He de confesarles que a Umbral le conocía más como columnista. Recuerdo hace ya unos años, haberle leído en su sección “Los placeres y los días” del diario “El Mundo”. Siempre me había parecido un personaje arrogante y estrafalario, que transmitía una imagen de estar por encima del bien y del mal. Sus artículos, sin embargo, me parecían de una calidad extraodinaria y vislumbraba una extraña disonancia o contradicción entre esa imagen y su prosa como escritor.
Llegué a este libro “Mortal y Rosa” de la mano del médico humanista, el Dr Joseantonio Trujillo (@Joseatrujillo) que en su particular disección del dolor y el sufrimiento humanos a través de la literatura en su libro “Lágrimas de papel”, relata parte de la biografía humana de tres grandes escritores: Francisco Umbral, Sándor Marai y C.S. Lewis. De lectura recomendable para cualquier médico que se precie como humanista.
“Mortal y Rosa” es un diario íntimo y sobrecogedor sobre el duelo que Francisco Umbral recorrió tras la desaparición de su único hijo “Pincho” que falleció como consecuencia de una leucemia cuando sólo contaba con 6 añitos. Pensemos que este escritor no tuvo una vida fácil. No la tuvo en su infancia. No la tuvo en su edad adulta debido a este trágico suceso.
La muerte de un hijo te deja sin palabras, sin argumentos, sin consuelo posible. Nuestra mente humana no está programada para sobrevivir a un hijo. Umbral, a pesar del intenso dolor y sufrimiento, fue capaz de encontrar palabras, de ponerle poesía, amor, belleza y lirismo a un sentimiento brutal, desgarrador y triste. A través de su escritura, Umbral consigue autorretratarse conduciéndote con una prosa inconfundible, propia e intraducible a ese arrebato de sentimientos y de preguntas sin respuestas, haciendo que sientas su lado más humano, más compasivo y más admirable. Creo sinceramente que ha sido una manera maravillosa de expresar y liberar emociones que debían estar en puro estado catártico. He descubierto con la lectura de este libro que tenía una idea equivocada de este polémico autor. Su arrogancia o su pose respondían posiblemente a una máscara que él mismo se había construido para protegerse del profundo dolor que atravesó en toda su experiencia vital.
Siempre me parecerá sorprendente esa capacidad que posee el ser humano para sobreponerse y transformar el dolor en una indescriptible belleza ya sea a través de la literatura, la música o cualquier expresión artística.
Recomiendo pues la lectura del libro “Mortal y Rosa” para todo aquel que quiera acercarse al retrato humano del duelo más duro que se puede tener en la vida como es la pérdida de un hijo. Les dejo como muestra este bello párrafo:
“Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo llorándote en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen en Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más”.
Les dejo con un video de un fragmento del libro. Pocos días después del fallecimiento de Umbral se celebró un acto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para recordar su vida y obra en el que participaron diversas personas del mundo de la cultura, y entre ellas Juan Diego, quien leyó este mismo fragmento, con un sentimiento y una interpretación tal que aún parece estar escuchando tanto su voz como la ovación larga y cerrada que irrumpió a continuación, según cuentan los que estuvieron presentes.