Bienvenid@ a "Un Rayo de Esperanza". Soy Virginia Ruiz, una radiooncóloga que se define como médico en el sentido amplio de la palabra, con un interés especial por todo lo que rodea al enfermo oncológico. Creo firmemente en la Medicina Basada en la Evidencia, pero también en la Medicina Basada en la Diferencia y en la Experiencia. Estoy en la senda hacia una Medicina Humanista, porque si lo pensamos bien no existen enfermedades, sino enfermos…
Hoy he recibido este escueto mensaje por Whatsapp de una colega y amiga: “Virginia. Buenos días. Sólo decirte que Alma ya se ha ido. Fue anoche a las 12”. Tras leerlo confieso que no he podido evitar el nudo en la garganta y las ganas de llorar. Me ha venido a la mente el último día en que te vi…
Si, los médicos también lloramos. No somos inmunes al sufrimiento y al dolor aunque estemos habituados a convivir con él, aunque sepamos el desenlace próximo de muchos de vosotros. Asumo y entiendo mi profesión en toda su dimensión humana, con su grandeza y con sus debilidades, con su cara y con su cruz. Llorar no me hace más débil, ni más vulnerable, simplemente me hace más humana y no me duelen prendas el admitirlo. Nunca me gustó vestir prendas de una divinidad confundida. No es mi estilo, ya lo sabes ¿verdad?
Siempre me impresionó tu aplomo, la seguridad de tus decisiones aunque yo no estuviera de acuerdo con ellas. El primer día que te conocí sentí un pellizco de desazón por dentro, por no haber sido capaz de convencerte para recibir tratamiento. No podía obligarte, sólo podía aconsejarte con todas mis fuerzas lo que en ese momento creía que era mejor para ti. Me quedé impregnada de una cierta impotencia.
Meses después volviste a la consulta. Esta vez aceptaste recibir tratamiento, aunque la situación fuese más compleja. Conseguimos mantener a raya un tiempo la enfermedad y tuviste fuerza para superar muchas de las duras dificultades que tuviste en el camino. Ya sabes que no sólo hablo de tu enfermedad.
Después tuvimos muchas conversaciones y la oportunidad de tener una relación especial, pues bastaba una mirada para adivinar lo que una y otra pensábamos. A veces, los gestos cobran un sentido diferente y toman el relevo a esas palabras no pronunciadas. Había un lenguaje extraordinario en tu mirada, en tu expresión corporal, en esa media sonrisa y en tus abrazos largos y sentidos.
Mi última fotografía mental es de hace poquito. Me llamó tu médico del Equipo de Atención Psicosocial para ver si podía aliviarte el dolor. Le dije que sí y nos vimos a la mañana siguiente. Tu figura menuda y menguada me hizo consciente de la inminente situación, así que no dudé en tratarte con la máxima diligencia y confort para ti. Me sentí compensada por un intenso abrazo que me supo a despedida. Así ha sido. Me quedo con él como un preciado regalo.
Hoy me he despertado, no sin cierta zozobra, con la noticia de tu marcha. Espero haber estado a la altura de tus circunstancias. He aprendido unas cuantas lecciones de ti. Confío en que estos últimos días hayas recibido la atención y el cariño que mereces.
Ángela pidió ver a su doctora. Llevaba unos días ingresada en la planta de Oncología, abatida en gran parte por el dolor de su espalda y la falta de movilidad en una de sus piernas. Su tumor pulmonar habia respondido inicialmente al tratamiento de quimio y radioterapia, pero desafortunadamente a los pocos meses hicieron acto de presencia las malditas metástasis cerebrales, para las cuales hubo que recurrir de nuevo a la radioterapia.
Había pasado algo más de un mes desde la última vez que nos vimos. Esta vez venía por una lesión dentro de la parte final de su médula espinal que era la que le estaba dando guerra. Ángela fue bajada por una celadora en su propia cama a una antesala cerca del TAC-simulador. Estaba recostada de lado y tapada por la sábana hasta casi la nariz. Se emocionó al verme y aquella mirada me lo dijo todo sin decirme apenas nada. Comprendí que necesitaba que le tocase, que le cogiera de la mano, que le sonriera o que le hablase de cualquier cosa que le hiciera olvidar que estaba malita. Observé que llevaba las uñas pintadas del mismo color que las mías. Se lo hice saber como gesto de coquetería y complicidad mutua. Ella me premió con una gran sonrisa, ofreciéndome sus manos y empezó a hablar de que fue su hija las que se las pintó y de ahí derivó la explicación de cómo le estaba cuidando. Lo decía con ternura y orgullo, pero también con mucha pena por dentro.
Me confesó que le dolía dejar a su única hija sola, pues su padre había fallecido hacía unos meses. Ángela era consciente de lo que tenía encima, no tenía miedo a despedirse. Sin embargo, le dolía abandonar a su hija con veintipocos años y ese dolor le impregnaba los ojos de unas lágrimas inconsolables. Ella compartió ese dolor conmigo durante unos minutos. Yo me senté en su cama y me quedé escuchando su historia sosteniéndole la mano. Conozco el valor de ese tiempo junto al enfermo y aunque por desgracia poco pueda hacer por Ángela, no quiero privarla del consuelo que necesita, así que se lo doy de mil amores.
Ángela, al igual que muchos enfermos en su situación se sienten profundamente solos y no quieren, porque entienden que no es justo, expresar o compartir todo el sufrimiento que llevan dentro con sus seres más queridos. Necesitan expresarlo con alguien que les escuche sin juzgarles, que les libere de ese dolor emocional y que les trate con afecto, respeto, amabilidad y cariño. Sé que esto forma parte de mi trabajo y es tan importante como el rigor científico de los tratamientos aplicados.
Para Ángela este habrá sido su último verano. Y por ahora, a su doctora ya no le quedan más días de verano.
Eso parece. Estudios recientes sobre los efectos biológicos de la radiación realizadas en virtud de los niveles de radiación por debajo del fondo natural no es buena para los organismos.
A raíz de los experimentos realizados con microbios y células pulmonares humanas que mostraron resultados similares, estos nuevos experimentos, liderados por investigadores de la Universidad Estatal de Nuevo México, con diferentes especies bacterianas, demuestran que el crecimiento fue inhibido por la falta de radiación, lo que contradice las predicciones de las hipótesis tradicionales sobre los efectos biológicos de la radiación.
Ha habido un debate durante 80 años sobre los efectos en la salud de la radiación en los seres humanos y otros organismos biológicos. Los niveles o dosis altas, obviamente tienen efectos adversos y un potencial letal.
Pero las dosis bajas, las menores a 0,1 Sv por año, han sido extremadamente difíciles de evaluar debido a que sus efectos son tan insignificantes que son imposibles de ver en la población general, mientras nos abrumen con otros efectos adversos diarios para la salud procedentes de la radiación. También, a dosis bajas, todos los organismos tienen mecanismos celulares de reparación y de respuesta que pueden evitar de que esos efectos adversos para la salud se produzcan, algo que evolucionó como evolucionó la propia vida .
Los efectos biológicos de la radiación son bien conocidos en dosis altas (los puntos de la tabla mostrada) de los supervivientes japoneses de la bomba atómica, los trabajadores de Chernobyl y algunos accidentes individuales que han implicado altos niveles de radiación. En dosis bajas, sin embargo, hay poco efecto, que desaparece en el ruido de los efectos adversos para la salud cotidiana. En la década de los años 50 nos decidimos a dibujar una línea recta desde los efectos de altas dosis a cero, llamándolo dosis hipotética lineal sin umbral (LNT) (línea roja) y asumimos por conveniencia y conservadurismo que no había ningún umbral por debajo del cual no se produjeran efectos adversos para la salud. Pero parece que hay un umbral en la parte alta de fondo natural en toda la Tierra, alrededor de 10 rem (0,1 Sv), por debajo del cual no hay efectos obvios que puedan verse (línea azul). Los resultados de este estudio indican que la LNT no es correcta en dosis bajas y la línea azul predice más de cerca los efectos biológicos de la radiación que la línea roja que es más simplista. Fuente: Dr. Geof Smith, NMSU, y el Dr. Ray Guilmette, Emérito, LRRI
En la década de los años 50, se decidió, en ausencia de datos a dosis bajas, que las dosis bajas eran malas, y que no había ningún umbral por debajo del cual la radiación no diera lugar a efectos adversos para la salud. Esta hipótesis, llamada dosis lineal sin umbral (LNT) fue adoptada en todo el mundo como la respuesta más conservadora reguladora a la creciente utilización clínica de la radiación, la amenaza de las armas atómicas y la industria nuclear recién emergente.
La LNT establece que cualquier cantidad de radiación aumenta el riesgo de organismos para acumular efectos negativos para la salud. Según la LNT, la no radiación sería el mejor estado para cualquier organismo, y todo el mundo adoptó el actual enfoque “tan bajo como sea razonablemente posible” (Criterio ALARA, traducido As Low As Reasonable Achieved) a todas las cuestiones relacionadas con la radiación (véase el gráfico anterior).
Esto no es sólo una cuestión académica. En la práctica, el criterio ALARA (Tan bajo como sea razonablemente posible) trajo costes y los efectos colaterales no previstos que han costado el mundo casi un billón de dólares en los últimos 60 años en relación a la protección contra los niveles bajos de radiación sin beneficios claramente demostrables.
Pero el miedo injustificado a las dosis bajas de radiación ha matado a miles de personas y destruido millones de vidas tras la Segunda Guerra Mundial, el desastre de Chernobyl y el accidente de Fukushima a través de una sobrerreacción, evacuaciones innecesarias forzadas y la creación de grandes comunidades de refugiados (Japan Times).
Estudios recientes muestran que incluso los desastres nucleares no aumentan los niveles de radiación en los alrededores muy por encima de estos bajos niveles de fondo en la mayoría de distancias alejadas de la fuente (WNN, NYTimes), como hemos visto en Fukushima y Chernobyl.
Muchos estudios desde 1950 han tratado de estudiar los efectos de los niveles bajos de radiación en los organismos, especialmente en humanos. Pero los resultados han sido difíciles de interpretar, ya que ha sido difícil separar los efectos de la radiación de los efectos por no-radiación.
Por lo tanto, si la LNT es correcta y la ausencia de radiación es el mejor estado para cualquier organismo, el experimento sería hacer crecer organismos en un entorno sin casi ninguna radiación y observar cómo responden en comparación con los mismos organismos que crecen en el fondo o en los niveles más altos de radiación ( 2, 3).
Un grupo de científicos diseñaron y llevaron a cabo un estudio para hacer precisamente eso, abordar el problema desde el otro lado del fondo, desde el mínimo entorno de radiación posible de lograr en la Tierra (Castillo et al, 2015; Smith et al, 2011).
La configuración del LBRE Experimental, está situado a 2150 pies (655 metros aproximadamente) por debajo de la superficie de la Tierra en las sales masivas del repositorio nuclear WIPP en Nuevo México. En conjunto es una cámara de acero previo a la Segunda Guerra Mundial (izquierda) y una sala de vaciado de la sal en el extremo norte de la instalación subterránea lejos de cualquier residuo que contenga la cámara experimental. Los niveles de radiación aquí son 400 veces por debajo de los niveles de fondo de la Tierra en superficie, algo irónico, dado que se trata de un repositorio de residuos nucleares. Fuente: DOE (Department of Energy. EEUU)
(Divulgación completa – James Conca era uno de los tres científicos de la Universidad del Estado de Nuevo México y del Departamento de Energía que inició este estudio en 2007, diseñó las pruebas, ofreciendo el espacio de laboratorio, los recursos, la financiación y puesta en marcha de los experimentos originales, casi una media milla bajo tierra en Carlsbad, Nuevo México).
Ya que no podíamos experimentar con personas, y es difícil el control de las poblaciones humanas al azar con respecto a los niveles de radiación, este estudio se centró en medir la evidencia molecular de respuesta al estrés biológico en dos especies de bacterias bajo diferentes niveles de radiación.
Una de las especies es muy sensible a la radiación, la Shewanella oneidensis y la otra es muy resistente a la radiación, la Deinococcus radiodurans. Ambas especies fueron cultivadas en dosis ultrabajas, a dosis inferiores a la radiación ordinaria de fondo y a dosis más altas.
Es extremadamente difícil de eliminar la radiación a niveles ultrabajos ya que la radiación es muy penetrante. Está en los materiales de construcción en los que vivimos, en los alimentos, en nuestros cuerpos, en el aire, en el suelo, en el agua y en todos los materiales de laboratorio y en los nutrientes para los organismos del laboratorio.
Así se construyó un laboratorio a 2.150 pies por debajo de la superficie de la Tierra en la Planta Piloto de Aislamiento de Residuos (WIPP), cerca de Carlsbad, Nuevo México. WIPP es el único repositorio profundo geológico de desechos nucleares. Está en un medio de 2,000 pies (610 metros) de espesor estable, con un depósito de sal geológicamente inactivo de 250 millones de años que protege eficazmente de la radiación cósmica y solar (ver figura anterior).
El laboratorio está ubicado en el extremo norte de la instalación subterránea lejos de cualquier desecho nuclear. Los niveles de radiación aquí son 400 veces por debajo de los niveles de fondo de la superficie de la Tierra, irónico, dado que se trata de un repositorio de residuos nucleares.
La radiactividad en esta sal es muy baja, ya que es sólo cloruro sódico, sal de mesa, que contiene prácticamente nulos materiales radiactivos como el uranio que se producen en la mayoría de las rocas, la suciedad, el hormigón e incluso la madera.
Además, se han metido en una bóveda de 8 x 6,5 x 6.5 pies (2,4 x 1,8 x 1,8 metros) con un espesor de 5 pulgadas de acero de antes de la Segunda Guerra Mundial (12,7 cm), acero sin trazas de radionúclidos (véase el gráfico anterior).
Los microorganismos fueron cultivados en incubadoras separadas en esta bóveda a 30 ° C (86 ° F) y con una humedad relativa del 48%. Los microorganismos cultivados en radiación de fondo se sometieron a 100 nGy/hora (equivalente a 0.877 mSv/año). Aquellos que crecieron bajo la radiación por debajo del fondo fueron sometidos a 0,2 nGy/hora (equivalente a 0,0017 mSv/año), muy inferior a cualquier nivel de fondo de la Tierra, y los niveles más bajos jamás obtenidos en este tipo de experimentos. (** ver nota más abajo para una explicación de estas unidades)
Se realizaron tres experimentos replicados independientes, para estudiar los efectos de estas dos tasas de dosis de radiación sobre el crecimiento de las colonias y su expresión génica. La secuencia de ADN de los genes controlados fueron los que habían demostrado previamente patrones significativos de regulación a la baja (Encendido y apagado de los genes utilizados para responder a la conmoción o al estrés de un “insulto” bioquímico) tras la exposición a radiación ionizante, ultravioleta y solar.
Cuando se coloca en los niveles de radiación extrema por debajo del fondo, una radiación esencialmente de cero, el crecimiento en ambas especies se inhibió. Ambas especies también mostraron una respuesta de estrés medible, identificable a genes específicos en su ADN en ausencia de radiación (ver figuras siguientes).
El crecimiento de las bacterias se inhibe por la ausencia de la radiación (400 veces por debajo de los niveles de fondo) y es normal en los niveles de radiación de fondo, contrariamente a lo predicho por la hipótesis LNT tradicional. OD = densidad óptica de los cultivos bacterianos, una medida del crecimiento. Fuente: Dr. Geof Smith, NMSU
Sorprendentemente, esas respuestas se invierten cuando las bacterias se transfieren en ida y vuelta a ambientes opuestos. El experimento utilizó controles recíprocos para verificar que las respuestas fisiológicas observadas se debieron únicamente al tratamiento de radiación. Al restaurar los niveles de radiación de fondo a los cultivos privados de radiación, la tasa de crecimiento de ambas especies aumentó y la densidad celular de cultivo regresó a la del control después de sólo 24 horas.
Por lo tanto, dos especies de bacterias de taxonomías dispares detectadas y exhibieron una respuesta fisiológica a la ausencia de radiación, lo que indica que estos bajos niveles de radiación son una señal medioambiental significativa. Y la falta de radiación produce el estrés sustancial, no la presencia de la radiación.
Estos resultados contradicen las predicciones de la hipótesis LNT. La presencia de la radiación no es necesariamente mala y la ausencia de radiación tampoco es necesariamente buena. Pueden leerse los artículos para una discusión técnica detallada. (Este mensaje puede parecer extraño, pero es un tema importante dado lo ocurrido en Fukushima y el crecimiento de la energía nuclear).
Puesto que la vida en la Tierra evolucionó en presencia de radiación de fondo de entre 0.01 y 0.10 Sv/año, parece que la vida se adapta bien a las dosis bajas de radiación y no lo hace tan bien en su ausencia completa.
Los genes relacionados con el estrés en los cultivos bacterianos son supraregulados (encendidos) para responder al estrés de no tener ninguna radiación (400 veces menos que los niveles de fondo). Estos mismos genes son infraregulados (apagados) para responder a los niveles normales e incluso a dosis más altas de radiación (400 veces superior a los niveles normales de fondo) y demuestran los efectos adversos de la no-radiación y el efecto no adverso de tener dosis bajas de radiación. Esta cifra incluye los nuevos datos, obtenidos tras el artículo de Castillo en 2015, a los niveles altos de radiación de fondo. Si la hipótesis tradicional LNT fuera correcta, estos niveles más altos de radiación deberían activar estos genes relacionados con el estrés, pero resulta que no lo hacen. Fuente: Dr. Geof Smith, NMSU
** Nota: diversas unidades se utilizan para describir la dosis de radiación. La unidad de los Estados Unidos para la radiación absorbida en bruto es el rad, y la unidad internacional es el Gray. 1 Gy = 100 rad. La unidad de dosis de Estados Unidos para adsorbida en relación con los efectos biológicos en los seres humanos es el rem, y la unidad internacional es el Sievert. 1 Sv = 100 rem. Para la radiación gamma, Gy = Sv y rad = rem, así que es fácil su conversión, a diferencia de la radiación alfa, donde 1 Gy = 20 Sv y 1 rad = 20 rem. Estos experimentos de dosis baja con radiación gamma se utilizan generalmente los nanoGray (nGy o una milmillonésima parte de un Gray), que es igual a un nanoSv (nSv) en este caso.
Esta es una traducción libre del artículo publicado en Septiembre de 2015 en la Sección de Energía de la Revista Forbes titulado “Is Radiation Necessary For Life“?
El pasado día 23 de Septiembre fui invitada por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Burgos a asistir al Acto Institucional de entrega de 14 ayudas a la Investigación Oncológica y al Premio V de Vida presidido por Su Majestad la Reina Letizia y que tuvo lugar en el Fórum Evolución.
Un evento de este tipo, siempre genera una gran expectación y más en una ciudad relativamente pequeña como es Burgos, por lo que representó todo un acontecimiento para los asistentes. La convocatoria era a las 18.00 horas, pero se nos instaba a acudir con tiempo para evitar aglomeraciones en los habituales controles de seguridad. Siguiendo las recomendaciones, estuve allí una hora antes y pude comprobar la cola que había, tanto para el aparcamiento como para la entrada en el recinto.
Pasé el control de seguridad y me dirigí hacia los asientos asignados en la Sala “Rafael Frühbeck” del Auditorio y Palacio de Congresos y Exposiciones “Fórum Evolución”. Me entregaron el programa y había cierta algarabía entre los asistentes, unos 1.500 convocados, todos ellos elegantemente vestidos para la ocasión. En el escenario había un monitor gigante y un panel tejido de color verde, con la frase “Destinados a ayudar”. Sobre la pantalla se iban proyectando las distintas iniciativas y campañas promovidas por la AECC: Rompe con el tabaco, Cuidados Paliativos, En Marcha, etc. Con posterioridad se fueron retransmitiendo en directo entrevistas con las diferentes autoridades que allí acudieron. Poco antes de las 18.00h ya se veía en la pantalla la llegada de la Presidenta de Honor de la AECC, la Reina Letizia que fue recibida por una importante recepción de autoridades locales, regionales y nacionales.
Llegó la comitiva al Auditorio coronada por la presencia de la Reina Letizia cuya figura acaparó toda la atención de los allí presentes. Ella sin duda representa toda una imagen de modernidad, elegancia y compromiso con la sociedad y sobre todo con el apoyo a la investigación y a los pacientes con cáncer. Tener la oportunidad de vivirlo de cerca fue sin duda todo un privilegio que creo merece la pena contarlo.
Abrió el Acto Institucional el Presidente de la Junta Provincial en Burgos, Enrique Plazaque además de agradecer la presencia de las autoridades y los asistentes, recalcó la generosidad y la solidaridad de la ciudadanía frente a la lucha contra el cáncer. También habló de las iniciativas impulsadas e implantadas ya en nuestra ciudad como son la consulta de “Primer Impacto” o la campaña de cribado en el cáncer de colon.
Posteriormente intervino Isabel Oriol, presidenta de la AECC y de su Fundación Científica. Ella subrayó la importancia de la investigación para romper el techo de la supervivencia del cáncer y la apuesta por seguir financiando proyectos que frenen esta enfermedad. Me quedo con su frase emblemática: “Nos mueve la Esperanza”, haciendo referencia a que cada día son más los ejemplos de supervivencia. También lanzó el guante de la propuesta para recabar adhesiones e instaurar el día 24 de Septiembre como “Día de la Investigación en Cáncer” en honor al 110º aniversario del nacimiento de nuestro Premio Nobel Severo Ochoa.
Acto seguido, intervino como moderador el periodista José Luis Guerrero. En primer lugar lo hizo para hablar del “Apoyo y acompañamiento” interviniendo la Dra Mª Ángeles Olalla, Médico del Equipo de Soporte y Atención Domiciliaria (ESAD) en Burgos para hablar del nuevo paradigma de los Cuidados Paliativos en el Cáncer, la enfermera Mª Paz Miguel que habló de los cuidados y la atención integral de las familias, el trabajador social Pablo Braña que puso de manifiesto las desigualdades en materia de recursos para Cuidados Paliativos en las diferentes Comunidades Autónomas y finalmente una familiar de paciente de cáncer, Ana Lozano que habló de su experiencia personal y profesional con el equipo de Cuidados Paliativos. Desde aquí quiero manifestar mi apoyo y reconocimiento a estos profesionales con los que tengo la suerte de trabajar codo con codo y a los que me une un vínculo personal y profesional que complementa mi trabajo oncológico. Sin ellos me vería francamente muy coja. Me siento orgullosa de que tuvieran su lugar y minuto de gloria en este encuentro.
En segundo lugar, José Luis Guerrero tuvo una entrevista muy especial, jocosa y francamente divertida. Bajo el epígrafe “Informar y Concienciar”, entró en el escenario un invitado muy especial: la mierda del Whatsapp desde un teatrillo de guiñol construido para la ocasión que mantuvo una curiosa conversación con el periodista acerca del éxito de la campaña contra el Cáncer de Colon promovida por la AECC.
En tercer lugar José Luis Guerrero hizo alusión al voluntariado “Nuestros voluntarios, nuestra alma” y las ovaciones a los voluntarios allí presentes fueron ampliamente reconocidas, provincia a provincia.
Eduardo Sáenz de Cabezón fue el encargado de amenizar la siguiente intervención sobre Investigación Oncológica. Él es un matemático y divertido divulgador científico con monólogos dignos de visionar en la red, rompiendo con la visión casposa y anacrónica que se tiene acerca del investigador básico, muchas veces invisible al gran público. Fueron invitados a intervenir la Dra Belén Gómez, del Centro Andaluz y Medicina Regenerativa de la Universidad de Sevilla, la Dra Cristina Cruz del CNIO en Madrid, la Dra Clara Bueno del Instituto de Investigación contra la Leucemia “Josep Carreras” en Barcelona, el Dr Ignacio Melero de la Clínica Universitaria de Navarra, el Dr Stephan Tenbahum de nacionalidad alemana pero residente e investigador en nuestro país, concretamente en el Hospital Vall d’Hebrón en Barcelona y finalmente la Dra Marisol Soengas del CNIO en Madrid. Se habló de prevención, diagnóstico precoz, clasificación, tratamientos combinados y de los avances en la enfermedad metastásica en el cáncer.
Finalmente se hicieron entrega de las ayudas a la investigación 2015 de la mano de la Reina Letizia. La Fundación Cientifica de la AECC presentó así oficialmente a los beneficiarios de dichas ayudas, concedidas por concurso público en 2015 para el desarrollo de proyectos de investigación contra el cáncer. Un total de 6,3 millones de euros destinados a la investigación oncológica que se encuentran a la vanguardia de la investigación internacional. Por último se entregó en Galardón V de Vida al Dr Xavier Bosch por sus investigaciones en relación al virus del papiloma humano y su intervención en varios tumores, principalmente en el cáncer de cuello uterino.
El acto fue clausurado por el Presidente de la Comunidad de Castilla y León, Juan Vicente Herrera y como colofón final hubo también unas palabras de la Reina Letizia que celebró ese mismo día su quinto aniversario como ferviente colaboradora de la AECC y cuyo discurso fue elocuente e impecable como podrán ustedes comprobar en el video final de este post.
Tras acabar el acto tuvimos un cóctel para los asistentes y hubo oportunidad para ver de cerca a todas las personalidades, incluida la Reina Letizia que se fotografió, saludó y se acercó generosamente a los que allí estaban.
Como curiosidad, tuve la oportunidad de saludar a la gran periodista y corresponsal Rosa Mª Calaf, todo un referente que accedió a fotografiarse con la que aquí les escribe.
La Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León, le invita a seguir participando en el “Programa de Detección Precoz de Cáncer de Mama“, y le recuerda que es aconsejable realizar una mamografía periódicamente.
Nos ponemos en contacto con usted para comunicarle que al haber transcurrido 2 años de su última mamografía, debe acudir a la Unidad Mamográfica en el día y hora que a continuación le detallamos.
Recuerde que debe acudir tranquila y con ropa cómoda de quitar y poner. Esta prueba no perjudica su salud y presenta como única contraindicación el embarazo.
MUY IMPORTANTE: PROCURE NO FALTAR A LA CITA. SI NO PUEDE ACUDIR LLAME AL TELÉFONO. AVÍSENOS CON UNA ANTELACIÓN AL MENOS DE TRES DÍAS HÁBILES, SI ES POSIBLE. GRACIAS POR SU COLABORACIÓN.
* Si usted se ha realizado esta prueba recientemente, no es conveniente repetirla en este momento por lo que le rogamos que llame al teléfono anteriormente citado y nos lo comunique.
Le saluda atentamente, Gerente de Atención Primaria de Burgos.”
Es mi tercera mamografía de cribado. Las dos anteriores fueron informadas como normales. Hasta hace poco la edad de inicio de cribado estaba en los 45 años. Ahora la edad de inicio es a los 50 años, pero a mi me cuenta el “plan antiguo”. Soy obediente y acudo a la cita antes de la hora prevista. Me dicen que debo esperar. Lo entiendo, prefiero ir con tiempo y esperar. Me confirman los datos de filiación. Espero. Las otras mujeres citadas al cribado mamográfico, esperan su turno, se hacen su correspondiente mamografía y al acabar laguardan de nuevo en la sala de espera. Al poco tiempo sale la enfermera diciéndole que se puede marchar a casa. Si todo está bien recibirán una carta en su domicilio con copia a su Médico de Atención Primaria. Si no es así, puede que la llamen del Hospital Universitario de Burgos. Una mujer dice espontáneamente: “Mejor que no me llamen del Hospital”. La enfermera responde: “Para eso se hace usted la mamografía ¿no? para que en caso de que se encuentre algo le llamen del Hospital y se lo detecten lo antes posible”. Me quedo pensativa con esa respuesta…
Me toca el turno. Me voy a un vestuario cercano al mamógrafo. Me piden que me desnude de cintura para arriba. Espero a que me llamen. Hace frío para estar de esta guisa esperando. No me dan nada para taparme, así que cojo mi cazadora vaquera y me la pongo hasta que me llamen. Me llaman. Me quito la cazadora y paso al mamógrafo. Me preguntan si tengo antecedentes familiares. La técnico de radiología coloca mi mama derecha en el mamógrafo y hace lo mismo con mi brazo derecho. La compresión es algo molesta, pero afortunadamente dura poco y hoy es aguantable (la última vez recuerdo que me dolió bastante, supongo que el pecho no está igual de sensible siempre). Me pide que eche la cabeza hacia atrás. Dos disparos, uno en sentido cráneo-caudal (horizontal) y otro en oblícuo. Lo mismo con mi mama izquierda (no sé por qué en esta me ha molestado más la compresión). Me piden que vuelva al vestuario, me vista y aguarde.
Vuelvo a esperar. Miro los carteles de la sala de espera. Pienso que están un poco anticuados, pues poseen ese color amarillento del paso del tiempo sobre el papel envejecido. Sale la técnico de radiología y me dice la misma cantinela que a la mujer anterior le había dicho la enfermera: recibiré una carta o me llamarán del hospital. Pienso lo mismo que la última mujer: “Mejor que no me llamen, eso serían malas noticias”.
Esto es un relato real contado en primera persona. Ahora soy una usuaria de un Programa de Prevención. No me considero una paciente. Soy una mujer sana y estoy asintomática. Conozco los pros y los contras de hacerse una mamografía de cribado, estoy informada por mi profesión y por mi condición de médico y especialista en Oncología Radioterápica. Pero la mayoría de las mujeres no lo saben y no están informadas de ello. No nos hacen firmar ningún consentimiento informado y nadie nos sienta en un despacho para explicarnos que hacerse una mamografía SI entraña peligros para la salud en el caso de que sea un falso positivo (sospecha de malignidad que no lo es en realidad): ansiedad, cancerofobia, insomnio, preocupación, llanto desconsolado, disgusto, sentirse enferma, una biopsia, incertidumbres, etc. ¿O acaso esto no es tomado como un potencial peligro para la salud mental y por ende para la salud física?
El cáncer de mama es un problema de salud importante en el mundo occidental. Desde hace 30 años se hacen programas de cribado mamográfico con el objeto de detectarlos pronto. La idea es detectarlo pronto para que las tasas de curación sean más altas. Y la intención es buena y elogiable. Pero tras esos 30 años, se plantea si lo que estamos haciendo, lo estamos haciendo bien. Nos cuesta poner en duda las cosas, nos cuesta cambiar con frases que parecen dogmas inamovibles. Pero la ciencia y el conocimiento evolucionan y conviene replantearse las cosas. Los falsos positivos y el sobrediagnóstico o el sobretratamiento no son una cuestión baladí. Son una realidad que viven muchas mujeres con angustia tras realizarse una mamografía y casi nadie lo quiere mencionar.
Entonces ¿no debemos hacernos una mamografía de cribado? Mi respuesta es sí, pero matizando, sabiendo a lo que nos exponemos y tomando decisiones en consecuencia a esa información. La disminución de la mortalidad por cáncer de mama probablemente es más debida a la mejora de los tratamientos que al cribado. No se debería “obligar” a las mujeres a hacerse una mamografía sin antes ser bien informadas. Además, probablemente haya que redefinir si determinados tumores deben tener la categoría de cáncer o no, pues no se contempla la vigilancia activa como una posibilidad en determinados tumores in situ. La mayoría de las mujeres con esta patología reciben al menos una cirugía, radioterapia y hormonoterapia. Cabe definir si esto es o no necesario y sobre todo conocer en qué casos pueden convertirse en verdaderos cánceres.
Hace unos días, una compañera Radiofísico y editora del blog Desayuno con Fotones, Naia Pereda habló sobre esta polémica cuestión en Naukas Bilbao, una plataforma de divulgación científica en español, abriendo así un interesante debate. Les dejo con este interesante video: