Un Rayo de Esperanza para Aragón 5/5 (1)

Nadie se atreve ya a cuestionar la importancia de la Oncología Radioterápica como modalidad terapéutica en el tratamiento del cáncer. De hecho se le considera uno de los pilares fundamentales, junto a la cirugía, la quimioterapia y la emergente inmunoterapia. Un pilar a todas luces “invisible”, a tenor de la importancia que nuestro maltrecho sistema sanitario le presta a lo largo y ancho de nuestro país.
Sabemos que dos tercios de los pacientes oncológicos precisarán de radioterapia a lo largo de su curso evolutivo, bien como complemento a la cirugía, bien como tratamiento exclusivo o bien en combinación con quimioterapia. La radioterapia no sólo tiene un alto nivel curativo, sino que evita mutilaciones, ayuda a cronificar la enfermedad en su fase metastásica y es un tratamiento fundamental en la paliación del enfermo oncológico. 
La Oncología Radioterápica como especialidad médico-quirúrgica tiene la “pega” de que es un tratamiento tecnológicamente dependiente. Por ello y para poderla aplicar de forma apropiada y según el estado del arte debe dotarse de buenos (y me atrevería a decir, excelentes) recursos técnicos y humanos. Con ello permitiremos administrar el mejor tratamiento disponible a cada paciente y en el momento preciso, dato éste último muy importante. 
Mis compañeros y colegas de Aragón me comentan que su Comunidad Autónoma cuenta con cuatro aceleradores lineales en los dos hospitales públicos y uno en un centro privado conformando un equipo humano de 16 médicos especialistas en Oncología Radioterápica que cubre un área de población de 1.325.000 habitantes distribuidos en tres provincias: Huesca, Zaragoza y Teruel. Estas cinco unidades de tratamiento son claramente insuficientes para cubrir las necesidades de la población aragonesa. Según las recomendaciones de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR) se precisan siete aceleradores lineales y 20 oncólogos radioterápicos por cada millón de habitantes. Si hacemos bien las cuentas, Aragón necesitaría como mínimo dos unidades más de tratamiento y cuatro facultativos.

La evolución tecnológica de crecimiento exponencial producida en nuestra especialidad médica en los últimos años permite ya aplicar tratamientos de alta precisión que resultan menos tóxicos para el paciente. Esta “revolución” tecnológica lleva consigo un mayor esfuerzo técnico y humano, que en el contexto en el que estamos hablando, está tremendamente condicionado por la elevada presión asistencial. Ésta no deja de traducirse más que en una creciente y preocupante lista de espera. 
Para paliar en la medida de lo posible esa situación, mis compañeros han ido ampliando el horario de los tratamientos, trabajando actualmente desde las siete de la mañana hasta las once de la noche, manteniendo en todo momento los estándares de calidad exigidos. Sin embargo, esta intensificación del uso de los aceleradores lineales produce una lógica y consecuente cascada de averías que ocasiona a su vez una prolongación inexorable de las demoras ya existentes. Se produce así un fenómeno que puede parecer paradójico, pero que es absoluta y tremendamente real. Los que conocemos esta especialidad sabemos de la importancia de trabajar con pausa pero sin prisa. Es una pescadilla que se muerde la cola.
Según me cuentan mis compañeros, en el momento actual están pendientes de un concurso para la adquisición de dos aceleradores lineales para el sistema público de Salud de Aragón. La publicación y resolución de dicho concurso estaba prevista para el presente año 2016, por lo que contaban con el “rayo de esperanza” de que en primavera de 2017 pudieran empezar a trabajar con ellos. Sin embargo,  según las últimas informaciones facilitadas, ni siquiera en el año 2017 se iniciará el ansiado proceso de concurso.
El panorama es desolador porque ha dejado a mis colegas en una situación de desamparo, frustración y desesperanza que les condena a un absoluto ostracismo inmerecido. El esfuerzo titánico que están realizando en su día a día no se ve correspondido ni está obtieniendo el deseable reconocimiento. No hay ni siquiera atisbos de un intento por desbloquear y agilizar la situación por parte del Servicio Aragonés de Salud. A corto y medio plazo no se vislumbra ningún horizonte claro. Al fin y al cabo lo único que reclaman son más herramientas para poder hacer bien su trabajo y atender las necesidades de los pacientes con cáncer. 
Nada nuevo bajo el sol, pues esto es una situación que se repite a lo largo de la historia de nuestra especialidad y en muchas comunidades autónomas. Pero eso no nos consuela. Se trata un problema endémico de visión y de previsión como en otras ocasiones ocurre, pero que en temas de salud oncológica no caben medias tintas ni paños calientes. Se debe entender como un problema que nos afecta a todos y deben ponerse los medios necesarios.
La inversión en tecnología en radioterapia puede interpretarse como “cara” porque su coste inicial es elevado, entre un millón y medio a tres millones de euros por unidad de tratamiento. Este coste que se imputa en el capítulo de inversiones produce unas resistencias y miedos totalmente infundados por parte de las administraciones públicas para su adquisición. Sin embargo,  la amortización de las unidades de radioterapia se obtiene en muy corto espacio de tiempo, dado el gran volumen de pacientes que pueden beneficiarse de un tratamiento preciso, personalizado, moderno y curativo contra el cáncer. La radioterapia, a pesar de las abultadas cifras apuntadas, representa menos del 5% del coste total del tratamiento del cáncer. Ningún otro tratamiento da tanto por tan poco. Junto con la cirugía sigue siendo uno de los tratamientos que obtiene mayor porcentaje de curaciones de la enfermedad oncológica. Se precisa con urgencia aceleradores lineales, ya que empleados con criterios de eficiencia impactan muy positivamente en el control de la enfermedad y en la supervivencia global de los pacientes con cáncer. El valor de la radioterapia es incuestionable. 
Como relaté yo misma en mi post de “Help!!!”, los radiooncólogos de Aragón también lanzan su particular SOS , me hablan del lado humano de esta situación y se sienten igual de reflejados en ése post que yo misma. Cuando ven la cara de los enfermos y sus familias, escuchan sus demandas, comparten sus miedos, tienen exactamente la misma sensación de angustia e impotencia que transmití hace unos días en este lugar del ciberespacio. Su situación es igualmente insostenible, con demoras en los inicios de los tratamientos que superan con creces lo recomendable y que sabemos puede condicionar de forma importante, aunque suene duro decirlo, la supervivencia de nuestros pacientes.
Espero que los radiooncólogos del Hospital Miguel Servet y del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, ambos de Zaragoza no se sientan, por lo menos tan solos. La palabra solidaridad doy fe de que existe. Lo he podido comprobar todos estos días, lo he vivido. Me gustaría que a ellos también se les escuchara desde aquí, desde este pequeño altavoz para la esperanza. Me reseñan que el resto de servicios médicos y quirúrgicos implicados en la Oncología de sus respectivos hospitales han manifestado su apoyo a la Oncología Radioterápica de Aragón en el planteamiento de su demanda para una inmediata puesta en marcha del concurso de adquisición de los equipos adecuados para un correcto tratamiento de los pacientes en tiempo y forma.  
Como muy bien describe en una metáfora para los profanos en estos menesteres de la radioterapia, una querida, activa en redes sociales y compañera de profesión, la Dra Castalia Fernández: “Hay pocos aceleradores y están saturados al máximo, quemando rueda sin ser un Fórmula 1 y sin poder salir de boxes hasta su total puesta a punto y por supuesto, sin un coche de repuesto para el sufrido piloto”.
Al igual que Joaquín Costa clamaba por los riesgos que corría en el Aragón del siglo XIX: “Nosotros clamamos por tecnología del siglo XXI que nos permita tratar con dignidad a nuestros pacientes. Tenemos sed…y el agua no nos llega” 
Para acabar les dejo con este magnífico video explicativo acerca de cómo se realiza el control de calidad y mantenimiento de los aceleradores lineales de electrones.

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Obsolescencia no programada

Con motivo del Día Mundial del Cáncer la Sociedad Española de Oncología Radioterápica, SEOR, emitió un comunicado de prensa poniendo de manifiesto su preocupación y la falta de regulación acerca de la obsolescencia del parque de aceleradores lineales existente en España.  

La radioterapia se emplea ya en casi un 50% de los tumores y su implantación irá en aumento en el futuro (pincha aquí para tener el enlace a las estimaciones basadas en la evidencia), además su avance tecnológico ha sido exponencial en los últimos años. La Oncología Radioterápica es una especialidad médica con una gran dependencia tecnológica. Se estima que un 12% de los equipos que están ahora funcionando superan los 15 años de antigüedad, lo que hace necesaria su sustitución por otros más recientes. Urge la necesidad de crear una normativa nacional que fije unas directrices acerca del tiempo máximo en que deben estar en funcionamiento los aceleradores lineales y que sea de obligado cumplimiento por todas las Comunidades Autónomas. 

La cifra de los aceleradores lineales de electrones que requieren una retirada relativamente temprana (los que superan los 10 años de edad, pero no han pasado los 15) es elevada y llega ya en torno al 30% de los equipos, porcentaje similar al de los equipos en mejores condiciones, aquellos puestos en marcha hace menos de cinco años. El proceso de renovación de equipos es largo, conlleva hacer un concurso, seleccionar un proveedor e instalar los equipos, lo que tarda por regla general unos dos años. La crisis económica por la que está todavía atravesando nuestro país puede incluso retrasar todo este costoso proceso. 

Una buena forma de desbloquear esta situación sería, por supuesto, hacer una política sanitaria menos cortoplacista, con vistas a las previsiones de las necesidades de radioterapia descritas en la literatura y con una correcta renovación de los equipos. Se trataría de establecer unas Compras Basadas en la Evidencia como propone el modelo británico del NHS en Europa. Con este punto de partida se tendrían en cuenta multitud de variables a parte del número de años de los equipos: características técnicas intrínsecas de los aceleradores, tipo de tratamientos a aplicar, número total de horas de tratamiento de los equipos, número de unidades de monitor disparadas (esto puede ser un índice según los radiofísicos similar al cuentakilómetros de un coche, pues valora no sólo los disparos realizados en los tratamientos, sino también los realizados en los aceleradores lineales en todas las medidas de calibración adoptadas en cada unidad de tratamiento), podría sumarse la valoración de los propios enfermos, etc. Posiblemente SEOR y SEFM (Sociedad Española de Física Médica) deben ir de la mano para elaborar este ambicioso pero necesario plan nacional de compra y reposición de equipos, rompiendo así con la actual inercia de dejar que suceda la obsolescencia no programada de los aceleradores lineales. Esta situación nos lleva a los especialistas a temporadas de un cierto ostracismo profesional hasta que de golpe y porrazo se produce la ansiada renovación. A veces, se tiene la sensación de ir avanzando a trompicones, en lugar de una forma lineal y progresiva como nos sucede en nuestra vida diaria cuando reponemos nuestros móviles u ordenadores.  

Hemos de ser conscientes y transmitir a nuestros pacientes que la Radioterapia juega un papel importante en la curación del cáncer, pero que necesitamos el apoyo de todos: profesionales, asociaciones de pacientes e instituciones. Debemos defender por tanto una mejora en las condiciones actuales en las que se encuentra la especialidad con visión de futuro y caminar sinérgicamente en ese sentido.

Los recientes avances tecnológicos en nuestra especialidad están ayudando y mucho a minimizar los efectos secundarios, mejorando la precisión, seguridad y eficacia de este tipo de tratamientos. La investigación en nuestro campo debe ser también un tema prioritario que en nuestro país está aún por explotar y que tiene un potencial extraordinario (pincha aquí para comprobarlo). Convendría echar un vistazo al Cancer Research UK para ver los logros obtenidos en el Reino Unido con una política de innovación en radioterapia que está dando ya sus frutos, con una inversión económica muy razonable. 

La conciencia pública de los beneficios de la radioterapia aún está lejos de ser bien conocida. Supone un verdadero reto para los oncólogos radioterapeutas. Tenemos que alzar nuestras voces, darnos a conocer y transmitir la máxima confianza a los enfermos que desean cada día estar mejor informados y saber qué es lo que hacemos. Yo invito a todos mis compañeros a hacer ese ejercicio por nuestro presente y por nuestro futuro.

Quiero agradecer la información facilitada por mis compañeros radiofísicos, especialmente a Diego Jurado del ICO Girona, a Manuel Vilches del IMOMA en Asturias y a Fernando Caudepón del Hospital Universitario de Burgos. 

Les dejo con este video de la plataforma e-Cancer en la que el Dr. Alfredo Ramos hace un análisis de la Oncología Radioterápica actual. 

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