Han pasado 6 meses ya desde que nos trasladamos. Estamos como niños con zapatos nuevos. Estrenamos un servicio con dos nuevos aceleradores que nos van a permitir mejorar mucho la calidad de vida de los pacientes. Andamos poco a poco, pero con paso seguro. Toca desaprender y aprender de nuevo muchas cosas. Es tiempo de comenzar otra etapa, otros retos, otras ilusiones. Tiempo de comenzar de cero.
¡Adiós Divino! ¡Hola Universitario!
Abandono “El Divino” ya con cierto sentimiento de nostalgia, pues ha sido mi hogar profesional durante algo más de ocho años. En los últimos tiempos nos ha tocado despedirnos de mis compañeros de Laboratorio, Radiología, Medicina Nuclear, Rehabilitación, Hospitalización e incluso de Cafetería dejándonos en un cierto estado de aislamiento. Ahora sólo habitan en él Salud Mental, Consultas de Urología, la Unidad de Investigación, Medicina Forense y un TAC y RMN de “Q Diagnóstica”. Es curioso, pero las personas que han habitado en él le han dotado de alma y verle ahora así despojado me produce un cierto sentimiento de melancolía.
Me gustan los hospitales con nombre. Me refiero a nombre de algún personaje eminente. Considero que le da cierto empaque y personalidad al centro. El Hospital “Divino Vallés” se llama así en referencia a un ilustre médico natural de Covarrubias (Burgos), llamado Francisco Vallés apodado “El Divino”, pues sus dotes le hicieron merecedor de ser el médico personal de la corte de Felipe II. Bonito apodo ¿no les parece? Para mi es un hospital “divino” tanto en lo personal como en lo profesional. Dejo muchos buenos recuerdos que intentaré mantener vivos en mi memoria.
Me encamino hacia el Hospital Universitario de Burgos. También llamado “El Nuevo” o por sus siglas “El HUBU”. Ubicación: Bloques H-I, planta -2. A diferencia del anterior se ha decidido que sea un hospital “sin nombre”, impersonal, de corte concesional, dividido en bloques casi estancos con nombre de abecedario. Dentro de él largos y laberínticos pasillos que confunden al “usuario” que precisa ya de un mapa para orientarse y no perderse, optando muchas veces en preguntar al primero que pasa de blanco. Un hospital moderno, con jardines tipo zen, de apariencia fría, con un hall inmenso y lleno en sus sótanos de pequeños comercios, una oficina bancaria, una sala de exposiciones, etc que me recuerdan al “duty free” de cualquier aeropuerto. Hormigón, mucho hormigón, incluso ornamental con vigas vistas que lo atraviesan, emulando a los campos arados de Castilla, según palabras del propio arquitecto. La entrada no es apta para las personas de movilidad reducida que tienen que esperar pacientemente a un único ascensor. Sus habitantes profesionales comentan que se sienten distintos y distantes con respecto a su anterior ubicación bien en “El Divino”, “El Yagüe” o en “El Militar”. Ellos que ya llevan poco más de un año en sus nuevos puestos me han descrito ese sentimiento general. Sin embargo creo que, a pesar de todos los pesares, estamos condenados a adaptarnos a este nuevo entorno y son las personas las que deben dotarle del “alma” que otros han querido robarle. Probablemente hablo desde una perspectiva diferente, pues nuestro Servicio siempre ha estado apartado y ahora estamos por fin integrados. Vamos sin duda a mejor y quiero mirar al futuro con optimismo.
El Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Universitario de Burgos cuenta con dos aceleradores lineales de electrones de última generación, permitiendo realizar nuevas técnicas de tratamiento que se irán implementando poco a poco: IMRT, IGRT, Radiocirugía, etc. Echaré de menos al “Divino”, pero se abren nuevos tiempos, nuevos retos y nuevas esperanzas. Comienzo hoy una nueva andadura.
Muchas lágrimas y…alguna sonrisa
¡¡ SUERTE!!