50 sombras de Gy: ¿Qué es el daño pulmonar radioinducido? 4.67/5 (3)

El daño pulmonar radioinducido se define como un proceso inflamatorio pulmonar que se produce tras la exposición completa del pulmón o de una parte muy concreta del mismo a la radiación ionizante. Así podemos ver esta toxicidad siempre que irradiemos un órgano cercano al tórax o que esté incluido en él como ocurre con la irradiación de los tumores de mama, los tumores de cabeza y cuello, los linfomas que impliquen al mediastino,  los timomas, los tumores de esófago y los tumores pulmonares.

Formas de presentación:

  • Neumonitis rádica: Es el daño pulmonar radioinducido agudo y suele aparecer a los 2-3 meses tras la radioterapia y puede persistir hasta 7 meses tras ella.
  • Fibrosis pulmonar: Es el daño pulmonar radioinducido crónico aparece a partir del año de la irradiación. Podríamos decir que es una “cicatriz” pulmonar que deja la irradiación a este nivel.

¿Por qué se produce?
El tejido pulmonar es particularmente radiosensible. Podríamos decir que el pulmón está compuesto por un sistema de pequeños conductos ramificados acompañados de vasos sanguíneos que finalmente desembocan en los alveólos, unos pequeños sacos esponjosos donde se produce el intercambio de gases.

En el dibujo se representa lo que sería la unidad funcional del pulmón, el acino pulmonar que incluye el bronquiolo terminal y los bronquiolos respiratorios que finalizan en el saco alveolar y cada uno de éstos contiene muchos alveólos. 

Pues bien, tras la irradiación de estos acinos se produce un período latente que puede durar de 3 semanas o varios meses en los que no se objetiva ningún daño clínico, radiológico ni tampoco histológico (es decir, no vemos daños en el tejido pulmonar si hiciésemos una biopsia). Tras superar ese período pueden verse unos cambios inflamatorios en el tejido pulmonar: pérdida de neumocitos, pérdida de surfactante pulmonar y de una membrana de proteoglicanos produciendo un aumento de la permeabilidad capilar y también destruyéndose parte de esos pequeños capilares. Estos cambios agudos o neumonitis rádica pueden regresar hacia la normalidad o bien pueden evolucionar hacia un daño crónico o fibrosis pulmonar. Ésta se caracteriza por la aparición de depósitos de colágeno en la pared alveolar o bien en el propio espacio alveolar Es importante saber que para que este daño pulmonar se traduzca clínicamente, es decir, produzca síntomas, debe haber un número crítico de acinos destruidos por la radiación.
 
Grados neumonitis rádica:
  • Grado I: El paciente está asintomático y el diagnóstico es radiológico.
  • Grado II: El paciente está levemente sintomático (tos seca), pero los síntomas no interfieren en las actividades básicas de la vida diaria
  • Grado III: El paciente muestra síntomas que interfieren en las actividades básicas de su vida diaria, precisando oxigenoterapia varias horas al día.
  • Grado IV: Se produce una insuficiencia respiratoria severa precisando oxigenoterapia 24 horas o incluso soporte ventilatorio.

Factores de riesgo: (Extraídos de este artículo médico)

  • Volumen y dosis de radiación: Éste es un dato que los radioncólogos tenemos muy en cuenta a la hora de planificar la radioterapia. Durante el proceso de planificación se intenta que haya el menor volumen de tejido pulmonar sano que reciba una dosis crítica de radiación. Utilizamos además fórmulas (NTCP) que predicen la probabilidad de tener esta complicación.
  • Edad: Los pacientes con edades superiores a los 70 años parecen ser más susceptibles a padecer esta complicación.
  • Localización pulmonar: La irradiación del volumen pulmonar medio e inferior aumenta más el riesgo de neumonitis que la irradiación de la parte superior o vértices pulmonares.
  • Tabaquismo: Resulta curioso, pero parece que los fumadores presentan una discreta menor frecuencia de neumonitis rádica que los no fumadores. En cualquier caso, los síntomas que presentan los fumadores son muy parecidos a la neumonitis lo cual puede llevar a resultados algo contradictorios.
  • Morbilidad pulmonar: Tanto las enfermedades pulmonares crónicas como las cardíacas pueden dar lugar a un aumento de la toxicidad pulmonar por radiación debido a que “llueve sobre mojado” y hay un volumen crítico de pulmón que al verse afectado puede precipitar los síntomas de la neumonitis. Los pacientes con una capacidad vital pulmonar limitada de base tienen un mayor riesgo.
  • Quimioterapia previa: Resulta sorprendente, pero en los estudios sobre el tema, la quimioterapia secuencial, es decir, previa a la radioterapia aparece como un factor que aumenta la toxicidad pulmonar frente a la quimioterapia concomitante (dada en el mismo tiempo que la radioterapia). Como indica el estudio referenciado, es difícil sacar conclusiones sobre estos resultados, pues puede que haya un sesgo en el tipo de pacientes tratados de una forma o de otra y por tanto no se pueden comparar. Otra explicación sería que la quimioterapia previa podría aumentar la radiosensibilidad pulmonar ya que se dan dosis más altas que en las formas concomitantes.

Clínica: 

  • La mayor parte de los pacientes que presentan una neumonitis rádica están asintomáticos y son diagnosticados a través de pruebas radiológicas de control. En ellas se observa de forma característica una opacidad pulmonar o “infiltrado rectilíneo” que parece dibujar el campo de irradiación (tal y como muestra la radiografía de arriba)
  • Tos seca persistente
  • Fiebre
  • Disnea subaguda o aguda
  • Insuficiencia respiratoria

Tratamiento:  

  • Los corticosteroides orales han sido el pilar del tratamiento de la neumonitis por radiación, a menudo con resultados muy buenos con una tasa de respuestas de hasta el 80% en la mejora de los síntomas. Sin embargo, los corticosteroides no influyen en la supervivencia, incluso en pacientes que desarrollan neumonitis por radiación grave. La profilaxis con corticosteroides no se ha demostrado su eficacia, pero algunos estudios sugieren algún beneficio. 
  • Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) (utilizados para la hipertensión arterial) se ha demostrado que inhiben la neumonitis en un modelo animal. No hay todavía estudios que demuestren su eficacia en humanos. 
  • Los corticoides inhalados pueden minimizar los efectos secundarios de los corticoides orales y se utilizan de forma rutinaria en el tratamiento del asma. Los esteroides inhalados se están utilizando de forma creciente para el tratamiento de otras enfermedades pulmonares tradicionalmente tratados con esteroides sistémicos.
  • Si existe insuficiencia respiratoria acompañante se deberá asociar oxigenoterapia y otros tratamientos inhalados de soporte.  

 

 

 

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Control de toxicidad

 
Durante el tratamiento con radiaciones, pueden surgir efectos secundarios o toxicidad radioinducida. Para minimizarlo ya hemos comentado que los avances técnicos que disponemos hasta ahora, intentan depositar una dosis óptima al tumor, intentando que los tejidos sanos circundantes reciban la menor radiación posible. Eso ha contribuido en que los tratamientos sean cada vez más tolerables y permitan al paciente llevar una vida prácticamente normal. Ahora bien, como toda intervención o prescripción médica, la radioterapia no está exenta de efectos no deseados. Es por ello que de forma semanal, el radioncólogo realiza un control médico a los pacientes que están sometidos a radioterapia. En esta consulta el médico le preguntará por aquellos síntomas que se pueden esperar en función de la región anatómica que estamos irradiando. Pueden haber síntomas intercurrentes que no estén relacionados de forma directa y ser consecuencia de otros tratamientos médicos, o enfermedades asociadas. En esta consulta, si fuera necesario, se le realizará una exploración física, centrándonos sobretodo en la piel y las mucosas de la región irradiada. Puede también realizarse un control de peso, para evaluar si precisa de algún suplemento nutricional o consejos dietéticos, para que ese peso sea lo más adecuado posible. En función de la toxicidad evaluada por su médico decidirá si puede o no proseguir con el tratamiento y le prescribirá aquel tratamiento de soporte necesario para hacerlo lo más llevadero posible.
Es importante destacar que NUNCA hay dos pacientes iguales, aunque tengan el mismo tumor, la misma edad y coincidan en el número de sesiones de radioterapia. Ello se debe a que cada paciente tiene una radiosensibilidad biológica diferente, de la misma forma que cada paciente tiene una tolerancia diferente a la quimioterapia o a cualquier medicamento que esté tomando. La toxicidad aguda puede aparecer en cualquier momento del tratamiento, siendo lo más habitual hacia la tercera semana en los tratamientos estándar. Una vez finalizado el tratamiento si ha habido toxicidad, ésta suele aminorarse hasta desaparecer en 15 días o 3 semanas post-tratamiento. 
Por lo tanto, es importante en estas consultas semanales que el paciente explique sus síntomas, lleve consigo apuntada toda la medicación que esté tomando, facilite con ropa cómoda la exploración por parte del médico y pregunte todas las dudas acerca del tratamiento que se le prescriba si fuera necesario.

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