documento de 1991 tenga una capacidad tan visionaria sobre los avatares que iba a seguir en el siglo XXI nuestro sistema sanitario español. Me ha parecido muy aleccionador y útil el desenpolvarlo. Les invito a leerlo:
El
Informe Abril, así llamado por estar presidida la comisión encargada de su redacción por Fernando Abril Martorell, continúa siendo, a día de hoy, un documento fundamental para entender las complejidades de nuestro sistema y las posibilidades para reformarlo. Contrariamente a lo que ahora se estila,
el Informe contó con la participación de numerosos profesionales, muchos de ellos de enorme prestigio, y
con todo tipo de ideología, sin exclusión de ninguno por el ello de la misma. Algo, desgraciadamente, impensable hoy. El Informe Abril, pese a estar redactado en 1991, conserva aún plena su vigencia e interés, y podría convertirse en un excelente punto de partida para abordar, de una vez por todas, una reforma seria y en profundidad de la Sanidad Pública. Aunque creo que su lectura completa es muy recomendable, casi una obligación para los que luchamos por una reforma del sistema, una serie de aspectos me parecen de especial interés:
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El Informe comienza haciendo un reconocimiento expreso de la contribución del Sistema Nacional de salud (S.N.S.), en su situación actual y en su formación histórica, a la mejora del estado de salud de la población y a la corrección de las desigualdades sociales. Pero inmediatamente pasa a detallar las carencias que se observan. No sorprende que sean las mismas de las que hoy adolece el sistema:
- “La Atención Primaria, que tiene la responsabilidad funcional de ser la “puerta de entrada” y orientación principal del sistema de cuidados,[…], produce en muchas ocasiones un excesivo consumo de medios diagnósticos y terapéuticos”
- “el porcentaje del gasto sanitario público que absorbe la Asistencia Especializada aumenta notablemente en los últimos años”
- “el Sistema público carece de una visión global y empresarial de servicio, coarta, más allá de lo necesario, la libertad de elección de los usuarios y adolece de relaciones despersonalizadas…”
- “el marco laboral estatutario no responde a las necesidades actuales,[…], algunos profesionales se encuentran lógicamente desmotivados…”
- “ausencia general de estructuras y mecanismos de información, evaluación y análisis en el sector sanitario público y privado”
- “en los equipos directivos, la responsabilidad de la gestión queda diluida o anulada por el excesivo centralismo y rigidez del sistema”
- “el Sistema Nacional de Salud está orientado básicamente al cumplimiento de los procedimientos formales de la función pública, antes que al logro de altos resultados mediante el empleo óptimo de recursos humanos y materiales de gran cualificación”
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En su intención de reformar el Sistema Nacional de Salud, el Informe Abril también propone una serie de soluciones que afectan a todos los ámbitos del sistema, teniendo siempre presente, tal y como claramente especifica, que “las mejoras que se proponen, y las que puedan producirse en el futuro, nunca deben afectar al núcleo básico de equidad y solidaridad que constituye la médula del Sistema”
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Entre otras, el Informe proponía:
- Cambios en el régimen jurídico: “…la conciencia de la obligación personal y el deber de rendir cuentas de los resultados constituyen incentivos inexcusables para cumplir los fines de cualquier servicio o empresa”
- Reforma de los Recursos Humanos: “Debería estimularse el desarrollo de la carrera profesional en las diferentes modalidades de personal sanitario, separando las responsabilidades jerárquicas de la promoción profesional personal. Deberían establecerse mecanismos de motivación e incentivación del personal, a través de diferentes modalidades, para lograr su participación y revalorización en la gestión y funcionamiento de cada una de las unidades asistenciales”
- Cambios en la facturación: “El sistema debe avivar la conciencia de gasto, tanto del usuario (facturación individualizada del servicio) como de los profesionales implicados en la gestión, puesto que necesita equilibrar los costes incurridos en la prestación con los precios socialmente admisibles a los que tendrían que ser facturados,[…], la “salud no tiene precio”, pero realmente tiene un coste…”
- Colaboración público-privada: “El sector privado que vinculase su actividad a las reglas del juego tendría oportunidad de competir, en términos de seguridad jurídica, con los proveedores de titularidad pública. Esta nueva situación de competencia leal serviría también de aliciente para promover una mayor eficiencia…”
- Vinculación del personal: “Actualmente, el acceso a los puestos de trabajo se produce mediante el sistema de concurso-oposición o a través de traslados a plazas “en propiedad”,[…]. La estabilidad en el puesto de trabajo, aspiración compartida por la mayoría de la población, se convierte en contrapartida a la ausencia de otro tipo de incentivos, económicos o de desarrollo profesional, y ello fomenta un igualitarismo empobrecedor…”
- Calidad: “Otro de los objetivos prioritarios de gestión es obtener la máxima calidad posible en el servicio. Ahora bien, esta Calidad no debe confundirse con los eventuales excesos producidos por una “medicina defensiva”, ni con las demasías de una medicina complaciente o con elevados ratios de personal; en última instancia, la calidad no va inexcusablemente asociada a un mayor coste”
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En resumen, estos aspectos del Informe Abril planteaban, en el ya lejano 1991, es lo que tantos médicos exigimos hoy, en 2013.
¿Podemos dirigirnos hacia un modelo sanitario sostenible, justo y excelente? La respuesta está en si tenemos el arma para hacerlo: LA VOLUNTAD.