En este primer domingo de Mayo, tan soleado y primaveral, voy a permitirme hablar del Día de la Madre, especialmente de su valor como heroínas que son.
Creo que en primer lugar he de hablar de mi primer referente: mi propia madre. Sin ella, esta que les escribe no estaría aquí contándoles lo que les cuento. Ella me dió la vida hace más de 40 años ya, y sigue ahí dándome su cariño. Nunca tendré palabras suficientes para agradecerle no sólo el hecho de haberme dado la vida, sino de apoyarme en momentos difíciles, en haber creído en mi cuando nadie lo hacía y en haberme enseñado ese espíritu de entrega y sacrificio que todas las madres tienen. De ella he aprendido mucho, y sigo haciéndolo aunque en ocasiones discrepemos o tengamos puntos de vista diferentes de la realidad que nos ha tocado vivir.
También quiero aprovechar la oportunidad que me ofrece este espacio para levantar una lanza a favor de todas esas madres y heroínas que han pasado por la experiencia de vivir con el cáncer. Es particularmente admirable para mi ver cómo llevan su enfermedad esas mamás con niños pequeños (o no tanto), intentando normalizar sus vidas a pesar de la huellas que dejan los tratamientos, las ganas de seguir adelante, de luchar, de no conformarse, de mantenerse guapas, activas e incluso sonrientes aún cuando la situación no se lo pone precisamente fácil para ello. Muchas de ellas me han dado una lección de vida, se lo aseguro. Algunas de esas mujeres no eran madres en el momento del diagnóstico, pero una vez superada la enfermedad cumplieron su sueño de ser madres y lo compartieron con alegría conmigo. ¡Qué grandes y qué valientes!
Por último también quiero hablar de esas mamás-médico como yo, con las que comparto una magnífica complicidad. Conciliar vida laboral y familiar sigue siendo nuestra asignatura pendiente y llena de dificultades. Sin embargo, ser madres nos confiere un cierto “plus” de sensibilidad o al menos eso creo. En mi caso, ser madre me ha hecho mejor persona, soy más capaz de comprender muchas situaciones y de mantener ese espíritu de generosidad, sacrificio y entrega que otrora mi madre me reveló. La vida en cierto modo se te ensancha, trasciende y se vuelve más vida. Estarán conmigo que quizás el amor de una madre es de los más incondicionales que existen.
Me siento feliz por haber tenido la oportunidad de vivir esa experiencia y compartirla.
Ya lo dijo Said Bahajin
“Todos necesitamos un regalo de amor y todos tenemos que aprender a regalar amor”
“Enséñales a superar obstáculos.
A ver lo extraordinario en lo ordinario.
A que todo acto tiene consecuencias.
Y a amar de verdad…” (F.Alberca)
Les dejo con esta canción de Rosana Arbelo (una de mis cantantes favoritas) que dedica a las madres.
¡ FELIZ DÍA DE LA MADRE!