¿Qué es la inmunooncología? 5/5 (3)

La respuesta de nuestro sistema inmune es una herramienta potente y eficaz en la lucha contra las infecciones que también podría ser capaz de destruir células tumorales. El estudio de la biología del cáncer nos conduce en paralelo al desarrollo de agentes moleculares dirigidos, que se han convertido en uno de los avances más importantes en el tratamiento del cáncer. Recientemente, las nuevas mejoras en la investigación del sistema inmunitario han llevado al descubrimiento y desarrollo de la inmunooncología.

La inmunooncología se basa en crear una respuesta inmunitaria dirigida y eficaz contra un tipo específico de tumor que podría ayudar a lograr importantes beneficios clínicos para los pacientes. La inmunooncología supone una nueva era en el tratamiento del cáncer, ya que aprovecha el propio sistema inmunitario del organismo para atacar a las células cancerosas. Es probable que muchos de los futuros avances terapéuticos contra el cáncer surjan de esta área de investigación.

El estudio de la biología del cáncer, gracias a la secuenciación del genoma humano en 2003 y a los progresos científicos en investigación fisiológica, ha llevado a la identificación de genes, proteínas y procesos que están implicados en el crecimiento la supervivencia y las metástasis de las células cancerosas. Esto ha conllevado el desarrollo de fármacos moleculares dirigidos a dianas específicas como lo son algunos receptores y proteínas localizados en la superficie y en el interior de las células tumorales. La era de los tratamientos dirigidos, en la década de 1990, ha traído consigo el descubrimiento de muchos fármacos que han mejorado significativamente la supervivencia del cáncer y la toxicidad. Gracias a estos avances, se han podido identificar a pacientes que presentaban ciertas anomalías celulares e indicarles el tratamiento que probablemente era más eficaz para ellos. Eso ha permitido hacer una Medicina Personalizada e identificar de este modo a los pacientes que no eran idóneos y ahorrarles un tratamiento innecesario y sus efectos secundarios. Todo ello ayuda a delimitar este nueva era.

Más recientemente, se han llevado a cabo importantes avances en el desarrollo de nuevas inmunoterapias que tienen la capacidad de reforzar la respuesta del sistema inmunitario de los pacientes. Todos los pacientes, independientemente de las anomalías genéticas o de los procesos que presenten, podrían obtener un efecto terapéutico beneficioso, ya que la diana del tratamiento es la respuesta inmunitaria del propio paciente.

Pero ¿cómo destruye el sistema inmunitario las células anormales? El sistema inmunitario está formado por una gran variedad de células, cada una con funciones específicas. Estas células actúan juntas, de manera coordinada, para reconocer y eliminar del organismo las células anormales. Cuando el sistema inmunitario detecta células anormales, se activa automáticamente una respuesta inmunitaria que se dirige a las moléculas de la superficie (antígenos) de los microorganismos patógenos o células anormales. La presencia del antígeno en las células anormales estimula al sistema inmunitario corporal a producir respuestas celulares mediadas y/o anticuerpos.

Un componente importante de esta respuesta mediada por la célula es la activación y producción de linfocitos T, que son poderosos glóbulos blancos que pueden eliminar o neutralizar las células infectadas o anormales. En el sistema inmunitario hay una serie de linfocitos diferentes que tienen funciones específicas. Los linfocitos T, a su vez se dividen en linfocitos T citolíticos, T colaboradores, T de memoria y T reguladores (o supresores). Los linfocitos B son los glóbulos blancos que se encargan de fabricar anticuerpos.

¿Y entonces, qué es la inmunooncología? El estudio de la respuesta inmunitaria de los pacientes con cáncer y de cómo se puede manipular esta respuesta para reducir el crecimiento tumoral y mejorar los resultados del tratamiento es fundamental en inmunooncología. Se espera que las nuevas terapias en este campo mejoren el tratamiento del cáncer. El efecto clínico de la inmunoterapia (efecto tardío) es distinto del de otras terapias convencionales (efecto temprano), de modo que las respuestas inmunológicas pueden tardar algún tiempo en traducirse en actividad clínica. Por lo tanto, es posible que no se observe un efecto clínico beneficioso hasta algunos meses después del inicio del tratamiento.

Continuamente se están desarrollando nuevos anticuerpos que se dirijan a componentes clave del sistema inmunitario. La investigación científica ha identificado genes, proteínas y vías que están estrechamente implicadas en el crecimiento de células cancerígenas, la supervivencia y la metástasis.

¿Y cuáles son los efectos secundarios más frecuentes de los fármacos inmunooncológicos? Los anticuerpos monoclonales son los más investigados y más utilizados en inmunoterapia para tratar el cáncer. Se administran mediante inyección intravenosa. Para muchos pacientes, los efectos secundarios de los anticuerpos monoclonales son más moderados que los que se observan con la quimioterapia, presentándose frecuentemente como una reacción de tipo alérgico. La vigilancia del cumplimiento y de la seguridad son aspectos importantes del tratamiento. Los efectos secundarios relacionados con el sistema inmunitario son diferentes de los que se observan con la quimioterapia y los medicamentos dirigidos, por lo que también se tratan de forma diferente. Por ejemplo, la diarrea relacionada con la inmunoterapia se trata administrando corticosteroides, mientras que la diarrea que acompaña a la quimioterapia se trata con antidiarreicos. Algunos de los efectos secundarios más frecuentes que se presentan con la inmunoterapia con anticuerpos monoclonales son: la erupción cutánea, el escozor de la piel o urticaria, síntomas pseudo-gripales como fiebre, escalofríos, dolor muscular, fatiga y cefalea, diarrea, náuseas y vómitos, hipotensión o tensión arterial baja.

Científicos de todo el mundo han estudiado durante décadas el papel que el sistema inmunológico puede jugar en la lucha contra el cáncer. Sin embargo, solo recientemente se ha descubierto que las terapias inmuno-oncológicas proporcionan beneficios antineoplásicos duraderos a pacientes que previamente tenían muy pocas opciones de tratamiento a su disposición. Estas terapias representan un “avance” en la terapia contra el cáncer y tienen el potencial para revolucionar la manera en que se tratan muchas formas de cáncer. Este folleto pretende ayudar a los pacientes a entender qué son estas nuevas terapias, en qué difieren de los tratamientos existentes y qué papel jugarán en los próximos años.

Por este motivo el Grupo Español de Pacientes con Cáncer, GEPAC, ha editado una interesante guía sobre la inmunooncología donde se explican diferentes aspectos del tratamiento:

¿Qué es la inmuno-oncología?
¿En qué se diferencian las terapias inmuno-oncológicas?
Supervivencia prolongada de calidad para los pacientes
¿Frente a qué tipo de cánceres funciona?

 

¿Qué fármacos están disponibles para los pacientes?
¿Qué significa esto para su tratamiento?

 

Les dejo con un video explicativo muy didáctico (pues el tema tiene su complejidad y puede resultar un poco árido) sobre la inmunooncología. 

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El peligro de las brillantes cintas de colores

Las cintas de color rosa son para el cáncer de mama, las cintas de color azul oscuro para el cáncer de colon, las cintas blancas para el cáncer de pulmón, las cintas grises para el cáncer del sistema nervioso central, las cintas color verde esmeralda para el cáncer de hígado y cintas cebra con rayas para los tumores carcinoides. Enero es el mes de concienciacíón del cáncer de cérvix, representada por la cinta verde y blanca. Febrero es para los cánceres de vesícula biliar y las vías biliares representado con una cinta verde oscura. Y así sucesivamente. 

Como el cáncer mata a más personas que nunca antes, es natural que busquemos afiliación con los afectados por un tipo de cáncer similar. Las pacientes con cáncer de mama, las supervivientes, sus familiares y amigos unen esfuerzos para crear conciencia y recaudar fondos para la investigación y la prevención del cáncer de mama. Lo mismo ocurre con los afectados por otros tipos de cáncer, y no hay nada malo en ello. En un momento en que el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) está perdiendo poder adquisitivo a un ritmo aterrador y cuando los investigadores del cáncer luchan para poder financiar a sus laboratorios, cada esfuerzo para recaudar fondos y educar a la ciudadanía organizadamente, establece una gran diferencia. 

Sin embargo, debemos ser muy cautelosos en cómo coloreamos nuestras brillantes cintas de colores. 

Si hay una lección importante que hemos aprendido en los últimos 40 años de investigación, es que el cáncer es más una enfermedad de los genes que una enfermedad de tejidos específicos. Conocemos el hecho de que las mutaciones en oncogenes y en los genes supresores de tumores conducen al cáncer. Lo más importante es que hemos aprendido que muchos de estos genes están comúnmente mutados en cánceres de diferente origen tisular. Las mutaciones en el oncogen RAS se encuentran en muchos tipos de cáncer. Lo mismo ocurre con las mutaciones en el gen supresor de tumores p53. Un paciente de cáncer de páncreas y un paciente con cáncer de pulmón cuyos tumores albergan mutaciones en RAS y p53 tienen mucho más en común de lo que se podría pensar. Las terapias dirigidas destinadas a restablecer las actividades normales de RAS y p53 pueden ayudar a ambos tumores. 

Por otro lado, dos mujeres con cáncer de mama pueden estar sufriendo enfermedades radicalmente diferentes, debido a las distintas alteraciones genéticas encontradas en sus tumores. Una paciente con cáncer de mama triple negativo lleva un tumor que no expresa receptores de estrógenos, ni receptores de progesterona ni el receptor del factor de crecimiento conocido como HER2. Su pronóstico y curso de tratamiento es completamente diferente al de su amiga con cáncer de mama “triple positivo“. La paciente “triple negativo” no se beneficiará de los medicamentos que se oponen a la acción del estrógeno o que bloquean la oncoproteína HER2. Su pronóstico es peor que el de su amiga “triple positivo”, que se beneficiaría de estos fármacos.

Por lo tanto, la especialización de nuestros esfuerzos de investigación y de enseñanza basada únicamente en el tejido de un cáncer de origen determinado podría tener aspectos negativos. Debemos evitar la segregación de los investigadores y educadores a lo largo de fronteras equivocadas. A medida que se avanza en la era de la medicina molecular personalizada, debemos reconocer las similitudes moleculares en los diversos tipos de cáncer y actuar en consecuencia. Algunos organismos de financiación del cáncer ponen demasiado énfasis en su proceso de revisión de subvenciones si el científico solicitante se ha especializado o tiene experiencia en este o aquel tejido, ignorando que dicho científico puede ser un experto en un oncogén determinado o en un gen supresor tumoral relevante para muchos tipos de cáncer. Un descubrimiento mecanicista hecho por este científico mientras emplea células de cáncer de páncreas en sus experimentos, puede ser de gran impacto en el diagnóstico y tratamiento de pacientes con cáncer de pulmón cuyos tumores albergar alteraciones genéticas similares. Desalentar sus esfuerzos de investigación debido a que no se ha centrado en un solo tejido de origen sería un gran perjuicio. Tenemos que pensar más sobre los genes, y menos en unos tejidos específicos.

Espero con interés el día en que nuestra recaudación de fondos, la financiación y los esfuerzos educativos reconozcan plenamente la base genética de nuestros tipos de cáncer. Tal vez algún día en un futuro próximo tendremos cintas moradas para RAS, cintas de color azul oscuro para p53 y cintas de color rosa para HER2.

Traducción libre del artículo del “Huffington Post” de Joaquín M. Espinosa. Profesor asociado de Biología molecular, celular y de desarrollo de la Universidad de Boulder, Colorado.  “Funding Cancer Research: The Danger of Brightly Colored Ribbons”
Les dejo con un video muy visual sobre las distintas alteraciones genéticas que se pueden dar en una célula.

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