Relato navideño: Recuerdos de un MIR por Navidad

Hay realidades que superan con creces nuestra propia imaginación, por su extrañeza, por su emotividad o por la dureza de su relato. Realidades que no te dejan indiferente, que te obligan a pensar y te levantan con imperiosa inquietud de la comodidad de un sofá.
Corría el año 1993 y Nacho, un joven médico residente de Oncología Radioterápica del Hospital de Vall d’Hebrón en Barcelona, se disponía a cumplir con su guardia un día de Nochebuena. Hasta aquí, todo normal. El cáncer no conoce las fechas en las que viene bien o no presentarse. Es así de caprichoso. La Navidad no lo es menos y es habitual que a alguien le pille con la enfermedad a cuestas y en pleno tratamiento o ingresado en el hospital por prescripción facultativa. Ante esta testaruda situación siempre le acompaña un médico o una enfermera que por contado se ocupa del cuidado de estos enfermos.
Nacho había tenido un día relativamente tranquilo y se disponía a cenar el “banquete” que la cocina del hospital procuraba tener como aliciente para los que se quedaban de guardia. A las diez de la noche le sonó el busca y llamó apresurado a la planta para ver qué ocurría. José, un paciente de treinta años, estaba triste y muy angustiado. Tenía un tumor de lengua y estaba en tratamiento con quimio y radioterapia. Su mujer, en otro lado de ese complejo hospitalario estaba dando a luz su primogénito y él no pudo acompañarle. La impotencia y la tristeza le comían por dentro.
María dió a luz un hermoso niño de 3 kilos 400 gramos. Un niño sano, peloncete y guapo cuyo llanto se dejaba oir con fuerza y con ganas. Dado el día en el que nació no quedó más remedio que ponerle Jesús de nombre, pues en aquella peculiar situación su nacimiento era vivido como un milagro, como un auténtico regalo del cielo.
Nacho acudió a la llamada. Se quedó impresionado al ver aquella delgada figura de José caminando como podía con su palo de suero por aquel pasillo oscuro del hospital. José le pidió al médico permiso para ir a ver a su mujer. No era costumbre que los pacientes oncológicos se movieran a otra ala del hospital y mucho menos al edificio de Maternidad. José se encontraba en una situación de máxima fragilidad, pero sus ojos imploraban piedad. Nada le haría más feliz en este mundo que ver la carita de su niño Jesús particular.
Nacho se quedó dubitativo y mudo ante esa insólita proposición. No sabía muy bien cómo actuar, pues si accedía tenía que romper con muchos protocolos de seguridad hospitalarios y si no, estaba impidiendo a un padre la oportunidad de ver por primera vez a su hijo.O quizá la última. La razón y el corazón seguían caminos dispares y sinuosos. ¿Qué hago? se preguntó. Donde el corazón te lleve… le dijo una voz interna. Así que sin pensárselo dos veces, llamó a una ambulancia y le pidió a un celador que le acompañara a ver a su mujer y a su hijo.
La alegría de José fue enorme. Sus ojos brillaban de emoción y el encuentro de ellos tres fue incluso difícil de describir con palabras. Aquel niño lo significaba todo para él y poderlo tener entre sus brazos fue el mejor regalo de Navidad que nadie pudiese darle en este mundo. José recuperó algo de fuerza como para darle un beso a María y despedirse de ella hasta dos días después en que a ella le dieron el alta hospitalaria.
Las cosas no pintaban bien para José y los médicos descubrieron que tenía una carcinomatosis peritoneal, un hecho extraño en el contexto del tumor que padecía. José no logró alcanzar el año 1994 y poco antes de la medianoche del día 31 se despidió de este mundo para siempre.
Nacho aún lo recuerda en su espléndida madurez de 2016 y me manda un correo con el poema que escribió entonces cuando él era un médico residente. Se lo agradezco infinito y le prometo escribir un post con esta historia. Lo cierto es que hay historias que nos marcan, que nos dejan huella, que se quedan para recordarnos la levedad de la vida y la importancia de las pequeñas cosas, de los gestos humanos. Los médicos deberíamos darnos permiso para ser más compasivos, más generosos, abrirnos positivamente a las emociones y saltarnos todos aquellos protocolos que nos deshumanizan o que nos llevan al más absoluto de los absurdos.
Este es el poema original que me envió (en inglés):
A Christmas night
 
I will never forget
 
December 24th
 
Ninety three.
 
I was oncology resident on duty.
 
At ten at night
 
30 year old patient
 
Tumoral tongue
 
Waiting for chemoradio
 
Into the Christmas night.not so unhappy,
 
His child was born that day
 
ValldHebron Hospital just before midnight.
 
Saw him walking ,limping with his chemo pump pole,
 
To the mother ward through a long dark corridor.
 
A cancer father to his beloved first son
 
He didn’t even see ninety four
 
Peritoneal progression got him and got an orphan baby
 
through the new year.
 
Into Christmas, into death, in a never new year.
Les dejo con este video tras el cual quizá cambien de parecer sobre lo que se debe regalar en Navidad

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Cuarto bloganiversario

El pasado 17 de Noviembre cumplí cuatro años de escritura en esta bitácora. Habida cuenta que son pocos los blogs médicos personales que sobreviven al desencanto y al consumo de tiempo que supone esta actividad de reflexionar, investigar y escribir sobre un mismo tema, puede ser considerado como un éxito personal.
No es fácil mantenerse y conservar el empuje o las ganas del principio. Escribir un blog (como cualquier actividad que uno elija hacer bien) requiere trabajo, esfuerzo y constancia. No hay otro camino, no hay otro secreto y no conozco otra forma. A todo esto hay que añadirle, por supuesto, ese ingrediente invisible llamado alma, cariño o pasión. Esto es lo que verdaderamente hace que una servidora sea capaz de transmitir emociones que se encuentran a flor de piel.
El balance ha sido positivo, ya que este blog me ha ofrecido una ventana al mundo, la posibilidad de encontrar y conversar con personas afines a mi (o no) y de muy diversos ámbitos, algo que “per se” es muy enriquecedor. He conocido a otros compañeros de fatigas, a otros “locos” bloggers como yo, a diferentes profesionales sanitarios, a periodistas y sobretodo a pacientes, a cuidadores o ciudadanos de a pie que querían conocer este lado poco conocido de la Oncología.
Como comentaba detrás de un blog hay muchas horas sacando ideas, ordenándolas y depurándolas para convertirlas en palabras con sentido, tratando de llegar al lector y haciendo de la divulgación médica un bien necesario en esta nueva era de la comunicación y la información. Cada día soy más consciente de la importancia de estar ciberpresentes y no dejar usurpar ese lugar a los habituales “charlatanes” o “chamanes” que nada tienen que ver con la evidencia, la ciencia o la conciencia. Cabe pues trabajar en ese camino y ser capaces de poner luz a las sombras del enfermo oncológico.
Quiero agradecer a los todos los lectores del blog “Un Rayo de Esperanza” el hecho haberme acompañado, escrito comentarios y haberme animado a seguir escribiendo y mejorando cada día. Lo que da verdadero sentido al que escribe es saber que hay alguien al otro lado que lee y que además interactúa o comenta. Para mi no hay mayor satisfacción en este trabajo que saber que he podido ser de ayuda en algunos momentos.

Además este blog es difundido a través de las redes sociales que son el altavoz necesario para redirigir las entradas que aquí se escriben. Para los que no lo sepan además de poder hacerse seguidor del blog y recibir notificaciones en el correo electrónico de las nuevas entradas, pueden visitar la página de Facebook que tiene el mismo nombre. En ella saldrán las entradas nuevas y refrescaré algunas de las mejores entradas.

Les dejo con este interesante video sobre el poder e impacto sobre nuestra salud de la divulgación científica a través de internet y las redes sociales. No dejen de escuchar las sabias palabras de José Manuel López Nicolás científico, divulgador y autor de “Vamos a comprar mentiras”

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Relato de otoño: Corazón curtido 5/5 (1)

La consulta de aquel día prometía ser buena. La revisión de los fríos historiales médicos de los dieciocho pacientes en aquella otoñal mañana así lo indicaba. Nada hacía presagiar la presencia de alguna sorpresa desagradable, ni de ninguna mala noticia que dar. Eso me animó.

Yolanda llegó una hora antes a la consulta, aduciendo otras inexcusables obligaciones, así que en cuanto tuve un hueco la pasé. Era su primer control tres meses después de finalizar la radioterapia. Es un momento tenso para los pacientes. Se enfrentan por primera vez a la sentencia de la incertidumbre sin la red protectora de los tratamientos y eso siempre les pone en alerta y ansiosos.

Yolanda es una mujer de mediana edad, de porte cuidado, buena figura y forma física. Viene ataviada con su peluca de mechas rubias todavía porque, aunque le ha crecido ya el pelo, no se atreve a lucirlo corto para no tener que dar demasiadas explicaciones. Su rostro está sereno, sonriente, me atrevería a decir que incluso sorprendentemente bien. Inicio mi interrogatorio preguntándole cómo se encuentra. Me dice educadamente que bien, pero hace un inciso y me dice si he hablado de ella con la psicooncóloga. Me extraño. Le digo que no. Entonces ella empieza a contarme su historia…

Me habla de su hijo Pablo de veintisiete años. Me cuenta que él le hablaba de mi e incluso le había llevado un recorte del periódico local donde se publicaba una noticia acerca de mi trabajo. Pablo había encontrado su momento de vida perfecto. Había finalizado de forma brillante sus estudios de ingeniería, estaba prometido con el amor de su vida y había encontrado un buen trabajo. Una mañana, mientras se encaminaba en su 4 x 4 por un sendero lleno de baches, el vehículo volcó de lado, de una forma tonta, caprichosa y a corta velocidad. Todos los ocupantes se llevaron un susto únicamente, ya que llevaban su cinturón de seguridad puesto, incluso Pablo. Todos salieron del coche por su propio pie, pero Pablo no pudo. El infortunio se adueñó de él esa mañana. En el vuelco, Pablo se llevó una fractura en una de sus cervicales más altas, provocándole una sección medular que le sentenciaba.

Pablo no murió en el acto, se lo llevaron casi directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital cercano. No podía moverse, ni siquiera podía respirar por si mismo, ni tampoco tragar para comer ni podía hablar. Su cabeza sin embargo estaba intacta y días después, con un poco de ayuda pudo comunicarse con su familia.

Yolanda me cuenta todo esto con un orgullo de madre que me impacta, me deja muda. La emoción entra como un tsunami en la consulta y me conmueve, No tengo palabras para describir las sensaciones de esa imagen. Soy madre y el dolor que representa ver a un hijo así es difícil de imaginar, sólo puedo quizá aproximarme levemente. Aún así dejo que Yolanda prosiga con aquella consulta sagrada. Me dice que han sido días muy duros, pero que no le han dejado mal recuerdo. Su hijo solicitó que se le aplicara la Ley de Autonomía del paciente y decidió no proseguir con medidas extraordinarias para su cuidado. Se despidió con ternura de sus padres, de sus hermanos, de su novia y de sus mejores amigos. Me consta que a su padre le costó mucho aceptar la decisión de Pablo, pero a su madre no. Ella le conocía más que nadie en este mundo y sabía lo que verdaderamente le hacía feliz. Difícil aceptar la muerte de un hijo, pero más difícil era aún ir en esos momentos en contra de su voluntad y hacerle sufrir innecesariamente. Madre e hijo se despidieron arropados, con un cariño inmenso, sin lastres. El dolor era inevitable pero hubo tiempo para el desahogo y la paz en sus almas. Él estaba satisfecho de haber visto a su madre salir adelante de su cáncer de mama y que hubiera ya acabado con los tratamientos. Se sentía afortunado de que a pesar de todo, la vida le dió oportunidad de despedirse bien de los suyos. ¡Qué grande fue Pablo!

Prosigo con la consulta con un nudo en la garganta y conteniendo las lágrimas de emoción. Yolanda me ha regalado un ejemplo maravilloso de vida y no puedo por menos que escucharle atentamente, dejarle hablar, y que suelte esas chispas de duelo ejemplar. Aprendo mucho de los testimonios de mis pacientes. No debe ser nada fácil a partir de ahora para ella seguir levantándote cada mañana con algo así y sé que ya nada volverá a ser igual. Una parte importante de tu vida ha sido arrancada de cuajo, desgarrada. Encontrar asideros para sostenerse cuando has perdido a un hijo debe ser un camino tremendamente complicado. Pierdes un marido y te conviertes en viuda. Pierdes a un padre y te conviertes en huérfana. Pero, pierdes a un hijo y ¿qué eres? No hay ninguna palabra en nuestra lengua ni en ninguna que yo conozca que describa eso.

Tras esta historia compruebo que todo está bien y le digo que nos volveremos a ver en unos meses. Me despido con ella con una sincera sonrisa que mezcla a partes iguales empatía, afecto y admiración hacia ella y a la figura de su hijo. Pablo, desde donde esté seguro que también sonríe lleno de orgullo.

Les dejo este video de B-Talent en el que el Dr Gabi Heras nos habla de la empatía en situaciones como la que he relatado.

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Empleabilidad y Marca Personal en Redes Sociales

Era un frío día de otoño. Esta vez no me encaminaba hacia el hospital como de costumbre, sino que me dirigía a dar una charla en el auditorio de la Casa de la Cultura de Miranda de Ebro. Durante el camino una espesa niebla me acompañó casi todo el camino, no dejándome otra posibilidad que la de estar muy atenta a la carretera y no pensar en otra cosa.
Llegué algo antes de las 10 de la mañana. Afuera se agolpaban un montón de jóvenes charlando imagino de sus cosas. Dentro una risueña joven me dió un lazo violeta y unos cartoncillos informativos. Entré en el auditorio que estaba repleto de gente formando una lógica algarabía y en el estrado se veía una gran pantalla y algunos de los antes virtuales ponentes conocidos por redes sociales, pero ahora ya reconocibles y presenciales.
Saludé a los presentes y di mi “pendrive” para volcar mi presentación en el ordenador y comprobar que todo estaba en orden. Charlé un rato con Christian Delgado von Eitzen cuya sonrisa me resultó acogedora y amigable, con Javier Cámara un mirandés cuya altura, no solo de miras, me impresionó, al mismísimo Alfredo Vela una incansable figura en Twitter, hecho carne y hueso y a un sonriente Roberto Martínez de Salinas ataviado con una camisa con Marca Personal. Por supuesto hablé con la directora del Centro de Formación Profesional “Río Ebro” Natividad Esteban y otros docentes del centro.
El auditorio estaba casi completo y lleno de caras muy jóvenes, ávidas por conocer nuevas formas de empleabilidad y de futuro profesional. Christian Delgado inició la ronda con una excelente introducción y presentación, poniendo el listón alto y eligiendo ejemplos de Marca Personal sorprendentes como el caso de @taxioviedo  y haciendo un guiño al sector sanitario con Pedro Soriano, Charo Boscà, Teresa Pérez o una servidora. Después vino en turno de Alfredo Vela Zancada, autor de #ElLibrodeTwitter y “Cómo buscar trabajo con Redes Sociales (y sin ellas)” cuyos vastos conocimientos en Social Media y su particular y trabajada visión nos dejaron boquiabiertos. Javier Cámara habló como creador de beBee, una red social de dos años de andadura que alinea el perfil profesional con las aficiones personales, generando así un rico panel de colmenas que como fruto dan rica miel en forma de posts. Esa miel es el rey: el contenido.
Tocó tras Javier Cámara el turno de mi presentación. Antes de hacerlo y tras escuchar a los anteriores ponentes me preguntaba ¿Qué hace una “chica” como yo en un sitio como este? ¿Por qué precisamente yo, estatutaria con plaza fija en el Hospital Universitario de Burgos, podía hablar con propiedad de Branding sanitario? ¿Qué mensaje debía transmitir a una audiencia con un futuro tan cambiante e incierto? ¿Qué me movía enredarme en la aventura de escribir un blog y trabajar en redes sociales cuando tenía la vida aparentemente resuelta?
Iré contestando por partes. Cierto es que chocaba verme entre emprendedores, empresarios y estudiantes de Formación Profesional, muchos de ellos del sector sanitario, pero no desentonaba tanto como en un principio podía parecer. Me unía un mismo espíritu o una “misma fe” como me indicaba Christian y que no es otro que el de tener amplitud de miras y entender que internet, las herramientas 2.0 y las redes sociales son herramientas que potencian nuestra inteligencia colectiva. Internet no es un mundo meramente virtual, es una realidad como lo fueron en su día los libros, la prensa, la radio o la televisión y ha revolucionado nuestra forma de ver y entender el mundo.
Trabajar en una institución pública puede dar una seguridad laboral, no lo niego, pero también es posible y fácil caer en el ostracismo, en la rutina, en la desmotivación y en la despersonalización más absoluta del trabajo. Soy una enamorada de mi profesión médica y por ello necesito que ésta traspase las paredes del sótano y se expanda mi pequeño saber por el ciberespacio. Con ello no sólo consigo tener ese plus de satisfacción personal que todos necesitamos y que es un bien intangible, sino que además puedo llegar a mucha más gente, ayudar a iluminar el camino a muchos pacientes y familiares. Nada me alegra más el corazón en estos momentos que el hecho que alguien me diga que mi blog le ha servido de ayuda.
Hablar de Branding Sanitario, médico en mi caso concreto tampoco ha sido difícil. Al empezar a trabajar en este mundo no fui muy consciente de que estaba labrando una Marca Personal y fue mi buen amigo José Antonio Trujillo, gran experto en la materia desde hace años, quien siempre me ofreció ayuda y consejo sobre el tema. Gracias a los contactos adquiridos en las redes sociales he podido aprender mucho y poder hablar de ello con conocimiento de causa a día de hoy.
Mi mensaje para los estudiantes fue que era necesario labrarse una Marca Personal para hacer justicia visible el prestigio profesional de cada uno. La clave está en diferenciarse, en buscar un área en la que convertirse en un experto, buscar un logo y tratar de resultar atractivo a nuestros potenciales empleadores. Para ello puse de ejemplo mi propio blog, lo que me empujó a escribir y cómo me abrí a través de él en las redes sociales como medio para difundir y divulgar el conocimiento. Por último les conté los logros obtenidos con este trabajo y los proyectos en los que estoy todavía en marcha.
Me fui de Miranda de Ebro con buenas vibraciones, con ganas de volver pronto al mundo docente dando a conocer el trabajo que hacemos en nuestro día a día y el valor que aportamos a los pacientes. Entiendo que hay mucho que sembrar entre los jóvenes. El futuro está en sus manos y nosotros tenemos la obligación de ayudarles a construirlo.
Les dejo con mi presentación: “Empleabilidad y Marca Personal en Redes Sociales”.

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De acero inolvidable

Querida Valle:

Recuerdo que justo hace un año nos encontrábamos en el balneario de Lanjarón ilusionadas junto a otras mujeres que como tú habían pasado o estaban pasando por una experiencia similar a la tuya. Tú fuiste el gérmen de inspiración de un proyecto nacido desde el cariño y la voluntad de servicio y ayuda los demás. Meses antes nos habíamos ya emocionado con las ideas y las personas de los que iban a formar el cuerpo, digamos docente, de esa escuela emprendedora llamada ROSE Project. Conseguimos arrancar una primera edición con una ilusión y ganas inusitadas, con sonrisas y también con lágrimas de emoción.

Pero no quiero hablar de tu enfermedad y de cómo ella inundó despiadadamente tus últimos años. Aprendiste a convivir con ella, a seguir con ella, a no permitir que no te dejara disfrutar de las pequeñas cosas y de la compañía de los tuyos, a vivir con la enfermedad.  A pesar de ella, a pesar de los tratamientos, a pesar de todo y de todos, a pesar de ese peso enorme que representaba y que cargabas a diario sobre tus espaldas, seguías valiente hacia mirando siempre hacia delante.

Son muchos los fotogramas que se cruzan delante de mis ojos de aquellos y de otros días en los que nos encontramos. Mi mente se esfuerza tozudamente en recordar, porque a fuerza de reforzar mi maltrecha memoria me hace pensar que de algún modo sigues ahí, invisible a los ojos, pero visible a las almas. Recordarte y sonreir con tu imagen me reconforta y transforma el pesar en nostalgia, el dolor en emociones y tu despedida de este mundo en alguna forma de transformación positiva para los que tuvimos el privilegio de compartir algún momento de tu existencia.

Hay veces que cavilo con el pensamiento de que no te has ido, de que tan sólo te nos has adelantado. A los demás, a los que estamos a este lado se nos ha concedido una prórroga más larga que la tuya para seguir jugando en ese escenario llamado vida. Hubieron momentos en los que la adversidad no se detuvo, pero ante ella tú dibujaste siempre una sonrisa en tu boca.

Conmueve leer los mensajes hacia ti, pero especialmente me ha llegado el que hace referencia a tu despedida. Dicen que cada uno de nosotros muere del modo en el que ha vivido y en verdad te digo que quien ha sido testigo de ello habla con inmensa ternura, belleza y paz de ese momento. Fue un momento hermoso, sublime, dulce, emotivo y lleno de inmenso cariño hacia quien había estado siempre a tu lado de un modo incondicional. No podrías haber escogido mejor ese momento y la forma de hacerlo. El poso que quedará en el recuerdo de él será imborrable.

Para mi has sido un ejemplo, una mujer de acero inolvidable esculpida a base de generosidad, dulzura y buenos sentimientos. Has dejado una huella en tu camino y tras ellas iremos todos los que de una forma u otra hemos aprendido de ti. Descansa y te espero cuando miremos al cielo tú allí y yo aquí.

Un abrazo muy fuerte.

Hallelujah. Pentatonix.

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