Desde que tú te fuiste

Querido F.:
Desde que tú te fuiste, hace hoy ya dos años, el prisma a través del cual miro la vida y a mis pacientes he de decirte que me resulta distinto. Tu figura, de una forma consciente o inconsciente, sigue presente entre los vivos. Esa figura fue la que me conmovió, la que me empujó a acompañarte en aquello en que buenamente estuviera en mi mano hasta tu viaje final.
Decir que te recuerdo o que te echo de menos son frases hechas que se quedan cortas e insulsas, pues todo esto resulta difícil de expresar sólo con palabras. Hay matices y colores. Hay sonrisas y lágrimas. Hay recuerdos nítidos y otros borrosos. Hay mucho de sentimiento y también de nostalgia.
Te imagino en algún lugar con tu sonrisa puesta, igual que en la última estampa que tengo de ti al despedirme en el portal de tu casa, haciendo un esfuerzo titánico para acompañarme tras un segundo ciclo de Carboplatino-Taxol. Desde el diagnóstico, ciertamente albergamos esperanzas. Esperanzas de poder con esa enfermedad que había decidido habitar en un maltrecho pulmón. Sabías que el camino iba a ser duro y difícil, pero no abandonaste. Fuiste valiente y generoso para ahorrar ese dolor ajeno que te aterraba casi más que el propio. Te fuiste antes de lo esperado. Sigilosamente y de puntillas. Tú no eras hombre de ruidos ni de aspavientos.

Ojalá no estuviera escribiéndote estas líneas. Ojalá pudiera escucharte al otro lado del teléfono contándome tu cotidianidad, tus preocupaciones, tus anhelos. Ojalá estuvieras aquí con los tuyos viéndolos madurar, crecer o simplemente corretear o jugar. 

Llevo muchos años ya dedicándome en cuerpo y alma a la Medicina y en concreto a la Oncología. Cuento en mi haber con muchos supervivientes, pero también me ha tocado despedirme de otros muchos, algunos de ellos compañeros, amigos o familiares. Muchos no entienden que lo grande de esta profesión no es sólo salvar vidas. Eso está muy bien y queda perfecto para la foto. La Medicina debe ser también alivio y consuelo para el que sufre y debe saber acompañar incluso en los malos momentos cuando te toca de cerca. Hay que entender que no se debe abandonar nunca a un enfermo, igual que un capitán con su pasaje cuando su barco se hunde. Lo bonito de todo esto es haber tenido el privilegio de compartir esa experiencia por dura que fuera.

Desde que tú te fuiste me entregaste, posiblemente sin pretenderlo, una lección de vida. A pesar de los momentos malos, hubo lugar para los buenos y con ellos quiero quedarme. Desde que tú te fuiste sentí el impulso irrefrenable de escribir esta bitácora, de replantearme muchas cosas y a dar sentido al sinsentido. Cogí el testigo de tu pluma que recibí en herencia como una señal premonitoria. Creo encontrarme en posición para el camino. Por ello hoy y desde aquí quiero así honrar a tu memoria.

Un beso muy fuerte allá donde estés.

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Retrato íntimo tras una pérdida 5/5 (1)

Esta es una conmovedora historia que ha mostrado su lado más hermoso a través de la fotografía. La esposa de Ben Nunery, Ali murió en el año 2011 después de una batalla con una rara forma de cáncer de pulmón. Dos años después, Ben y su hija Olivia decidieron volver a la casa que él, de donde Ali se fue el día antes de su boda. Con todo, las maletas, la casa estaba vacía, al igual que lo fue el día en que se hizo el particular reportaje fotográfico de la boda. Así que Ben convenció a su cuñada, la fotógrafa Melanie Pace, para que hiciera al igual que esas originales instantáneas de la boda, una nueva serie con su hija. 

Melanie escribió acerca del hecho de tomar el nuevo conjunto de fotos de Ben y Olivia en su blog: 

Él me pidió que tomara fotos de él y Olivia en su casa vacía tal como lo hicimos en el día en que se casó con Ali, hace cuatro años y medio. Así es, ha llegado el momento de que Olivia tenga un patio para jugar, una casa más grande donde sus juguetes pueden tener un lugar dedicado a su propia casa y en un buen colegio cerca. El viernes Ben entregó las llaves y se fue de la casa de la que guarda tantos recuerdos inolvidables. El lugar donde se puede, literalmente, sentir la presencia de mi hermana al segundo que entras por la puerta. Heck, se sirvió en la fabricación de ese lugar su hogar y cada centímetro de ella estaba hecho a la perfección ¿A quién estoy engañando?”

Las fotos de boda de Ben Nunery y Ali se tomaron en la casa que iba a ser testigo de su vida juntos. Sin muebles, vacía y llena de luz, como un lienzo en blanco que se llenaría de recuerdos y de color según fueran envejeciendo. Pero no pudo ser así.

Apenas dos años después de haberse casado, Ali fallecía de un cáncer de pulmón en 2011, con 31 años, y dejando atrás no sólo a su marido, sino también a su hija Olivia, de casi un año.

Ahora, padre e hija han decidido dejar aquella casa, según ha contado a la NBC, pero no sin antes rendir el más tierno y triste de los homenajes tanto a los recuerdos que guarda el hogar donde Ben y Ali empezaron su vida juntos como, especialmente, a la memoria de su mujer.

Es así como, en pleno 2013, padre e hija han recreado las imágenes de la boda que tuvo lugar tan sólo cuatro años atrás. Unas fotos que, según reconoció Ben, representan algunos de los mejores recuerdos de su vida. Por eso las ha recreado con la misma fotógrafa, Melanie Tracy Pace, hermana de Ali. Y otra vez en la casa sin muebles, vacía, pero llena de luz.

El paralelismo de las fotos de madre e hija me ha parecido magnífico y emotivo. Estoy convencida que a Ali le hubiese encantado verlas desde donde quiera que esté. 

Extraído del artículo de BuzzFeed: “Dos años después de la muerte de su mujer por cáncer, un hombre recrea sus fotos de boda con su hija”.

Les dejo con un video de estas y otras bellas fotografías

http://www.youtube.com/watch?v=fOIHyLAs-wg

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Mi particular homenaje

Hoy hace un mes que publiqué mi blog, pero este “post” lo llevo madurando algún tiempo. Después de llevar más de 20 años dedicándome al mundo oncológico, pensarán que algo “anestesiada” estaré. Les puedo decir que no es así. No quiero vivir anestesiada ante el dolor y las hermosas lecciones de vida que he recibido gracias al cáncer. 
Hay personas que pueden no entender mi gusto por mi especialidad médica, habiendo otras especialidades aparentemente más amables a la vista del gran público. Todas las especialidades médicas tienen su cara y su cruz, su lugar y su por qué. Cuando opté al MIR allá por el año 91, la elegí porque suponía un gran reto y los retos siempre son buenos porque motivan en si mismos. La Oncología es un gran reto para la Medicina. En esta lucha cuando echas la vista atrás, ves que hemos cosechado cada día alguna victoria más. Derrotas también hay y son duras; pero ayudan a reflexionar, a replantear, a aprender y en definitiva a evolucionar. O quizás ¿debería decir r-evolucionar?
Muchos pacientes siguen adelante y se convierten en supervivientes. Otro día me dedicaré a ellos en este blog. 
Hoy toca hablar de los que se han ido. Especialmente me apetece hablar de los que por un motivo u otro me llegaron y me “tocaron la fibra”, bien por la maravillosa relación médico-paciente que hubo o bien por algún vínculo afectivo o familiar.
Me acuerdo por ejemplo, de ese hombre que vivía circunstancialmente en Mallorca con su hijo y que siempre se mostraba amable, cariñoso, cercano, con la sabiduría de un pueblo del Bierzo de dónde era originario y del que hablaba con sumo orgullo, y que siempre fue alguien muy entrañable para mi. Me acuerdo también de una compañera de trabajo cuando estaba en Son Dureta, que llevó la enfermedad como una paciente más y siempre me reservaba una sonrisa o una mirada de complicidad. Más recientemente y ya aquí en Burgos me acuerdo de ese joven que luchó incansablemente y de forma admirable, sin perder nunca la ilusión por vivir. De él  también me llevo su sonrisa. Más joven aún era esa otra paciente que con 16 añitos vino un día que estaba yo de guardia, muy asustada, cansada, pero entregada y esperanzada. La recuerdo con mucho cariño.
Ayer recibí una llamada de esas que siempre te sobresaltan. Un familiar se había marchado muy temprano. Mi último recuerdo de él fue feliz, como padrino en la boda de su hija. Me consta que luchó de forma admirable, disfrutando de esos momentos en que la enfermedad le permitía normalizar su vida.
No me quiero despedir sin hablar de alguien que hoy justamente hace 5 meses nos dejó y que corrió la misma suerte que su padre. A ambos me unen lazos afectivos muy fuertes y recuerdos ciertamente muy felices. De él me llevo su profundo cariño, su alma de orgullo “caballa”, su confianza, su respeto, su gratitud, su amor incondicional por los suyos y su tremenda generosidad. Me acordaré siempre de su exquisita bondad, de su mirada y de sus conversaciones, asegurándome en la despedida que se cuidaría. Este blog os aseguro que ha sido empujado por él en gran medida.
A todos,  tanto los mencionados como los que no, les quiero dar las GRACIAS. Vosotros me habéis ayudado a madurar, a ser mejor persona y espero que mejor médico también. Pensar en vosotros me pone en la tesitura de tener que hacer mi trabajo mejor cada día
Mi más sincero HOMENAJE desde aquí. No quiero olvidaros, pues en algún rincón de mi humilde corazón os llevaré siempre como equipaje que no me debe faltar.

La foto pertenece a la autora de este blog.

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