Querido Agustí:
No me entusiasma la idea de escribirte esta carta, pero me siento en la necesidad de hacerlo. Tras conocer hace unos días que emprendiste ese viaje de no retorno, se abalanzaron sobre mí muchos recuerdos. Me apetecía de forma imperiosa poner negro sobre blanco. Fuiste con total rotundidad mi maestro y mi mentor. No podía por menos escribir este humilde homenaje.