María entró a la consulta muy nerviosa. No paraba de moverse. La doctora le formuló la pregunta habitual de cómo se encontraba. Ella contestó entre lágrimas y angustiada: “Mi hermana ha fallecido de un cáncer de mama. Al parecer llevaba años con la enfermedad y no nos dijo nunca nada a la familia, supongo que para no preocuparnos. Yo tengo su misma enfermedad. Temo que esto sea hereditario y me muera igual que ella. La angustia no me deja vivir”. La doctora le preguntó entonces si sabía de más casos en la familia. María contestó que no. Trató entonces de tranquilizarla y le explicó que el cáncer de mama es tan frecuente que puede darse el caso de que dos miembros de una misma familia lo padezcan sin que medie mutación o herencia genética alguna. Simplemente se trata de una casualidad estadística. Miró sus análisis, sus pruebas complementarias, la exploró y al finalizar le dijo que todo estaba bien. María resopló con alivio y salió de la consulta mejor que entró. La doctora pensó en lo difícil que iba a ser quitarle esa “espada de Damocles” cada vez que entrara de nuevo en su consulta. Era una situación que ella veía con demasiada frecuencia.
La última visita fue quizá la más dura. Hacía quince días que Ana había venido a su consulta rutinaria. Una alteración analítica hacía sospechar. Pero habían pasado casi cinco años del diagnóstico y la paciente estaba completamente asintomática. Deseaba equivocarse en su sospecha, pero un TAC y una gammagrafía ósea sentenciaron lo que de algún modo ya intuía: dos pequeñas lesiones hepáticas muy sugestivas de metástasis y múltiples lesiones óseas metastásicas. Explicar todo esto a una mujer de 54 años que se encontraba bien y comenzaba a olvidarse de su enfermedad no iba a ser fácil. La doctora le contó la verdad de la forma lo menos traumática posible: “La enfermedad parece haberse extendido al hígado y a los huesos. Afortunadamente las lesiones del hígado son pequeñas y las metástasis óseas suelen responder favorablemente a la terapia hormonal y a los bifosfonatos”. La remitió al Servicio de Oncología Médica para que valorasen la conveniencia o no de añadir quimioterapia. La paciente no medió casi palabra. Escuchaba asombrada y dijo entender lo explicado. La doctora interpretó que se estaba enfrentando a un nuevo impacto diagnóstico. Necesitaba digerirlo y quizá por ello parecía no expresar ninguna emoción. La doctora le deseó lo mejor y la emplazó para una nueva consulta. En ella le explicaría cómo había ido todo.
Aquel día había la consulta trajo unos cuantos desafíos. Estaba mentalmente agotada. Agradecía que la consulta hubiese concluido. Tenía otras tareas pendientes antes de marchar…
Les dejo con esta versión de “Price Tag” de Jessie J con subtítulos en español