Lactancia emotiva

Amamantar a un hijo por primera vez es quizá uno de los momentos más emotivos para cualquier mujer tras dar a luz. Es un milagro de la vida francamente indescriptible. Ver la cara de tu hijo en tu regazo, tomando el pecho es (al menos personalmente para mi lo fue en su momento) una de las experiencias más bonitas y gratificantes, pues se establece con tu hijo un vínculo muy especial. Los beneficios físicos y emocionales para ambos han sido ampliamente descritos en la literatura médica sobre salud materno-infantil.
Pero hay una lactancia que me ha impresionado por su especial significado y emotividad. Es el caso de Sera McCorkle, una mujer diagnosticada de cáncer de mama en pleno embarazo, que recibió quimioterapia durante él (no han leído mal, a partir de la duodécima semana de gestación puede admisnistrarse quimioterapia) y tuvo que ser sometida a una mastectomía. A pesar de todo, su embarazo siguió adelante y dió a luz a su bebé a las 36 semanas. Fue especialmente emotivo al comprobar que la naturaleza hizo su trabajo y el bebé buscaba con fruición el pecho sano para alimentarse, hecho que hizo que la madre no pudiera evitar la emoción y rompiera a llorar.
La fotógrafa Kate Murray captó esas imágenes que han dado la vuelta al mundo en rotativos, telediarios y páginas web. “Esta es la definición de la fuerza, del amor y la belleza en estado puro” declara la fotógrafa. “El bebé demostró que estaba listo para venir al mundo, heredó la fuerza de su madre y se aferró al pecho sano por su cuenta, ajeno a lo que pasaba, haciendo estallar de emoción a la sala del paritorio”.
Afortunadamente Sera se encuentra en remisión de su enfermedad, aunque es posible que necesite seguir algún que otro tratamiento y controles. Estas instantáneas son preciosas e invitan a pensar que la tenacidad y el amor materno-filial pueden hacer que se superen obstáculos difíciles y complicados. Dejemos que esta mujer disfrute de su momento de placer junto a su hijo y le de el coraje necesario para seguir adelante. Sera accedió a ser fotografiada convencida de que estas imágenes pueden ayudar a otras mujeres en el mundo que estén pasando por situaciones similares.

Por favor, valora el artículo

Lactancia y cáncer de mama

Muchas veces nos olvidamos que los seres humanos somos mamíferos y como tales estamos perfectamente diseñados para alimentar a nuestras crías con leche materna durante los primeros meses (o incluso años) de su vida. Esto ha sido así durante miles de años en la existencia de la Humanidad. En el siglo XX y XXI esta tendencia natural heredada ha ido decreciendo, desgraciadamente, de forma paulatina. Esta situación, al igual que viene sucediendo con otros cambios sustanciales de nuestro estilo de vida, como por ejemplo ocurre con la obesidad o el sedentarismo, son ahora factores que demuestran su relación con el incremento de la incidencia de cáncer de mama.

Son ya bien conocidas las bondades que tanto para el bebé como para la madre tiene el hecho de amamantar por lo que su práctica sigue siendo muy recomendable, no sólo desde un punto vista clínico, sino también desde un punto de vista humano. Pero al margen de estas consideraciones, este “post” quiere hacer hincapié en un aspecto que, aunque ha sido ampliamente estudiado y científicamente probado, no se le ha conferido la importancia que tiene: el efecto protector de la lactancia materna frente al cáncer de mama.

En palabras del conocido Pediatra Dr Carlos González, por cada 12 meses más de duración media de la lactancia materna, se podrían evitar, en los países desarrollados, 50.000 casos de cáncer de mama al año, un 11% del total, según los resultados de 47 estudios realizados en 30 países por el Grupo de Colaboración sobre Factores Hormonales en el Cáncer de Mama.

La lactancia es una “prevención primaria” de miles de mujeres que se evitarían así la biopsia, los efectos secundarios de los diferentes tratamientos oncológicos, los riesgos de una intervención y jamás tendrían un cáncer de mama. De momento parece ser una buena estrategia, junto a una dieta saludable y el ejercicio físico, todos ellos conocidos y aplicables para la prevención del cáncer de mama (tener muchos hijos también ayudaría, o adelantar la edad media de gestación pero hay que reconocer que esto ya no es tan fácil de aplicar).

Sólo por eso, por prevenir el cáncer de mama, deberían adoptarse políticas de protección a las madres lactantes, impulsar los hospitales amigos de los niños, formar a los profesionales, alargar el permiso de maternidad, etc. Pero es que además la lactancia materna previene el cáncer de ovario, la osteoporosis y la anemia en la madre. Y todo esto es apenas nada comparado con los efectos sobre la salud del bebé. 

Si ahondamos en las razones científicas, parece que tanto el embarazo como la lactancia tienen un efecto positivo en la diferenciación del epitelio mamario y en la reducción de los niveles relativos de estrógenos, cuyos efectos se han relacionado ampliamente con el cáncer de mama.

Diversos estudios muestran una correlación significativa entre el tiempo de lactancia y la edad del diagnóstico del cáncer de mama, especialmente en pacientes con antecedentes familiares y personales de cáncer, pudiéndose observar una reducción de la incidencia en un 50%. Esto es especialmente importante en pacientes portadoras del gen BRCA1 (No se ha demostrado para el BRCA2).

En una interesante revisión bibliográfica se ha observado que la leche materna posee un complejo de alfa-lactoalbúmina con ácido oleico (llamado HAMLET, bonito nombre ¿verdad?) que induce la apoptosis o muerte celular programada de las células tumorales. Traducido significa que este componente de la leche materna produce una segura y efectiva protección frente al desarrollo de tumores de mama.

Creo que hay en la literatura científica suficientes argumentos para considerar a la lactancia materna como un regalo que nos ofrece nuestra naturaleza humana. Ese “oro blanco” es una alternativa económica, sostenible, respetuosa y altamente gratificante para cualquier mujer que ha pasado por la experiencia de la maternidad. Siempre que oigo al Dr Carlos González en su apoyo a la lactancia pienso en lo mucho que ha ayudado a las mujeres a disfrutar de ella y hacer salvables las múltiples dificultades que la mujer moderna encuentra a su paso. Aprovecho desde aquí mi agradecimiento a su contribución y apuesta por el sentido común.

Oigámoslo en este video sobre el tema que nos ocupa:

Por favor, valora el artículo