Hoy hace un mes que publiqué mi blog, pero este “post” lo llevo madurando algún tiempo. Después de llevar más de 20 años dedicándome al mundo oncológico, pensarán que algo “anestesiada” estaré. Les puedo decir que no es así. No quiero vivir anestesiada ante el dolor y las hermosas lecciones de vida que he recibido gracias al cáncer.
Hay personas que pueden no entender mi gusto por mi especialidad médica, habiendo otras especialidades aparentemente más amables a la vista del gran público. Todas las especialidades médicas tienen su cara y su cruz, su lugar y su por qué. Cuando opté al MIR allá por el año 91, la elegí porque suponía un gran reto y los retos siempre son buenos porque motivan en si mismos. La Oncología es un gran reto para la Medicina. En esta lucha cuando echas la vista atrás, ves que hemos cosechado cada día alguna victoria más. Derrotas también hay y son duras; pero ayudan a reflexionar, a replantear, a aprender y en definitiva a evolucionar. O quizás ¿debería decir r-evolucionar?
Muchos pacientes siguen adelante y se convierten en supervivientes. Otro día me dedicaré a ellos en este blog.
Hoy toca hablar de los que se han ido. Especialmente me apetece hablar de los que por un motivo u otro me llegaron y me “tocaron la fibra”, bien por la maravillosa relación médico-paciente que hubo o bien por algún vínculo afectivo o familiar.
Me acuerdo por ejemplo, de ese hombre que vivía circunstancialmente en Mallorca con su hijo y que siempre se mostraba amable, cariñoso, cercano, con la sabiduría de un pueblo del Bierzo de dónde era originario y del que hablaba con sumo orgullo, y que siempre fue alguien muy entrañable para mi. Me acuerdo también de una compañera de trabajo cuando estaba en Son Dureta, que llevó la enfermedad como una paciente más y siempre me reservaba una sonrisa o una mirada de complicidad. Más recientemente y ya aquí en Burgos me acuerdo de ese joven que luchó incansablemente y de forma admirable, sin perder nunca la ilusión por vivir. De él también me llevo su sonrisa. Más joven aún era esa otra paciente que con 16 añitos vino un día que estaba yo de guardia, muy asustada, cansada, pero entregada y esperanzada. La recuerdo con mucho cariño.
Ayer recibí una llamada de esas que siempre te sobresaltan. Un familiar se había marchado muy temprano. Mi último recuerdo de él fue feliz, como padrino en la boda de su hija. Me consta que luchó de forma admirable, disfrutando de esos momentos en que la enfermedad le permitía normalizar su vida.
No me quiero despedir sin hablar de alguien que hoy justamente hace 5 meses nos dejó y que corrió la misma suerte que su padre. A ambos me unen lazos afectivos muy fuertes y recuerdos ciertamente muy felices. De él me llevo su profundo cariño, su alma de orgullo “caballa”, su confianza, su respeto, su gratitud, su amor incondicional por los suyos y su tremenda generosidad. Me acordaré siempre de su exquisita bondad, de su mirada y de sus conversaciones, asegurándome en la despedida que se cuidaría. Este blog os aseguro que ha sido empujado por él en gran medida.
A todos, tanto los mencionados como los que no, les quiero dar las GRACIAS. Vosotros me habéis ayudado a madurar, a ser mejor persona y espero que mejor médico también. Pensar en vosotros me pone en la tesitura de tener que hacer mi trabajo mejor cada día.
Mi más sincero
HOMENAJE desde aquí. No quiero olvidaros, pues en algún rincón de mi humilde corazón os llevaré siempre como equipaje que no me debe faltar.
La foto pertenece a la autora de este blog.