Una mujer de mil batallas

Hay momentos en los que la Historia te pone frente a relatos de vida francamente sorprendentes y que te hacen reflexionar acerca del afrontamiento del ser humano ante la adversidad. En este caso voy a hablar de una mujer pionera, española y médico que dedicó gran parte de su vida profesional a la Ginecología Oncológica.
Esta mujer se llamaba Antonia Castillo Gómez y nació en Ceuta un 27 de Noviembre de 1907. Era una brillante estudiante y en 1923 cursó sus estudios de Medicina en Madrid, acabando la carrera con tan sólo 20 años de edad. Por aquel entonces se estableció que los ayuntamientos de las ciudades dotasen plazas de tocólogo municipal, una de las cuales se estableció en su ciudad natal. Tras la realización de unas pruebas y con cuatro oponentes más, Antonia obtuvo su plaza e inició su carrera profesional. Fue la primera mujer de la Historia colegiada en esa ciudad y obtuvo un permiso para ampliar estudios en Alemania, concretamente en Berlín. Corrían los tiempos de la recién proclamada Segunda República Española.
La Dra Castillo era así médico de la Beneficiencia Municipal y atendía a mujeres sin recursos en la consulta. También tenía tiempo para dar alguna conferencia educativa como la que ofreció en la Casa del Pueblo titulada “Sobre el seguro de Maternidad”. Contrajo matrimonio en 1936 con Luis Abad Carretero un filósofo afín a la Izquierda Republicana y catedrático del Instituto Hispano-Marroquí en Ceuta. Ante el estallido de la Guerra Civil española tuvo éste que refugiarse en Tánger, mientras Antonia Castillo decidió continuar en su puesto de trabajo. 
El desarrollo de los acontecimientos históricos de la época y el único “delito” de estar casada con un republicano desencadenan que se le abra un expediente disciplinario en Diciembre de 1938, acusada injustificadamente entre otras cosas de “negligencia”. Tales acusaciones de falta de atención a sus pacientes eran poco sólidos, dada la excelente formación clínica y su más que probada dedicación a los enfermos. También se le imputó de dar mítines en la Casa del Pueblo, cuando lo que allí hacía era sencillamente Educación para la Salud. Finalmente en Febrero de 1939 fue destituida de su cargo por ser desafecta al Movimiento Nacional. 
Esta situación le obligó a marcharse de Ceuta. Pasó unos meses en Madrid y en 1940 decide fijar su residencia en Burgos, siendo aún a día de hoy un misterio conocer los motivos que le condujeron a esta ciudad. Según cuenta el Médico e Historiador José Manuel López Gómez sustenta la hipótesis de que posiblemente tendría algún compañero de Facultad en Burgos que le animaría a abrir una consulta privada junto a su hermana África que era enfermera, aunque reconoce que hay muchas incógnitas sobre su estancia burgalesa. Fue la primera mujer que fue miembro en el Colegio de Médicos de Burgos, al igual que lo fue en Ceuta. Se anunció todos los días hasta 1945 en la guía facultativa del Diario de Burgos 

“Antonia Castillo. Médico especialista en partos y enfermedades de la mujer. Tratamiento moderno de la esterilidad. Curas de adelgazamiento y engorde. Consulta de 11 a 2 y de 3 a 5. Hotel María Isabel”

El refugio en Burgos le sirvió para madurar la posibilidad de exiliarse, reencontrarse con su marido y ejercer su profesión en libertad y sin miedo a las represalias de índole político. En 1945 se traslada a México y pocos años después viajó hasta Nueva York siendo pionera en el estudio del cáncer ginecológico. En 1953 se reencuentra en la capital azteca con su marido dieciocho años después y planifican, por fin, su vida juntos. Ambos adquieren un importante éxito personal y profesional, pero añoran su país.
En 1966 regresaron a España y fijaron residencia en Gádor, Almería. La alegría duró poco y en 1970 Antonia Castillo fue diagnosticada de un cáncer estableciéndose en Madrid para recibir tratamiento. Falleció en Febrero de 1971. Fue enterrada en Gádor donde regresó su marido, falleciendo éste en Noviembre de ese mismo año en dicha localidad. 

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Día Internacional de la Mujer (Médico y Madre) Trabajadora. 5/5 (1)

Como ya sabrán, hoy 8 de Marzo es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. A mi personalmente, me entristece pensar que todavía existan desigualdades en cuestiones de género y por ello se tengan que “celebrar” este tipo de días. Creo con toda sinceridad que la discriminación positiva hacia la mujer o la paridad en los ámbitos políticos o en consejos de administración por “decreto ley” nos hacen un flaco favor a las mujeres, aunque la intencionalidad sea buena. Personalmente estoy más a favor de la meritocracia que el valorar a alguien en función de su sexo.

No voy a hablar de la Historia de este día, pues supongo que en otros foros se explicará hasta la saciedad. Si voy a aprovechar mi doble (o triple) condición como mujer trabajadora médico y madre para escribir esta nueva entrada y de paso poner sobre el tapete una situación, me atrevería a decir, de “invisibilidad” que mujeres como yo vivimos en el día a día. La expresión gráfica que muy bien expresa la Dra Mónica Lalanda (bloguera de “Médico a Cuadros”) en el dibujo de arriba, me parece cómica pero absolutamente real. Como la vida misma. Yo me siento muy identificada.

Durante estas dos últimas décadas se ha producido una progresiva feminización de la profesión médica. Ya nadie se extraña de ver a una mujer médico. Es un hecho afortunadamente superado, socialmente aceptado y reconocido, representando en muchas especialidades médicas el 70-80% de los profesionales. Sin embargo, esta feminización progresiva no ha ido acompañada de forma paralela de unas mejoras o acomodos en temas de conciliación familiar. Sigue siendo una asignatura pendiente, al menos, en nuestro país.

Les podría hacer un relato autobiográfico de lo que es para mí el día a día como médico, como madre y como mujer, pero para no enrollarme simplemente voy a escribir unos apuntes:

COMO MÉDICO tengo que ejercer de forma responsable, profesional, eficiente, eficaz, humana y actualizada. Mantener esos aspectos supone:

  • FORMACIÓN CONTINUADA:
    • Estudio fuera de mis horas de trabajo
    • Preparación de Sesiones Clínicas, Bibliográficas o Ponencias.
    • Asistencia a Congresos y Cursos de actualización
    • Investigación
  • ACTIVIDAD ASISTENCIAL:
    • Cumplir con la jornada ordinaria
    • Guardias o Atención Continuada

COMO MADRE deseo ejercer mi maternidad de forma consciente y responsable, equilibrada, sin sobreproteger en exceso ni ejerciendo de forma autoritaria. Entre mis tareas se encuentran:

  • Llevar y recoger a mis hijas del colegio y en muchas ocasiones preciso del Servicio Escolar de Madrugadores y del Comedor Escolar.
  • Acudir a las reuniones con los profesores (a veces a horas intempestivas)
  • Ir al Pediatra cuando estén enfermas o precisen una revisión médica o vacunas.
  • Llevarlas a actividades extraescolares.
  • Apoyarlas en los deberes escolares.
  • Agenda social: Cumpleaños, disfraces, día del Padre, etc
  • Logística del hogar, baños, comidas, etc
  • Qué hacer durante las vacaciones escolares: campamentos, actividades, etc 
COMO MUJER me merezco:
  • Tiempo para mi cuidado personal
  • Hacer ejercicio físico
  • Tiempo para los hobbies: lectura, música, dibujo, cine, compras, etc
  • Tiempo para los amigos y familiares
  • Tiempo para estar con mi pareja

Cuadrar todo lo apuntado anteriormente es en muchas ocasiones “misión imposible”. Es hacer “encaje de bolillos” y la mayor parte de las veces lo que más sacrificas es tu sueño y tu tiempo de descanso. Así que no es difícil que el estrés, el cansancio y la sensación de ir volando a todas partes haga mella en nosotras. Sinceramente, creo que nuestras madres tenían más claro su rol. Reconozco igualmente su espíritu de sacrificio y su entrega. De ellas hemos aprendido mucho. Pero nosotras no tenemos un rol definido, nuestro nivel de autoexigencia y nuestras expectativas han sido quizá demasiado altas. Queremos ser buenas profesionales, buenas madres y buenas mujeres. Somos HEROINAS con complejo de “superwoman”. Muchas veces vivo con el peso del síndrome de “techo de cristal”.

Es realmente complicado llegar a todo. No nos queda otra que renunciar en muchas ocasiones a algo y esa “renuncia” nos culpabiliza y nos duele. Quizás nos queda mucho que aprender. Debemos perdonarnos más a nosotras mismas y debemos aprender a delegar. Para ello es importante que los hombres tomen conciencia y estén a la altura de las circunstancias. Hemos de convivir y compartir de una forma lo más equitativa posible las responsabilidades familiares y laborales.
Probablemente tengan que pasar varias generaciones para que encontremos lo que yo he venido en llamar en Twitter: La Cuadratura del Círculo de la Conciliación en un Mundo 2.0. A través de la educación de nuestros hijos, haciéndoles entender con nuestro ejemplo lo que significa ser corresponsables ambos sexos por igual. También la sociedad y las instituciones deben hacerse eco de esta necesidad pues redundará en una mejor convivencia, respeto y felicidad para todos.

¡FELIZ DÍA A TODAS!

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